Los gobierno de América Latina y el Caribe siguen cada vez con más preocupación la creciente ola migratoria de venezolanos. La semana pasada se desarrolló en Buenos Aires la IV Reunión Técnica Internacional sobre la Movilidad Humana de Ciudadanos Venezolanos en la Región. Allí, representantes de más de 14 países, con el acompañamiento de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), acordaron una hoja de ruta para facilitar la integración de los migrantes y refugiados, reseña Infobae.
Por Lucas Goyret / Infobae.
David Smolansky, ex alcalde del municipio El Hatillo y actual coordinador de la Organización de Estados Americanos (OEA) para los migrantes, formó parte de la delegación venezolana. En diálogo con Infobae, realizó un análisis de los dos días de reuniones en la capital argentina, explicó la compleja situación de los refugiados venezolanos y se refirió al reciente informe que publicó la alta comisionada para los derechos humanos de la ONU, Michelle Bachelet, que denuncia las brutales torturas y violaciones a los derechos humanos del régimen de Nicolás Maduro contra su población.
Respecto a la situación migratoria, el dirigente opositor, que se exilió en Washington luego de ser destituido y condenado por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) chavista a 15 meses de prisión por no reprimir las protestas antigubernamentales de agosto de 2017 en su municipio, remarcó la necesidad de que la comunidad internacional le dé el estatus a los migrantes venezolanos de «refugiados».
«Nuestra principal propuesta es que al venezolano se le dé estatus de refugiado según la Declaración de Cartagena, la única que expande el concepto de refugiados de Naciones Unidas. Dice que un refugiado es aquel que huye de su país por violencia generalizada, por alteración del orden público, por violación de derechos humanos y coartación de libertades. Todo eso aplica hoy en día para los venezolanos», señaló desde el Palacio San Martín, en la cancillería argentina.
Alertó, además, que cada vez es más necesario aplicar medidas «contra la trata de personas y explotación sexual».
Sobre el informe de Bachelet, por su parte, consideró que es muy importante que se hayan documentado todos los atropellos que están sufriendo los venezolanos, y advirtió que podría ser un gran paso para que finalmente actúe la Corte Penal Internacional (CPI). Aclaró, no obstante, que eso suceda la alta comisionada debe enmarcar esas violaciones como «delitos de lesa humanidad».
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-¿Qué balance hace de la reunión sobre Movilidad Humana de Ciudadanos Venezolanos que se llevó a cabo en Buenos Aires?
-La crisis de migrantes y refugiados venezolanos no puede tener una dimensión regional, ni mucho menos subregional, sino que tiene que tener una dimensión global. Es la crisis más grande de la historia de América Latina y el Caribe, cuando nos referimos a migrantes, y actualmente es la segunda después de Siria. En ese sentido necesitamos mayor cooperación de la comunidad internacional, no sólo para favorecer a los migrantes y refugiados venezolanos, sino para favorecer a los países receptores. Se tiene que invertir mucho más en salud, alimentación, educación, políticas de prevención contra trata de personas y explotación sexual; capacitación para insertar lo más rápido a los venezolanos a los mercados laborales e infraestructura. Lo otro es que las restricciones migratorias, lejos de resolver el problema, más bien lo van a agudizar; eso va a hacer que muchos países, como el caso de Colombia, aumente mucho más rápido la cantidad de migrantes y refugiados venezolanos. Por eso es muy importante que la región mantenga las fronteras abiertas. Y lo último que hay que mencionar en cualquier espacio en que se discuta al tema de los migrantes y refugiados venezolanos es que la mejor solución para esta crisis es la salida de la dictadura de Venezuela. Eso hay que decirlo con firmeza, con claridad. La mejor forma de disminuir la migración forzosa y tener incentivos para que los migrantes regresen es que en Venezuela haya democracia, libertad, estado de derecho, y que nuevamente haya oportunidades para que la gente estudie, para que la gente emprenda. La salida de la dictadura no sólo sería una buena noticia para los venezolanos, sino para toda América Latina y el Caribe.
