La relación de Uruguay con los bancos regionales de desarrollo está dando frutos, ahora que pide prestados US$1.400 millones en líneas de crédito de bajo costo para financiar su respuesta al coronavirus en lugar de depender de los volátiles mercados de bonos, como lo hacen sus pares regionales.
Uruguay pudo aprovechar esas líneas de crédito preaprobadas rápidamente y en términos atractivos, ya que los préstamos están vinculados a la tasa Libor, que está cerca de mínimos históricos, informó su ministra de Finanzas, Azucena Arbeleche.
“Uruguay no tiene ninguna urgencia” para vender bonos en los mercados internacionales de deuda, dijo en una entrevista telefónica. “El camino que hemos elegido ha sido gatillar las líneas de crédito contingente con los organismos multilaterales”.
Los mercados de deuda han reabierto para los emisores de mercados emergentes en las últimas semanas, después de permanecer en gran medida fuera de los límites durante la mayor parte de marzo debido a la volatilidad relacionada con la pandemia. Paraguay, Perú y Panamá han vendido US$6.500 millones en bonos en dólares desde fines de marzo para financiar el gasto en atención médica y el estímulo económico.
El Banco Interamericano de Desarrollo ya ha desembolsado US$800 millones, y Uruguay recibirá otros US$250 millones del banco y US$350 millones de la CAF en unos días, dijo. El gobierno también está buscando préstamos del Banco Mundial y del banco de desarrollo Fonplata, además de negociar nuevas líneas de crédito con el BID, el Banco Mundial y la CAF. Arbeleche declinó comentar sobre las sumas involucradas.
Fin del auge
El presidente Luis Lacalle Pou, quien comenzó su mandato de cinco años el 1 de marzo, está lidiando con la mayor desaceleración de su país desde que una crisis financiera regional provocó que la economía se desplomará en 2002.
Después de crecer solo 0,2% el año pasado, el Fondo Monetario Internacional ahora espera que la racha de crecimiento de 17 años de Uruguay termine con una caída del PIB del 3% en 2020.
La construcción de una planta de celulosa por parte de la finlandesa UPM Kymmene Corp -que invertirá alrededor de US$1.000 millones en el proyecto solo este año- y una importante línea de ferrocarril se encuentran entre los pocos puntos brillantes en una economía en camino a la recesión.
El gobierno planea gastar US$400 millones y canalizar más de US$2.600 millones en préstamos a empresas para mitigar las consecuencias para la sociedad de la pandemia. El reinicio de la economía depende de mantener a las empresas vivas y atraer inversiones a través de incentivos como exenciones fiscales para proyectos de construcción de gran escala, dijo Arbeleche.
“Va a ser un shock profundo, pero transitorio. Estamos trabajando en una recuperación en forma de V”, dijo.
Un mayor gasto y una caída en los ingresos fiscales empujarán el déficit del sector público por encima del 5% del producto interno bruto este año, dijo. Las compañías de calificación crediticia han citado los déficits crónicamente altos de Uruguay como un riesgo para su calificación de grado de inversión.
“Debido a la crisis, la mejora fiscal planeada para 2020 se pospone para 2021”, dijo.
(C) Bloomberg.-
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