Ante la XXV edición del Foro de San Pablo (FSP), que entre el 25 y el 28 de julio reunirá en Caracas a representantes de unas 120 organizaciones y partidos de izquierda, los cubanos exiliados que se agrupan en Patria de Martí se reunieron en el simposio «Foro de São Paulo: Mecanismo de subversión comunista» en Miami. El politólogo Julio Shiling, quien organiza esta reunión mensual (en junio el tema fue «Socialismo: lo que es no es» y en agosto será «Capitalismo: lo que es y no es»), convocó a los analistas políticos Julio Quiveiro y José Benegas para hablar del FSP.
Por Infobae:
«La Unión Soviética se convirtió en el promotor más exitoso de la subversión comunista», presentó Shiling el tema. «Pero la administración de Ronald Reagan la enfrentó con un proactivismo estratégico. Cuando cayó la URSS, su más fiel agente, la revolución castro-comunista en Cuba, ya no iba a contar con el dinero de Moscú. Había que reestructurar. Entonces vino un internacional nuevo en San Pablo para rescatar y reformular el comunismo«.
Shiling describió la llegada del centroizquierda y la izquierda al poder en distintos países latinoamericanos mediante el voto como «una reaparición de lo que [Salvador] Allende quiso hacer en Chile«. La idea del FSP, siguió el presidente de Patria de Martí, era «tomar medidas para que no ocurriera lo que sucedió en Chile».
La década de 1990 «fue un constante plantar semillas que dieron resultado con el régimen dictatorial de Venezuela de Hugo Chávez«. Y durante la siguiente «vimos los frutos en Argentina, Nicaragua, Bolivia y Rusia con [Vladimir] Putin». Todos generaron, dijo, «crisis fabricadas para reformar la constitución y obtener la legalidad»
Lo más peligroso, opinó, fue «la reacción de las democracias del mundo», que creyeron que «era posible entenderse en la mesa del mercado», y desarrolló el ejemplo de la «lógica del vínculo con China». El lenguaje del odio y el del medioambiente también, señaló, son otros argumentos.
«El mundo libre sigue sin entender que, si la receta —que funcionó, particularmente en este continente— de enfrentarlos ideológicamente pero también bélicamente, dio frutos, ahora puede funcionar igual», cerró su introducción.
Shiling presentó entonces a Benegas, quien hizo una breve explicación sobre «la diferencia entre el capitalismo y el socialismo: el derecho de propiedad«. Eso sucede porque «la abrogación del derecho a la propiedad es la abrogación de la libertad». Agregó: «No hay tal cosa como un socialismo democrático, porque lo primero que desaparece cuando desaparece el derecho a la propiedad es la independencia del individuo y del ciudadano».
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Subyace un problema institucional, dijo: «La ley, en el sentido anglosajón, no es una legislación que aprueban tres diputados y firma un presidente. La ley, el derecho común, nace de la actividad de las personas y está por encima del estado«. Aludió a Venezuela: «Gente mucho más inteligente que [Nicolás] Maduro ha fracasado con el socialismo, porque no se puede sino fracasar con algo que va en contra de la naturaleza humana».
El título de su presentación, «¿Cómo se libera un país después de caer en el socialismo del modelo del FSP?», requería dos enfoques. «Uno, urgente: tirar abajo la tiranía. El otro, tan importante y a veces más difícil, es deshacerse del socialismo. La democracia no se completa si no se termina con el socialismo», dijo Benegas.
El analista aludió a la socialdemocracia como «el inicio de la puesta en duda del sistema», porque «rompió la relación de independencia de los ciudadanos con respecto al estado» con su posición asistencialista. «Asistido por el gobierno ya no soy un ciudadano, soy un esclavo, una oveja, ganado que está siendo criado. Y los pastores al final se comen a las ovejas».
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El énfasis, destacó, no debe estar en deshacerse del tirano, sino de la tiranía: dio el ejemplo de la alianza internacional que sacó a Juan Manuel de Rosas —a quien no nombró— del poder en la provincia de Buenos Aires, para dar lugar a la sanción de la constitución liberal de Argentina en 1853. «La dictadura son las reglas jurídicas», subrayó.