-Una de las principales novedades que se estudiaron en los dos días de reuniones fue una Tarjeta de Movilidad Regional. ¿En qué consiste esta propuesta? ¿Y qué impresión se lleva de las políticas que se están tomando para hacer frente a la ola migratoria?
-Esta tarjeta de movilidad regional tiene como objetivo identificar a los venezolanos que están sin documentación. Además que sirva para desplazarte por la región. Hacia allá es adonde tenemos que ir. Incluso en la OEA hemos sido muy claros: nuestra principal propuesta es que al venezolano se le dé estatus de refugiado según la Declaración de Cartagena, la única que expande el concepto de refugiados de Naciones Unidas. Dice que un refugiado es aquel que huye de su país por violencia generalizada, por alteración del orden público, por violación de derechos humanos y coartación de libertades. Todo eso aplica hoy en día para los venezolanos. De los más de cuatro millones, 1.800.000 cuentan con protección, pero dos millones están irregulares o están próximos a serlo. Si la región implementa un consenso en la Declaración de Cartagena y otorga el estatus de refugiados para los venezolanos, los migrantes van a contar con protección. Esto quiere decir que van a poder acceder a la salud, educación y van a poder integrarse y conseguir un trabajo. No digo que sea fácil de hacer, se necesita mayor apoyo de la comunidad internacional, por eso remarco que hay que darle una dimensión global. Desde la OEA estamos a la orden de impulsar todas las políticas que sean necesarias, no sólo para proteger e integrar a los migrantes y refugiados venezolanos, sino también para sensibilizar a la comunidad internacional y se ayude a los países receptores. Uno como venezolano que lleva dos años desterrado está profundamente agradecido con muchos países de América Latina y el Caribe que sin tener la infraestructura ni los servicios han recibido a millones de venezolanos. ¿Dónde creo que hay oportunidades de mejoras? En Trinidad y Tobago por ejemplo. Allí hay venezolanos que están ilegalmente detenidos; hay venezolanos que han sido deportados; otros que han naufragado. 16.000 venezolanos fueron registrados en ese proceso, pero creo que todavía quedaron muchos por fuera. Las islas de Aruba y Curazao deberían desarrollar un método, un sistema, un proceso que pueda regularizar a los venezolanos que están en esas islas porque representan, proporcionalmente hablando, la mayor cantidad de venezolanos en la región. El 15% de la población de Curazao son venezolanos. Pero tres cuartas partes están en una situación irregular.
-El último censo de la ONU indicó que son más de cuatro millones los migrantes venezolanos. ¿Ustedes ya tienen una estimación de cuántos podrán ser a fines de este año o, incluso, el año que viene?
-En la OEA compartimos esa cifra de cuatro millones de migrantes y refugiados venezolanos. La proyección que hay para finales de este año es que, de continuar la dictadura, pudiésemos estar entre cinco y cinco millones y medio de migrantes y refugiados. La OEA incluso ha sido la única que ha proyectado para 2020. Para fines de ese año, bajo el supuesto de que la crisis humanitaria se profundice, que la violación de derechos humanos continúe, que la violencia generalizada se agudice, pudiésemos estar hablando de ocho millones de migrantes y refugiados venezolanos. Es decir, se duplicaría a los que hay actualmente y superaríamos a Siria sin una guerra convencional ni una catástrofe natural. Pero nuevamente, si se sale de la dictadura disminuiría la migración forzosa y sería un incentivo para que muchos regresen. Aquí hay que tener la visión de la mano amiga y el brazo fuerte. ¿Qué es la mano amigo? Atender y proteger al migrante y refugiado venezolano vaya a donde vaya. Desde Argentina hasta Curazao. ¿El brazo fuerte? No dejar de denunciar la raíz del problema.
-La alta comisionada para los derechos humanos de la ONU, Michelle Bachelet, publicó recientemente su informe tras la visita que realizó a Venezuela. Un informe muy duro que avala casi todas las denuncias que se venían realizando de lo que ocurre en el país y que, como era de esperarse, despertó la furia del régimen de Nicolás Maduro. ¿Qué conclusiones saca sobre ese informe?
