En un fallo de seis votos contra tres, liderado por el juez conservador Neil Gorsuch, el máximo tribunal de justicia de los Estados Unidos determinó que las personas lesbianas, homosexuales, transgénero, bisexuales o queer están protegidas por las leyes federales contra la discriminación por sexo en el trabajo. Esto significa que le Ley de Derechos Civiles de 1964 no se aplica sólo a mujeres y varones, como hasta ahora, sino a todas las personas en protección de sus diferentes identidades sexuales.
A partir de esta decisión histórica que se hizo pública el 15 de junio, aquellos empleadores que despidan a alguien por ser gay o trans estará violando la sección VII de esa normativa de 1964, que prohibe la discriminación por género, algo que desde ahora formalmente incluye a las minorías sexuales.
La decisión no sólo provocó la celebración de la comunidad LGBTQ y la ciudadanía que la apoya sino también la molestia del presidente Donald Trump, quien nombró a Gorsuch pocos días después de haber asumido en 2017. Trump, que había dicho que la norma sólo prohibía la discriminación de alguien en tanto hombre o mujer, acababa además de retirar las protecciones para acceder a los seguros de salud que las personas transgénero tenían desde la presidencia de Barack Obama.
“En la sección VII, el Congreso adoptó un lenguaje amplio para hacer ilegal que un empleador se base en el sexo de un empleado a la hora de decidir despedirlo”, escribió Gorsuch por la mayoría. “Hoy no dudamos en reconocer una consecuencia necesaria de esa elección legislativa: un empleador que despide a un individuo simplemente por ser gay o transgénero desafía la ley”. Esa línea marcó la primera vez en la historia del país que la Corte Suprema habló directamente de las protecciones legales a las personas trans.
Más allá del beneplácito o el rechazo, lo que prevaleció fue el asombro: el juez conservador Gorsuch —quien ocupó el lugar vacante desde la muerte de Antonin Scalia— escribiera este fallo y que John G. Roberts Jr., también conservador, se alineara junto con él y los cuatro magistrados liberales: Ruth Bader Ginsburg, Stephen Breyer, Sonia Sotomayor y Elena Kagan. El texto de la minoría, en contra, llevó la firma de Brett Kavanaugh —cuyo nombramiento fue en extremo polémico debido a sus conductas en la juventud—, con el apoyo de Clarence Thomas, el juez más conservador del momento, y Samuel Alito.
Gorsuch, defensor del textualismo, por el cual los jueces deben limitarse a las palabras incluidas en una ley y no a la intención de los legisladores, escribió que el texto de la normativa sobre derechos civiles era claro. “Cuando los términos expresos de una norma nos dan una respuesta y las consideraciones extra-textuales sugieren otra, no existe discusión posible”, escribió. “Sólo la palabra escrita es la ley y todas las personas tienen derecho a beneficiarse de ellas”.
La discriminación por sexo, continuó, fue una expresión amplia y como tal debe interpretarse. “Probablemente [los legisladores] no pensaron en muchas de las consecuencias de ese acto que se han vuelto visibles a lo largo de los años, incluida la prohibición de discriminar en base a la maternidad o la prohibición del acoso sexual a los empleados varones. Pero los límites de la imaginación de los redactores no ofrecen razones para ignorar las exigencias de la ley”.
En una sentencia que afectó a tres casos, el principal de los cuales fue Gerald Bostock vs. el Condado de Clayton, en Georgia, el Tribunal Superior concluyó: “Un empleado que despide a un individuo por ser homosexual o transgénero despide a esa persona por características o acciones que no habría cuestionado en los miembros de un sexo diferente”. Y por ende viola la ley federal de 1964.
La razón por la cual los demandantes recurrieron a esa norma en su apelación última es que en los Estados Unidos no existe una ley federal que explícitamente proteja a la comunidad LGBTQ en los casos de discriminación en el trabajo o en el acceso a la vivienda. Pero la Sección VII de la Ley de Derechos Civiles prohíbe la discriminación por “raza, color, religión, sexo u origen nacional”.
Si bien la jurisprudencia de la Corte Suprema en los últimos años ha avanzado en la dirección de proteger a las minorías sexuales —por ejemplo, anuló una ley de Texas que criminalizaba la sodomía y legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo en todo el país—, no se esperaba este resultado en un tribunal tan conservador como el que quedó conformado luego de que Trump nombrase a Gorsuch y a Kavanaugh, lo cual dejó a los cuatro jueces liberales en desventaja frente a los otros cinco.
Además, Gorsuch no sólo ocupó el lugar del juez Scalia —quien murió en febrero de 2016, pero que no fue reemplazado por Obama porque el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, lo dejó abierto argumentando que las elecciones estaban demasiado próximas— sino que ha sido un cultor de su filosofía. Scalia dejó como legado algunos de los fallos más conservadores del órgano máximo de justicia.