Varias ciudades de la extensa frontera entre México y Estados Unidos albergan a miles de migrantes, la mayoría centroamericanos, quienes buscan asilo político para así materializar el sueño americano. Alegan persecución, torturas, abusos o discriminación en sus países de origen. Llegan solos o en familias, mayores y menores de edad. El fin es uno solo: lograr la tan ansiada antorcha americana.
Por Infobae
En una carrera contra el tiempo, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, trata de contener la migración legal e ilegal, al endurecer las leyes de asilo e intenta levantar un muro de concreto que corte el paso de los más osados.
En todo caso, sigue llegando gente dispuesta a arriesgarlo todo. En la ciudad de Matamoros, en el estado de Tamaulipas hay migrantes que aspiran a pasar hacia Brownsville, punto fronterizo en Texas.
Pero no solo hay mexicanos, hondureños, salvadoreños, nicaragüenses o guatemaltecos intentando colarse por el Río Bravo hacia Estados Unidos. Infobae comprobó que hay cada vez más venezolanos, que hacen un largo recorrido por varios países de la región hasta llegar a suelo tamaulipeco. Es la forma de ingresar sin visa estadounidense.
“Esto no era usual. Por acá no pasaban venezolanos. Ahora están llegando cada día más y son personas de clase media o media baja. Tienen cierto grado de instrucción y muchos tienen familia en los Estados Unidos. Huyen de Venezuela pues consideran que el gobierno de Maduro los persigue. Hacen viajes larguísimos y asumen que pueden llegar a Norteamérica aun cuando el venezolano no tiene una condición especial migratoria. Tienen que hacer los mismos procedimientos y esperar las citas que asigne migración de Estados Unidos”, dice Gladis Cañas, coordinadora de la asociación civil mexicana “Ayudándolos a triunfar”, capítulo Tamaulipas. Presta ayuda logística a los migrantes. Dona agua, alimentos, lencería, medicinas a los que llegan a Matamoros. “Recibimos fondos de la sociedad civil mexicana”, agrega Cañas.
Advierte que no todos los venezolanos califican para un asilo político, “pero hay gente que llega con su familia muy bien preparada y documentada, realmente son perseguidos políticos y pasan a Estados Unidos. Desde este punto ha habido casos que han recibido el asilo en la primera cita con funcionarios del gobierno Americano”.
Entre las carpas
Por un acuerdo entre los gobiernos de México y Estados Unidos, los solicitantes de asilo político en la frontera binacional deben esperar su cita con un juzgado de inmigración en territorio azteca.
Varias calles de Matamoros están llenas de carpas. Son refugios improvisados que arman los migrantes para esperar su cita. “Las carpas son de buena calidad y las donan los gringos que vienen todos los domingos a visitarnos y a dar clases de inglés a los niños. También traen comida, medicinas y ropa”, dice Carlos Luna, migrante guatemalteco, líder de un grupo.
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