-En primer lugar hay que darle un reconocimiento a todas las organizaciones de la sociedad civil en Venezuela. Específicamente, las víctimas de la dictadura, a familiares de esas víctimas, ONGs que durante años se han encargado de documentar las violaciones sistemáticas y generalizadas de los derechos humanos. Hay que empezar por ahí, porque sin ellos esto no hubiese sido posible. Ellos son los protagonistas de un informe que es muy duro, pero que las próximas generaciones tienen que leer para que esto no se repita. En segundo lugar creo que hay que agregar algo que viene diciendo el secretario general de la OEA, Luis Almagro, que a esto hay que llamarlo por lo que es: crímenes y delitos de lesa humanidad. Creo que el próximo paso que debe hacer la alta comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas es que Maduro y todos sus cómplices sean juzgados en la Corte Penal Internacional. Aparte, las detenciones arbitrarias que ahí se relatan, que haya hecho énfasis en el escuadrón de la muerte, el FAES, que yo lo he venido denunciando, así como la presencia de grupos irregulares, específicamente los colectivos armados, es muy importante porque demuestra lo que hoy estamos padeciendo los venezolanos. Y es que hay un Estado que tiene como práctica delinquir y que tiene como práctica incluso el homicidio, y que hay prácticamente un 100% de impunidad y el ciudadano está completamente desprotegido. Además estos grupos irregulares tienen territorios controlados. Un venezolano no puede desplazarse libremente. Además muchos de estos grupos están auspiciados por actores extranjeros, como los cubanos, los rusos, los turcos y los chinos. Entonces es importante que haya salido un informe que realmente revela lo que estamos sufriendo los venezolanos en los últimos años y esperemos que ese trabajo que hizo la alta comisionada se mantenga, se siga denunciando la violación a los derechos humanos a la que somos sometidos, y que el mundo vea que hay que escalar la presión diplomática, y que cuando se trata de salvar vidas cualquier acción es legítima.
-Mucho se ha reclamado -y se reclama- por la actuación de la Corte Penal Internacional (CPI). Incluso ya ha habido muchas presentaciones formales, con cientos de denuncias y casos de torturas, detenciones arbitrarias y ejecuciones extrajudiciales. Sin contar todos los casos de corrupción. ¿Piensa que éste informe de Bachelet puede ser un paso importante para que actúe la Corte?
-Es un paso importante, y sobre todo si la alta comisionada así lo decide como delitos de lesa humanidad.
-Como marcaba anteriormente, el contenido del informe no gustó nada en el seno del régimen. ¿Puede tener un impacto significativo en la dictadura?
-Va a tener un impacto según la interpretación que, no sólo en los venezolanos, sino también la comunidad internacional, le den. Cuando hablo de la comunidad internacional, hablo sobre todo de los países de América Latina y el Caribe. Venezuela no es una dictadura convencional, Venezuela no es otra dictadura latinoamericana, es un Estado mafioso, un Estado criminal, hoy Maduro se sostiene por las armas, por el miedo, por grupos irregulares que han encontrado un santuario donde actuar libremente en Venezuela por una cúpula de 1.200 generales. Por cierto, Venezuela tiene más generales que toda la OTAN, que se han beneficiado por años de posiciones políticos o actividades económicas irregulares, en este caso sobre todo a través del narcotráfico, el tráfico ilegal de minería… Y el venezolano está completamente desprotegido ante eso. Completamente desprotegido ante el ELN, ante los colectivos armados, ante estos 1.200 generales que están usurpando sus funciones. Entonces a Venezuela hay que interpretarla no como otra dictadura latinoamericana sino como un Estado mafioso, un Estado criminal. La mayor evidencia son las cuatro millones de personas que han huido, sin estar formalmente en una guerra o una catástrofe natural. Eso demuestra cuán mal tiene que estar un país, cuán trágico tiene que ser lo que nos ha tocado vivir en estos años.
