Tras pasar dos semanas conectado a un ventilador, y sufrir un fallo renal, cardíaco y pulmonar, un médico de urgencias de la ciudad de Seattle, en el estado de Washington, contó este lunes cómo logró recuperarse del Covid-19, un viaje que él describió como “un roce con la muerte”.
Por Infobae
Ryan Padgett, doctor del hospital EvergreenHealth Medical Center, en Kirkland, empezó a sufrir los primeros síntomas el 7 de marzo, según narró en una entrevista para The Seattle Times. Primero, comenzó con un dolor de cabeza leve al que siguió dolor de cuerpo. Unas molestias que cuando eres médico de urgencias “pasas por alto rápidamente”, explicó.
Dos días más tarde, su salud empeoró. Una tos severa le impedía respirar con normalidad, y entendió que probablemente se había contagiado de Covid-19. Descolgó el teléfono e informó al hospital de su estado. Aunque a lo largo de su carrera profesional se había ausentado menos de cinco veces por enfermedad, aquel día decidió no ir a trabajar. Por su edad, 45 años; su estado saludable; su profesión y sus años en el equipo de fútbol americano de la Universidad de Northwestern, creyó que no sufriría ninguna complicación por el coronavirus. Pero no fue así. Poco después, su cuadro clínico se agravó.
El 13 de marzo, Padgett regresó a su unidad de urgencias, pero no lo hizo como médico. Sus niveles de oxígeno en sangre eran alarmantes. Aproximadamente ocho horas después de ser hospitalizado, sus colegas del centro le intubaron y le conectaron a un respirador.
“Me dijeron que podía hacer una llamada rápida a mi esposa antes de que me intubaran. Le dije a quién contactar para cobrar el seguro de vida”, contó. “Después de eso, pasaron 16 días que no existen en mi memoria”, añadió.
Ryan Padgett fue uno de los primeros médicos del estado en dar positivo a la prueba del Covid-19. Cree que se contagió después de recibir en su unidad “una avalancha” de adultos mayores procedentes del Centro LifeCare, la residencia de ancianos de Kirkland donde se detectó el primer brote del nuevo coronavirus en Washington.
“Pienso que estuve expuesto a uno de los pacientes del Centro LifeCare. No puedo confirmar esa parte por supuesto. Pero estuve expuesto en ese período”, recordó el doctor, que explicó que a principios de marzo, lidiar con la pandemia era un verdadero desafío para el personal del hospital, que apenas había aprendido cómo ponerse el traje de protección individual.
Después de ser intubado en el centro médico EvergreenHealth, su condición se agravó. Desesperados, sus compañeros solicitaron su traslado a la clínica Swedish Medical Center, adonde llegó el 16 de marzo para recibir un tratamiento experimental.
Su peor enemigo: su sistema inmune
Cuando Padgett fue admitido en el Swedish Medical Center, estaba a unas horas de distancia de la muerte.
“No sólo presentaba insuficiencia respiratoria, sino también fallo cardíaco y renal”, contó a The Seattle Times el Doctor Sam Youssef, cirujano cardíaco y director del programa avanzado de soporte mecánico del hospital Swedish.
Salvar su vida pendía de un hilo. Por eso, el equipo de médicos optó por tomar medidas que en cualquier otro caso habrían sido la última opción. “No la primera, ni la segunda, ni tampoco la tercera”.
En cuanto Padgett fue hospitalizado, los expertos del centro utilizaron el sistema de asistencia de Oxigenación por Membrana Extracorpórea (ECMO, por sus siglas en inglés). Este tratamiento, que requiere los cuidados de dos enfermeras por paciente, extrae sangre del cuerpo del enfermo, la oxigena y la devuelve al cuerpo a través de tubos insertados en la ingle del paciente. Se trata de un “pulmón artificial” que permitió al equipo de médicos que atendió a Padgett ganar tiempo.
En América del Norte, sólo 202 pacientes con Covid-19 han recibido tratamiento ECMO, según la Organización de Soporte Vital Extracorpóreo (ELSO). Y en el estado de Washington, únicamente dos hospitales cuentan con esta técnica. Uno de ellos, es el Swedish.
“Había todo un proceso destruyendo sus pulmones, su corazón, destruyendo sus riñones”, contó Youseff.
Fueron los avances de un grupo de investigadores chinos los que permitieron al personal del hospital detectar por qué estaba ocurriendo este “proceso”, y dar una respuesta. Según el estudio de los expertos asiáticos, en algunos de los pacientes más graves presentaban una “tormenta de citocinas”. En estos casos, el cuerpo produce un alto número de estas proteínas inflamatorias, que hace que el sistema inmune del paciente entre en guerra contra sus propios órganos.
“Algunos pacientes se enferman mucho, muchísimo. Quizás es su propio sistema inmune el que les conduce a esos grados de enfermedad, y no el virus en sí mismo que causa daños a los pulmones”, explicó a The Seattle Times Krish Patel, médico que trató a Padgett y que ejerce como director del Programa de Linfoma del Swedish Cancer Institute.
Los análisis de laboratorio de Padgett fueron claves para inclinarse por el tratamiento experimental. El equipo decidió recurrir a un uso no indicado del Tocilizumab, un medicamento inmunodepresor que suministraron al paciente para cancelar la respuesta autodestructiva de su sistema inmunológico.
“En el transcurso de los siguientes cuatro o cinco días, pudimos ver que esos indicadores inflamatorios disminuyeron significativamente”, explicó el Doctor Youseff.
“Básicamente, mi sistema inmunológico era lo que me iba a matar. Eso es lo que me estaba matando”, aclaró Padgett en la entrevista.
Así, la recuperación de Padgett se convirtió en un caso que, en opinión de los médicos, puede ayudar a entender cómo se comporta la enfermedad y por qué en algunos pacientes el cuadro clínico se agrava. El experto de urgencias no puede recordar nada de lo que ocurrió durante 16 días, pero sabe que si hoy está vivo, es gracias a un equipo de profesionales de dos hospitales que no se dieron por vencidos.
“Es una lección de humildad increíble en medio de esta pandemia, donde estamos perdiendo a tantas personas cada día, saber que si estás vivo es gracias a este increíble equipo de 15 médicos en dos hospitales que se negó a decir: ‘No podemos hacer más’, y salvaron mi vida”, dijo agradecido.
En declaraciones a la estación National Public Radio (NPR), aseguró que el virus “da muchísimo miedo” porque no sólo afecta gravemente a pacientes vulnerables, sino también a personas jóvenes y saludables. “La perspectiva cambia, te lo digo. Cuando sobrevives a algo como lo que yo sobreviví, te das cuenta de que hay muchas cosas que no importan”, añadió.
“Te das cuenta de que hay momentos en la vida que están completamente fuera de control y tienes que poner tu confianza y tu fe en las manos de otra persona”, dijo a The Seattle Times.
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