Sin el mínimo respeto por tratarse de una mujer elegida por el voto popular y mayoritario como Gobernadora en el Táchira, el Mayor General del Ejército, Carlos Augusto Leal Tellería, ordenó a su asistente que echara del ministerio de Alimentación a la abogada Laidy Yorveys Gómez Flórez, primera mandataria del fronterizo estado. Demostró el funcionario uno de los problemas más frecuentes en los militares: la incapacidad de ejercer apropiadamente funciones en la administración pública cuando deben relacionarse con autoridades legales y legítimas.
Por Sebastiana Barráez / Infobae
La mandataria tachirense se presentó, el jueves pasado, al edificio Las Fundaciones, en la Avenida Andrés Bello de Caracas, donde funciona el Ministerio de Alimentación. “Fui al Ministerio, como en otras oportunidades lo había hecho, a ver si lograba la asignación de alimentos para el Hospital Central de San Cristóbal”, uno de los más importantes de la región occidental por la cantidad de pacientes de Táchira, Apure y Barinas, así como del otro lado de la frontera que atiende.
“En realidad pregunté por el nuevo presidente de Cuspal (Corporación Única de Servicios Productivos y Alimentarios C.A.)”, relata la Gobernadora a Infobae. “No es la primera vez que voy. Siempre habían sido muy atentos, por lo menos cuando estaba el anterior Ministro de apellido Medina. Con la nueva administración y la sustitución del presidente de Cuspal, me presenté para solicitar lo que necesita el Hospital y el estado Táchira”.
Hay que destacar que el ex ministro Luis Alberto Medina Ramírez también es General, aunque retirado de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. El actual, Leal Tellería, es oficial activo, aunque debió irse de la institución castrense en julio de 2019 después de terminada su carrera militar de 33 años.
La Gobernadora Laidy Gómez dijo que la hicieron esperar, a ella y a la directora de su despacho la abogada Andrea Duque, largo rato en la recepción del Ministerio que está en la planta baja del edificio, porque no le permitieron subir. “Bajó un funcionario, de casi 60 años de edad, canoso y de contextura delgada, quien dijo ser el asistente del ministro”.
Narra que el hombre le dijo que, por orden del ministro, debía retirarse del lugar, porque no estaba autorizada para estar ahí, como si aquello fuera un cuartel y no una dependencia civil que debe estar al servicio de los venezolanos.
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Lo inaudito es que el funcionario le dejó ver claramente que el problema directamente era con ella, es decir con la Gobernadora, porque incluso le precisó que la directora del Despacho podía quedarse, pero que ella debía retirarse del lugar de inmediato. Por supuesto decidieron irse las dos mujeres.
Gómez insiste que su única razón para ir a esa oficina era hablar con el nuevo presidente de Cuspal y “plantearle la preocupación que tenemos por los alimentos para los pacientes del Hospital Central y el Lactovisoy para el vaso de leche”.
Quién es Leal Tellería
Un oficial en la especialidad tanquista a quien Maduro ascendió a Mayor General, en julio pasado, aunque ya debería estar retirado de la Fuerza Armada. Antes de llegar al Ministerio de Alimentación fue comandante general de la Milicia Bolivariana, que aunque Hugo Chávez la designó componente de la Fuerza Armada Nacional, violando la Constitución de la República Bolivariana, no pasa de ser una organización de civiles armados.
Carlos Augusto Leal Tellería pertenece a la promoción del Ejército 1986 “Francisco de Paula Alcántara”. Ha tenido cargos importantes como jefe de la Zona Operativa de Defensa Integral (ZODI) en el estado Carabobo. Es un oficial incondicional a Nicolás Maduro, quien lo designó, en el año 2015, jefe del Comando Popular-Militar contra la guerra económica. En el 2016 sube a comandante de la Región de Defensa Integral Guayana (REDI).
Un general lo cataloga de haber sido “buen oficial, muy disciplinado. Por su especialización tanquista, en el área de blindado, gozaba de respeto y prestigio porque conoce el sistema, tenía conocimientos militares sobre el empleo del arma de blindados. En los cursos que realizaba en su arma tenía buenas calificaciones”.
Varios oficiales le reconocen el don de mando muy apropiado y necesario en el mundo militar. “Muy estricto y de carácter fuerte”. Hay coincidencia es que “es un hombre honesto, perseverante e intransigente, aunque su capacidad intelectual no va más allá de su conocimiento militar”.
En eso coincide con otro oficial de alto grado quien describe a Leal Tellería como “un oficial del arma de blindados. Tuvo dificultades serias para el idioma inglés, razón que me hace pensar que su pensamiento abstracto no es muy bueno, pero su pensamiento concreto es excelente y por eso es blindado”.
Expresa que “Leal ocupó el primer lugar en el curso de blindado y por ello fue enviado hace unos años a Estados Unidos, pero reprobó en el curso de idiomas y por ello devuelto a Venezuela. Es un excelente cumplidor de órdenes y es exigente en su cumplimiento. Es un buen trabajador y no tiene horario cuando de trabajo se trata”. Destaca: “No lo veo corrupto. Nunca se ha escuchado que haya estado en cosas irregulares e ilícitas”.
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Quienes describen a Leal Tellería sin duda que hablan de un buen oficial, que cumple apropiadamente con sus funciones y con la subordinación y la disciplina, pero queda demostrado que es un pésimo funcionario en la administración pública si pretende que todos son soldados y que no tiene idea de aquello del poder militar y su subordinación al poder civil, partiendo del principio de que la Fuerza Armada tiene el monopolio de las armas de la República, como dice la Constitución de la República Bolivariana.
Al general Leal Tellería se le olvidaron dos cosas básicas en un funcionario: que la Gobernadora Laidy Gómez, a diferencia de él, no fue electa por el dedo presidencial, sino por los votos de la mayoría de los tachirenses, por lo que tiene legalidad y legitimidad. Además, y quizá lo más elemental, olvidó que la educación y el respeto es básico en el trato hacia cualquier persona. Debe ser que el alto oficial sospecha que tratar bien a la Gobernadora le puede significar ser mal visto por Nicolás Maduro.
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