El cambio a autobuses escolares eléctricos podría reportar importantes beneficios para la salud y el clima, según sugieren los investigadores en un nuevo análisis que trata de cuantificar esas ganancias en dólares.
El estudio, publicado en la revista PNAS, calcula los beneficios por kilómetro de la sustitución de autobuses diésel por eléctricos en 3.108 condados de Estados Unidos. Los investigadores combinaron datos sobre la contaminación media de los autobuses diésel con estimaciones estadísticas del coste de mantenimiento y reparación, el impacto ambiental de las emisiones diésel y el valor en dólares de los nuevos casos de asma infantil y las muertes que podrían atribuirse a dicha contaminación.
Una parte sustancial del medio millón de autobuses escolares que hay en Estados Unidos son “vehículos diésel antiguos muy contaminantes”, escriben los investigadores. Aunque las emisiones han disminuido con el tiempo gracias a una mayor regulación, añaden, los modelos diésel más antiguos y contaminantes siguen siendo habituales. En junio de 2023, escriben, sólo 2.277 autobuses escolares eléctricos habían sido encargados o entregados, o estaban en funcionamiento en todo el país.
Sustituir un autobús diésel medio generaría un beneficio de 84.200 dólares por autobús, dividido casi a partes iguales entre efectos sobre la salud y sobre el clima. Los investigadores concluyen que esta sustitución reduciría las emisiones de dióxido de carbono en 181 toneladas métricas por autobús, así como las muertes infantiles y los casos de asma provocados por las emisiones de gasóleo.
Los beneficios variarían en función de la ubicación, generando los autobuses hasta 247.600 dólares en beneficios en las áreas metropolitanas densas. Los efectos serían menores en las zonas rurales, ya que las emisiones de diésel afectan a poblaciones más reducidas.
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Los beneficios tendrían un coste, reconocen los investigadores; estiman que un autobús escolar eléctrico no subvencionado cuesta una media de 156.000 dólares más que un autobús escolar diésel nuevo a lo largo de la vida útil del vehículo. Pero en las grandes áreas metropolitanas, escriben, “sustituir un número relativamente pequeño de kilómetros recorridos por autobuses diésel podría suponer importantes beneficios para la salud pública”.
“En un entorno urbano denso, en el que la mayoría de las flotas de autobuses escolares siguen estando formadas por viejos autobuses diésel, el ahorro que supone la electrificación de estos autobuses supera los costes de su sustitución”, afirma en un comunicado de prensa Kari Nadeau, profesora de Estudios del Clima y la Población y de Salud Medioambiental en la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard y autora principal del estudio.
“Por no hablar de cómo los beneficios tangibles de los autobuses escolares eléctricos pueden mejorar la vida – especialmente para las minorías raciales y los que viven en comunidades de bajos ingresos que están desproporcionadamente afectados por los riesgos cotidianos para la salud de la contaminación del aire”.
Según los investigadores, los negros, los hispanos y los estadounidenses con rentas bajas serían probablemente los más beneficiados si las grandes áreas metropolitanas electrificaran su flota de autobuses escolares. Reclaman más estudios sobre la exposición de los niños que viajan en los autobuses a la contaminación por partículas, porque los datos sobre la contaminación en cabina generada por los autobuses más nuevos aún no están claros.
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