Pocas horas después de ganar la presidencia de los Estados Unidos, Donald Trump aceptó dos llamadas telefónicas: una con Benjamín Netanyahu, y la otra con Volodimir Zelensky. Trump ponía así de relieve que la situación de Israel en Medio Oriente y la guerra de Ucrania y Rusia serían temas estratégicos en su futura agenda geopolítica.
Por Infobae
La mirada de Trump sobre estos dos conflictos globales romperá con el status quo que estableció Joe Biden durante su administración en la Casa Blanca. El presidente electo apoyará Israel sin limitaciones bélicas y busca un acuerdo regional con ciertos países el mundo árabe, mientras que propone una inmediata tregua entre Ucrania y Rusia para terminar con un guerra en Europa que afectó la economía global y el orden internacional.
“Vamos a darle la vuelta a la situación. Hay que darle la vuelta. Hay que darle la vuelta rápido y vamos a darle la vuelta. Lo haremos de todas las maneras posibles”, sostuvo Trump para explicitar qué hará en el tablero global, cuando ya sabía que había vencido a Kamala Harris en las elecciones.
Trump y Netanyahu tienen una relación de larga data, que se movió en zigzag. Pero en estos tiempos fluye sin problemas: los dos coinciden que Irán es el enemigo, que es necesario liberar a los 101 rehenes secuestrados en Gaza y que la situación en Medio Oriente sólo mejorará con un acuerdo diplomático que incluya a Arabia Saudita como pieza clave.
“La conversación fue cálida y cordial. Ambos acordaron trabajar juntos por la seguridad de Israel y también hablaron sobre la amenaza iraní”, aseguró un comunicado oficial respecto a la conversación que mantuvieron Trump y Netanyahu.
La situación de Trump ya se asemeja a un laberinto. Para liberar a los rehenes tiene que negociar con Irán y Hamas, pero a la vez autorizaría la provisión de material bélico e información de inteligencia a Israel que Biden había embargado a pocos meses de las elecciones presidenciales para contener el voto demócrata de origen árabe.
Y en este complejo escenario geopolítico se debe añadir la posibilidad de un nuevo ataque de Teherán a Israel que se esperaba para los primeros días de octubre. Si Irán vuelve a atacar territorio israelí, la respuesta de Netanyahu apoyado por Trump puede complicar la ejecución de la propuesta global que tiene el presidente electo para aplacar la crisis en Medio Oriente.
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