Trabajadores, estudiantes y jubilados protestaron el lunes contra el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, en una jornada de huelga nacional que se saldó con decenas de detenciones mientras la oposición intenta aumentar la presión sobre el Gobierno.
Lukashenko rechazó el ultimátum de entregar el poder antes de la medianoche del domingo al lunes, lo que provocó que los opositores cumpliesen su amenaza de paralizar el país mediante una jornada protestas masivas casi tres meses después de los comicios celebrados a principios de agosto, cuyo resultado desató un movimiento contestatario a lo largo de todo el país.
Si se mantienen, las huelgas podrían abrir una nueva fase de la crisis demostrando que la oposición cuenta con el apoyo suficiente para suspender la actividad de las empresas de todo el país.
Hasta ahora los detractores de Lukashenko han organizado algunas huelgas en fábricas estatales pero sin lograr que se mantengan en el tiempo.
Varios medios bielorrusos informaron de que hubo huelga en muchas de las principales empresas controladas por el Estado, algo que desmintió la portavoz del primer ministro, quien aseguró que la jornada laboral había transcurrido con normalidad.
En el centro de Minsk se cerraron muchas tiendas, cafés y restaurantes. Cientos de estudiantes universitarios salieron a las calles de la capital, aplaudiendo y cantando mientras los coches que pasaban tocaban las bocinas en señal de apoyo.
Una multitud de alrededor de 2.000 a 3.000 personas marchó por una de las principales calles de Minsk agitando banderas rojas y blancas y portando pancartas.
En otras partes de la capital, agentes vestidos de negro y con mascarillas detuvieron a varias personas, según varios videos publicados en el portal de noticias Tut.by.
La opositora Sviatlana Tsikhanouskaya instó desde el exilio a los bielorrusos a bloquear carreteras, cerrar lugares de trabajo, dejar de utilizar servicios propiedad del gobierno y retirar todo el dinero de sus cuentas bancarias.
Lukashenko replicó a todas esas iniciativa preguntando: “¿Y quién alimentará a los niños?”
Tsikhanouskaya llamó a la huelga el domingo después de que la policía detuviera a decenas de personas en las multitudinarias protestas de Minsk y otras ciudades, durante el undécimo fin de semana consecutivo de manifestaciones.
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