El asesinato del joven dentista Reinier Sánchez González, cuyos restos descuartizados fueron encontrados en la localidad de Ñuble, a 420 kilómetros al sur de Santiago, provocó impacto y la policía rápidamente dio con los principales sospechosos. Uno de ellos, Rolando Villagrán Retamal, consiguió ser trasladado de la cárcel tras denunciar ser víctima de “amenazas” por parte de otros presos.
Por Cristián Torres | Infobae
Un triángulo amoroso sería la clave para el desenlace fatal que terminó con la vida del dentista cubano Sánchez González, cuyos restos fueron encontrados por partes en un río del sur de Chile. El principal sospechoso en esta causa es su ex jefe Rolando Villagrán Retamal, quien tras varias semanas intentando el beneficio, continuará en la prisión preventiva impuesta por el Juzgado de Garantía de San Carlos.
Su abogado, Bernando Jorquera, acusó a Gendarmería de desacato por negarse en una primera instancia al traslado: “Mi representado ha sufrido amenazas verosímiles y mantiene rencillas ciertas con sus pares al interior del penal de Chillán, toda vez que dado la connotación mediática de la investigación por la que se encuentra formalizado y privado de libertad, sufre del acoso constante de los mismos, amenazas a su integridad física y también su vida, llegando en algunos casos a amenazar con extorsionar a su grupo familiar”, afirmó.
En paralelo, continúa abierta la investigación a cargo de la fiscal jefa de la Fiscalía Local de San Carlos, Tamara Cuello, quien el pasado 13 de septiembre formalizó por homicidio calificado a Villagrán, de 55 años, y a su pareja, Clara González Figueroa, de 39.
El caso y el impacto en Chile
Los hechos salieron a la luz el pasado 3 de agosto, cuando quedó al descubierto el asesinato del profesional cubano, luego de que un grupo de niños que jugaba en la ribera del río Perquilauquén (a 360 km dirección sur), dieron con el macabro hallazgo: restos humanos.
Primero apareció al interior de una bolsa plástica un pie de la víctima, tras lo cual lugareños encontraron más partes de un cuerpo que hasta el momento era considerado NN. La Brigada de Homicidios de la PDI de Chillán estableció en ese momento que se trataba de “un hombre joven”.
Según reportes publicados en medios locales tanto la Policía de Investigaciones y el Ministerio Público coincidieron en afirmar que los responsables del crimen hicieron todo lo posible por evitar la identificación del cadáver, lo que dificultó la investigación y les permitió ganar tiempo. De hecho, en la formalización la fiscal expuso que Reinier tenía tatuado un ángel de grandes dimensiones en su espalda, la que hasta el minuto no ha sido encontrada, junto con lo cual sus dedos habían sido cortados y dañada la zona de huellas dactilares.
Pese a todas las medidas para que los restos no fueran identificados, funcionarios del Laboratorio de Criminalística (Lacrim) de la Policía de Investigaciones (PDI) lograron días después recuperar parte de una huella digital y así establecer la identidad de la víctima.
Asimismo, la autopsia realizada en el Servicio Médico Legal no fue concluyente respecto a la causa de muerte de Reinier, pues no contaban con los órganos vitales de la víctima. Lo que sí se pudo establecer es la data de muerte, de aproximadamente un mes. También determinaron que para el descuartizamiento usaron una sierra y un hacha.
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