La cervecera holandesa Heineken ha decidido poner fin a sus operaciones en Rusia. En un comunicado emitido este lunes, la empresa asegura que no puede continuar trabajando en el país, “dado que la actual situación lo ha hecho inviable”.
El mercado ruso supone el 2% de su volumen mundial de negocios. El pasado 9 de marzo, Heineken ya condenó “la escalada de la guerra en Ucrania”, y paralizó la producción, venta y promoción de sus bebidas. La compañía produce también varias marcas locales rusas, entre ellas, Okhota, Doctor Diesel y Stephan Razin. En ese momento, Dolf van den Brink, el director ejecutivo, señaló que apoyaban al pueblo ucranio. Añadió que aumentarían su contribución a las ONG de Polonia, Rumanía, Eslovaquia y Hungría que acogen a la mayoría de los refugiados.
Heineken tiene siete cerveceras en Rusia con un total de 1.800 empleados. Según portavoces de la firma, estos seguirán cobrando sus salarios hasta finales de 2022, informa Isabel Ferrer desde La Haya.
Ikea, Toyota y Volkswagen fueron los últimos grandes nombres en parar su actividad en Rusia. Antes habían dado el paso decenas de gigantes del sector privado que, como Apple, H&M, Disney, Netflix, Volvo, Daimler, Nike o las navieras MSC y Maersk, optaron por cerrar todo negocio en Rusia. El rechazo a la guerra y las consiguientes sanciones impuestas a Moscú han provocado un auténtico éxodo de multinacionales extranjeras que abandonan o reducen sus operaciones, tras tres décadas de beneficiarse del lucrativo mercado postsoviético.
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