Por cuarta ocasión desde 2016, representantes del chavismo y la oposición entablan conversaciones para buscar salidas a la crisis que atraviesa Venezuela, cuya economía está sumida en una hiperinflación que suma tres años y nueve meses, la segunda más larga de la historia, según datos del Fondo Monetario Internacional.
Por Adriana Núñez Rabascall – VOA
Ninguno de los anteriores encuentros tuvieron éxito: ni los sostenidos en Caracas, con la mediación de El Vaticano; ni los de Santo Domingo, con el aval de Chile, México y República Dominicana; ni los que tuvieron lugar en Oslo y Barbados, con la facilitación del Reino de Noruega.
En esta nueva etapa -guiada una vez más por Noruega-, la sede de las reuniones será Ciudad de México, a donde cada bloque irá con un objetivo diferente: mientras el oficialismo busca un levantamiento de las sanciones impuestas a su gestión por Estados Unidos y la Unión Europea, la oposición impulsa un adelanto de elecciones presidenciales, previstas para 2024.
La cita es vista por analistas consultados por la Voz de América como un paso necesario, pero que no traerá resultados a corto plazo.
«Lo que se puede esperar, lamentablemente, es poco, porque gobierno y oposición están en una posición totalmente asimétrica. El gobierno controla instituciones, controla territorio, controla el poder y la oposición está en una posición donde, lo que quiere, es competir electoralmente para desplazarlo del poder», advierte el director del Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello, Benigno Alarcón.
Una encuesta elaborada por ese centro reveló que solo un 32 por ciento de la población confía en que este nuevo intento de diálogo pueda vislumbrar un cambio. «El problema es que hoy el gobierno tiene una situación de relativa estabilidad y eso hace que negociar el poder no sea atractivo», sugiere Alarcón.
Sin embargo, el periodista especializado en política y articulista de opinión, Pablo Peñaloza, cree que la debacle financiera y la falta de reconocimiento de Estados Unidos a la Administración de Nicolás Maduro son factores que impulsan al oficialismo a sentarse con sus detractores.
«Eso no quiere decir que vaya en condiciones de entrega, de rendición a ver cómo entrega el poder ¡para nada! Su objetivo es buscar esa estabilización en el poder y el reconocimiento», opina Peñaloza, quien también afirma que la oposición llega a México debilitada y con divisiones entre sus actores, pero con una carta a su favor.
«Tiene todavía el reconocimiento internacional y la negociación le permite desplegar su agenda, le da oxígeno a la oposición», señala el comunicador.
Por su parte, Alarcón ve poco probable que el oficialismo acceda a establecer una fecha para las presidenciales antes de 2024 y tampoco confía en que ofrezca mayores garantías para esos comicios.
«Si el retiro de las sanciones implica dar concesiones tales que ponen en peligro el control sobre el poder, obviamente, prefieren quedarse con las sanciones y con el poder, pero, si al final del día se puede negociar cierta moderación de las sanciones a partir de concesiones que no necesariamente implican la pérdida del poder, el gobierno seguramente va a estar dispuesto a considerar», asegura.
Para ambos analistas el camino hacia una transición política en Venezuela aún es largo, pero creen que estas conversaciones puedan traer otro tipo de convenios que le permitan al país instituciones un poco más equilibradas, pero no completamente imparciales.
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