Las negociaciones están aparcadas. No hay señales de ningún tipo. Uno de los negociadores del equipo de Juan Guaidó dijo: Nada. Nadie ha tomando la iniciativa. Desde Noruega se lo confirman al diario ALnavío. Las condiciones para recomenzar son difíciles.
Juan Carlos Zapata / ALnavío
Solo rumores. Algunos contactos informales entre dirigentes. Pero esos contactos no determina que se hayan tendido puentes de alto nivel para reiniciar las negociaciones entre Juan Guaidó y Nicolás Maduro. En 2019, por esta época, el equipo de mediación de Noruega ya había adelantado buena parte del recorrido que ni siquiera la megaconspiración del 30 de abril logró parar. Porque es después de la operación que buscaba sacar a Maduro del poder que comenzó la primera ronda en Oslo, en secreto, tal como lo informó en exclusiva el diario ALnavío.
Pero en esta ocasión, las partes niegan que haya adelantos. Lo niega Elliott Abrams. A pesar de que Abrams, enviado Especial para Venezuela del gobierno de Donald Trump, fue el primero en asomar el regreso al formato noruego, a la vez que admitía que se seguía en contacto con el equipo de Oslo. Pero claro. Abrams sigue poniendo la misma condición en caso de que se comience un nuevo capítulo de la historia: La salida de Nicolás Maduro, sobre quien pesa ahora, nada más y nada menos, que una acusación de narcoterrorismo.
Este es el punto que terminó de cambiar la historia. El primero punto fueron las sanciones anunciadas por John Bolton que le dio la excusa a Maduro en agosto del año pasado de no volver a le mesa. El equipo de Guaidó dejó una propuesta y esa propuesta seguía allí. Pero llegó el segundo punto: la acusación del fiscal General de los Estados contra Maduro por narcoterrorismo.
Y eso es lo que apuntan en Noruega. Cuando se le consulta a la experta Benedicte Bull sobre la posibilidad de que se retome la negociación señala que lo ve difícil. Y es la acusación la que lo complica todo. Aunque, la analista deja una puerta de entrada: Que la crisis haga posible “dejar de lado algunos de los conflictos que dividen”.
Es en la crisis en la que Estados Unidos y Abrams ponen el empeño y que podía activar el formato de la negociación. Consideraban que el cuadro comatoso de Maduro, en cuanto a la economía, el petróleo, los servicios públicos, la seguridad, se iba a profundizar con el coronavirus. Pero Maduro ha sorprendido controlando la pandemia. Así que la crisis no ha cambiado en lo sustancial. Lo único nuevo es la escasez de gasolina que sí puede ser un detonante, aunque el coronavirus le ha dado la excusa de manipularla. Por otro lado, la presión del Comando Sur en el Caribe con el operativo antidroga no parece asustar a Maduro ni a sus aliados civiles ni militares. El plan de quiebre de la Fuerza Armada tampoco ha funcionado. No funcionó en 2019 y no hay elementos que indiquen que esta vez será distinto.
La máxima presión sigue sin lograr los objetivos planteados. El régimen tal vez espera por otro tipo de oferta. Hay que entender su punto de vista. Ya no es solo el levantamiento de sanciones. Ahora tiene que ver con garantías personales. De otro modo no es posible avanzar en lo que ha propuesto Guaidó y en lo que ha propuesto Abrams: el gobierno de transición.
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