-Tras la proclamación de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, y la Operación Libertad que encabezó el 30 de abril pasado, se acentuó la persecución y torturas contra militares venezolanos. El último gran caso fue el del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo, que provocó una fuerte conmoción a nivel internacional. Mientras se habla de un fuerte descontento en el interior del Ejército, ¿este incremento de la persecución contra los propios militares puede ser contraproducente para Maduro?
-Esta cuestión es muy importante. Soy un fiel creyente, y sobre todo lo vi siendo alcalde, a mí me tocó ser responsable de una policía local, que es que la mayoría de los oficiales de las Fuerzas Armadas de los cuatro componentes (Aviación, Marina, Ejército, y Guardia Nacional) quieren un cambio. Ellos son víctimas de los problemas de cualquier venezolano. Es decir, un capitán llega a su casa y la nevera está vacía por falta de comida; o un Mayor tiene un familiar enfermo y no puede curarlo por falta de medicamentos; un teniente se puede levantar y no tener como bañarse porque no hay agua. Entonces ellos evidentemente quieren tener un país diferente al que hoy están viviendo porque saben que ellos ni sus hijos van a tener futuro. Por eso me he sorprendido al encontrarme con oficiales de la Fuerza Armada que han huido, que se han ido a Perú, Ecuador, Argentina, Colombia, porque no aguantan. Apenas tienen un día libre se escapan. Entonces es muy importante entender que la Fuerza Armada en su mayoría quiere salir de Maduro y precisamente, lo que decía antes, esos 1.200 generales son más que toda la OTAN. Los grupos irregulares, y las presencias de agentes extranjeros es lo que sostiene a Maduro. Ahora, Maduro desde el 30 de abril no confía en nadie. Si ya venía desconfiando de su entorno, después del 30 de abril no confía absolutamente de nadie. Creo que esa fisura, ese quiebre, esa ruptura que hay en la Fuerza Armada Nacional es irreversible y necesitamos que se articule un movimiento nacional que esté al servicio de la gente y que esté al servicio de la Constitución para que podamos restaurar la libertad y la democracia en Venezuela.
-Recién hacía mención a la fisura que provocó ese 30 de abril. ¿Cómo ves a la oposición desde ese día, pese a que Maduro se mantiene en el poder? ¿Crees que pese a que no se logró el apoyo militar que se esperaba se dio un paso hacia adelante?
-La fractura en la Fuerza Armada es irreversible. Muchos oficiales que quieren que Maduro se vaya, desde el 30 de abril tienen mayor convicción, y muchos van a perder el miedo. Yo estoy seguro de eso, porque al final es el miedo lo que a muchos los neutraliza. Por información que se recibe hay un gran descontento, así que se está enfrentando a un régimen que lleva 20 años, que logró centralizar todo el poder, que ha manejado más de un trillón de dólares, que no tiene ningún contraloría y a despilfarrado no menos de 300 mil millones de dólares. Cuando se haga un estudio minucioso de esto, estoy seguro que estos 20 años de dictadura entre Chávez y Maduro posiblemente represente el mayor desfalco de la historia contemporánea del mundo, y no estoy exagerando cuando digo esto. Es un régimen que se ha convertido en un cártel, no sólo de la droga, sino también del tráfico ilegal de minería. De lo que más me siento orgulloso de la lucha que hemos dado en Venezuela es que es un pueblo profundamente pacífico, cívico, democrático, y que no se rinde a pesar de tantas detenciones, persecución, represión y torturas. Yo estoy convencido de que pronto vamos a tener una nación libre, donde pronto los cuatro millones que hoy están desterrados van a poder volver y que, por sobre todas las cosas, nos va a tocar trabajar con mucha vocación y honestidad por las nuevas generaciones para reconstruir a Venezuela y que este episodio oscuro más nunca se repita no sólo en Venezuela, sino en toda la región.
Con información de Infobae.