Los rescatistas libraban el miércoles una batalla contra el tiempo para sacar a sobrevivientes de los escombros antes de que sucumban al frío, dos días después de que un sismo azotó el sur de Turquía y el norte de Siria. La cifra de muertos ya superaba los 7.700 y se presume que aumentará.
AP
En los últimos dos días se han producido dramáticos rescates, incluidos los de unos niños pequeños que emergieron de montones de escombros más de 30 horas después del sismo registrado el lunes al amanecer. Pero también había una desesperación generalizada y una creciente molestia por el ritmo tan lento de las labores de rescate en algunas zonas.
“Es como si nos hubiéramos despertado en el infierno”, comentó Osman Can Taninmis, cuyos familiares siguen debajo de los escombros en Hatay, la provincia más afectada de Turquía. “No podemos responder a absolutamente nada. La ayuda no llega, no puede llegar. No podemos llegar a nadie. Todo está destruido».
En Siria, los residentes encontraron a una recién nacida llorando y todavía unida por el cordón umbilical a su madre, que había muerto. La bebé era la única sobreviviente de su familia luego del colapso de un edificio en la pequeña localidad de Jinderis, comentaron otros familiares a The Associated Press.
Los equipos de búsqueda de alrededor de 30 países empezaron a llegar, así como la ayuda. Pero con los daños repartidos por varias ciudades y localidades, algunas aisladas por el actual conflicto en Siria, las voces que pedían ayuda desde el interior de los montones de escombros se silenciaron.
El terremoto de magnitud 7,8 del lunes y las fuertes réplicas dejaron una estela de destrucción que se extendía por cientos de kilómetros a través del sureste de Turquía y de la vecina Siria. El sismo hizo colapsar cientos de edificios y llevó más miseria a una región asolada por 12 años de guerra civil en Siria y por la crisis de refugiados.
Turquía alberga a millones de refugiados de la guerra siria. La zona afectada en Siria está dividida entre el territorio controlado por el gobierno sirio y el último bastión opositor en el país, donde millones dependen de la ayuda humanitaria para sobrevivir.
Las inestables pilas de metal y hormigón hicieron que las labores de búsqueda fueran peligrosas, mientras que las gélidas temperaturas las hacían aún más urgentes, a medida que crecía la preocupación sobre cuánto tiempo podrían aguantar en el frío los sobrevivientes atrapados. La nieve se arremolinaba alrededor de los equipos de rescate en algunas zonas de Turquía.
La magnitud del sufrimiento, y la labor de rescate que lo acompaña, eran impresionantes.
Adelheid Marschang, funcionaria de emergencias de alto rango de la Organización Mundial de la Salud, dijo que hasta 23 millones de personas podrían verse afectadas en toda la zona azotada por el sismo, señalando que se trataba de “una crisis sobre múltiples crisis”.
El presidente turco Recep Tayyip Erdogan señaló que 13 millones de los 85 millones de habitantes del país se vieron afectados, y declaró un estado de emergencia en 10 provincias. Más de 8.000 personas han sido sacadas de los escombros en Turquía, y unas 380.000 se han refugiado en los albergues instalados por el gobierno y en hoteles, señalaron las autoridades.
Sin embargo, las autoridades fueron criticadas por residentes de la afectada zona de Hatay, que se encuentra entre Siria y el mar Mediterráneo, debido a que, señalaron, las labores de rescate se han demorado. El manejo de la crisis por parte de Erdogan podría repercutir en gran medida en las elecciones programadas para mayo, y su oficina ya ha rechazado las críticas, señalando que se trataba de información falsa.
Nurgul Atay comentó a The Associated Press que podía escuchar la voz de su madre debajo de los escombros de un edificio colapsado en la ciudad turca de Antakya, capital de la provincia de Hatay. Pero los rescatistas no contaban con la maquinaria pesada que se necesitaba para rescatarla.
“Si tan sólo pudiéramos levantar la losa de hormigón, podríamos llegar a ella”, señaló. “Mi madre tiene 70 años, no podrá soportar esto por mucho tiempo”.
El ministro de Salud, Fahrettin Koca, dijo que 1.647 personas murieron en Hatay, la cifra más alta de cualquier provincia turca. Por lo menos 1.846 personas habían sido rescatadas en la zona hasta el martes por la noche, añadió. El aeropuerto de Hatay estaba cerrado luego de que el sismo destruyó la pista, complicando las labores de rescate.
Mientras tanto, en Siria, el envío de ayuda se ha visto afectado por la guerra y el aislamiento de la región controlada por los rebeldes a lo largo de la frontera, que está rodeada por las fuerzas del gobierno respaldadas por Rusia. La propia Siria es un paria internacional debido a las sanciones occidentales relacionadas con la guerra.
Los voluntarios que prestan primeros auxilios conocidos como Cascos Blancos tienen años de experiencia rescatando gente de edificios destruidos por los bombardeos sirios y rusos en la zona controlada por los rebeldes, pero señalaron que el sismo ha superado sus capacidades.
Mounir al-Mostafa, el subdirector de los Cascos Blancos, comentó que podían responder de manera eficiente a un máximo de 30 lugares a la vez, pero ahora se enfrentan a peticiones de ayuda de más de 700.
“Los equipos están presentes en esos sitios, pero la maquinaria y equipos disponibles no son suficientes”, dijo y añadió que las primeras 72 horas son cruciales en cualquier labor de rescate.
Naciones Unidas dijo que estaba “explorando todas las vías” para llevar suministros a la zona controlada por los rebeldes en el noroeste de Siria.
El portavoz de la ONU, Stephane Dujarric, dijo que el camino hacia el cruce fronterizo de Bab al-Hawa, la única terminal a través de la cual puede ingresar la ayuda de la ONU a la zona controlada por los rebeldes, había sido dañada por el sismo, irrumpiendo las entregas.
La ONU está preparando un convoy para cruzar las líneas de conflicto dentro de Siria. Sin embargo, para ello se necesitaría probablemente la autorización del gobierno del presidente Bashar Assad, que ha sitiado las zonas controladas por los rebeldes durante la guerra civil.
Turquía tiene una gran cantidad de soldados en la región fronteriza y ha instruido a los militares que ayuden en las labores de rescate, lo que incluye colocar tiendas de campaña para los indigentes y montar un hospital de campaña en la provincia de Hatay.
Un barco de la Marina atracó el martes en el puerto de Iskenderun, donde se derrumbó un hospital, para trasladar a los sobrevivientes que necesitan atención médica a una ciudad cercana.
Un incendio de gran tamaño en el puerto, provocado por los contenedores que se cayeron durante el sismo, enviaron gruesas columnas de humo negro al cielo. El Ministerio de Defensa dijo que el fuego fue extinguido con la ayuda de aviones del ejército, pero una transmisión en vivo de la cadena CNN en Turquía mostraba que seguía ardiendo.
El vicepresidente Fuat Oktoy dijo que por lo menos 5.894 personas han muerto por el sismo en Turquía, y que otras 34.810 han resultado heridas.
La cifra de muertes en zonas controladas por el gobierno en Siria aumentó a 812 y había unos 1.400 heridos, de acuerdo con el Ministerio de Salud. Al menos 1.020 personas han perdido la vida en el noroeste controlado por los rebeldes, según los Cascos Blancos, y más de 2.300 están heridas.
La región se encuentra sobre grandes fallas tectónicas y a menudo es sacudida por sismos. Alrededor de 18.000 personas fallecieron en terremotos de similar intensidad que sacudieron el noroeste de Turquía en 1999.
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