A una semana de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el presidente Donald Trump aseguró una contundente victoria en el terreno jurídico, luego de la confirmación de su candidata a la Corte Suprema Amy Coney Barrett.
A pesar de la oposición de los demócratas, que denunciaron un proceso “ilegítimo” tan cerca de los comicios, los senadores republicanos, mayoritarios en la Cámara Alta, avalaron todos -salvo una excepción- el ingreso de Amy Coney Barrett, una católica ferviente opuesta al aborto, al máximo tribunal de justicia del país.
La Corte Suprema contará así con seis jueces conservadores de nueve, tres de ellos nombrados por el mandatario republicano.
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“Es un día trascendental para Estados Unidos, para la constitución estadounidense y para un estado de derecho justo e imparcial”, dijo el mandatario poco después durante la toma de juramento de la magistrada en el jardín de la Casa Blanca.
Los demócratas advierten que Barrett podría votar para desarticular el Obamacare, una reforma de salud que ha ayudado a millones de estadounidenses a obtener un seguro médico, y que tal vez ayudaría a anular la sentencia del caso Roe contra Wade de 1973 que permite el derecho al aborto.
Pero Barrett dijo que mantendrá sus creencias personales separadas de su trabajo.
“Haré mi trabajo sin miedo ni favores (…) Y lo haré independientemente de los poderes políticos y de mis propias preferencias”.
La magistrada podría participar en su primera audiencia a partir del 2 de noviembre, la víspera de las elecciones presidenciales. Por lo tanto, teóricamente actuará en caso de que se examinen posibles apelaciones contra los resultados de la votación.
AFP
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