«Hay dos formas de abrogar la propiedad privada: una es la expropiación directa, como ocurrió en Cuba; en Venezuela se dio el otro estilo, el nacional-socialista, que establece tal autoridad sobre la economía que es lo mismo que si la abrogara. Uno es dueño de su casa pero, si Chávez la quiere, se la lleva, o el ministerio de Economía puede causar la quiebra de una empresa«.
Luego de Benegas habló Quiveiro, quien resumió la historia de vida del peruano Eudocio Ravines, un político que se enamoró del comunismo «y llegó a ser el principal agente soviético en América Latina«, pero que luego de su segundo viaje a la URSS, y de haber pasado de ser un mimado de Moscú a ser investigado por sus contactos con los trotskistas en España, abjuró del marxismo «y se convirtió al mercado libre».
No se trató solamente de un rechazo a Stalin ni a su pacto de 1938 con la Alemania nazi: «No fue una cuestión de hombres sino de sistemas», coincidió con el orador anterior.
La ponencia se tituló «El camino de Yenán: un preludio del FSP», en homenaje a Ravines, cuyo libro La gran estafa detalló su desengaño. Publicado en 1954, es una versión corregida de El camino de Yenán, que había publicado en 1951. «Fue uno de los métodos que utilizó el comunismo para introducirse en América Latina y específicamente en Asia«, dijo Quiveiro. Yan’an, o Yenán, fue el lugar donde Mao Tsé Tung puso final a su Larga Marcha, el 20 de octubre de 1935.
En su primer viaje a la URSS, Ravines «sufrió un pequeño shock al observar que una cosa era la teoría que con tanta fe y ardor había defendido y otra la realidad que veía«: en el tren recibió porciones de comida minúscula y observó gente astrosa; en Moscú «comprobó la opulencia de los jerarcas».
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En el segundo, tuvo otras tres sorpresas: «Se asombró de no ver nunca un obrero ni un campesino en las deliberaciones del partido; cuando preguntó la razón por la que faltaban medicamentos le respondieron que era indispensable gastar en armamento; vio el comienzo de las purgas de Stalin, liquidando a sus propios camaradas«.
Ravines detalló en su libro que la estrategia del camino de Yenán era la incorporación de otros sectores sociales y culturales a la difusión ideológica, por la fuerza de seducción del poder. «Los comunistas rusos quisieron dominar el mundo», agregó Quiveiro. «Lo disfrazaron de la gran revolución proletaria mundial, pero los hechos posteriores demostraron que sólo buscaban un imperio zarista rojo«.
La herencia del camino de Yenán en el FSP, concluyó, es el establecimiento de «una coalición con organizaciones de izquierda no comunistas, frentes populares, para llegar al poder por la vía electoral, y una vez allí hacerse con el poder absoluto y desechar a sus aliados».
A continuación el auditorio de la West Dade Regional Library, parte del sistema de bibliotecas públicas de Miami-Dade, se abrió a las opiniones y preguntas del público. Surgió entonces el tema de Nicaragua, y reiteradamente se discutieron las situaciones de Cuba y, sobre todo, se volvió una y otra vez a Venezuela.
Una mujer, por ejemplo, planteó la recaudación de capitales de empresarios venezolanos para «crear una fuerza mercenaria» que depusiera a Maduro. La discusión subió de temperatura; luego de hablar del papel de la presencia cubana en el palacio de Miraflores se volvió al tema de la ponencia de Benegas: qué soluciones serían posibles.
«Llega un punto en que la situación de confrontación es de armas contra armas. ¿Cómo se liberaron nuestros países del despotismo de la corona española?», preguntó el analista político. «Con las armas. Se habla mucho del mantenimiento de la paz. Hasta Maduro habla del mantenimiento de la paz. Se ahorran muchas balas difundiendo la idea del pacifismo. Pero en Venezuela no hay paz«.
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John Locke, recordó, «definía el estado de guerra como una situación que tengo con alguien que viola mis derechos individuales y no está dispuesto a respetarlos». Eso sucede en Venezuela, subrayó. «Es indudable que se necesita el uso de la fuerza. ¿Cómo se reúne la fuerza? Es todo el trabajo a hacerse. Es lo más difícil de todo», concluyó Benegas. «Seguramente lo tiene que liderar Estados Unidos, seguramente tienen que acompañar los países de América Latina».
Con información de Infobae