Una de las grandes sorpresas de la jornada electoral chilena del fin de semana fue el amplio triunfo de los candidatos independientes a la convención constitucional, que desde junio redactará una nueva Carta Fundamental. De los 155 miembros, 48 convencionales postularon por listas independientes de los partidos políticos, es decir, el 31%. Si se les suma los 40 electos que no militan, pero que llegaron a la papeleta amparados por alguna colectividad –de diferentes sectores–, la cifra de independientes en el órgano llega a un 64%, según el Observatorio Nueva Constitución. En definitiva, sin contar los 17 escaños reservados para los pueblos indígenas, habrá solamente 50 constituyentes que militan en partidos políticos. La convención, que será paritaria (77 mujeres y 78 hombres) tendrá un año para sentar las normas básicas que regirán los destinos de Chile.
Los no militantes se organizaron mayoritariamente en dos listas. La del Pueblo, que surgió en el marco de las protestas sociales de 2019 y que logró articular una organización social y política, alcanzó 27 escaños en la convención (17,4%). La lista de Independientes por una nueva Constitución, en tanto, se quedó con 11 puestos en la asamblea (7%). Se trata de una agrupación de centroizquierda no militante que se define como “un grupo diverso, transversal y comprometido con la actividad pública” que trabaja “en organizaciones de la sociedad civil y la academia; desde la cultura, las ciencias, el urbanismo, las comunicaciones y los demás quehaceres sociales”. Tuvieron al no militante con mayor votación, Benito Baranda, un psicólogo ampliamente conocido en la opinión pública por su trabajo social. Además, otros 10 convencionales fueron electos por listas independientes a nivel nacional.
Los independientes han hecho tambalear el tablero político chileno y su triunfo fue una total sorpresa para los analistas y dirigentes de todos los sectores. Las proyecciones indicaban que obtendrían entre ocho y 16 escaños. Pero de acuerdo a la politóloga Pamela Figueroa, del Observatorio Nueva Constitución, resultaba imposible realizar cálculos electorales previos cuando debutan nuevas reglas del juego. “Las tres reglas nuevas –paridad, escaños reservados para pueblos indígenas y listas de independientes– ayudaron a que la convención representara algo distinto a los típicos órganos de representación”, asegura la académica.
El éxito de los independientes en las elecciones chilenas tiene directa relación con la crisis de representatividad de los partidos políticos. De acuerdo a la última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), solo el 2% de los chilenos confía en alguna de las colectividades que no han sido capaces de renovar sus cuadros (desde 2006 que han gobernado Michelle Bachelet y Sebastián Piñera).
La crisis de la democracia representativa no es nueva en Chile y explica, en parte, la abstención ya casi estructural en las elecciones, que no baja del 50% desde que se implementó el voto voluntario en 2012. En esta elección, tan importante para los destinos del país, también una mayoría de los electores optó por quedarse en su casa (un 57%).
Los independientes se han configurado como una fuerza emergente en la política chilena desde este fin de semana. Al analizar las listas y las propuestas de los electos –mayoritariamente desconocidos para el gran público– se observa que tienen un discurso transformador, que estaban a favor de cambiar la Constitución y que no se ubican en la derecha del espectro político. “Los 48 independientes votamos en octubre por cambiar la Constitución y que la convención fuera ciudadana y no compuesta a su vez por parlamentarios”, explica Baranda.
La Lista del Pueblo, por ejemplo, se define como un movimiento antisistema, según explica Daniel Trujillo, coordinador nacional de este movimiento que todavía no tiene sede ni dirección nacional y que sobrepasó en escaños al centroizquierda (que obtuvo 25, una gran derrota) y casi igualó al Partido Comunista y el Frente Amplio (28).
“Somos un movimiento ciudadano autoconvocado e independiente que se organizó para permitir la participación de los representantes del pueblo sin partidos políticos que representaran en la convención los valores de la revuelta”, explica Trujillo. Surgieron en la plaza Italia, el epicentro de las protestas en Santiago, que fue creciendo en la medida que fueron conectándose con los territorios, lo que les permitió armar listas en casi todos los distritos. “Creemos que la crisis a la que llegó la institucionalidad chilena se debe, precisamente, a que el sistema de partidos ha sido capturado por la élite económica que controla Chile”, asegura Trujillo, quien estima que todos los partidos tradicionales se cuadraron para proteger a Sebastián Piñera y a su Gobierno tras el estallido social de octubre de 2019. “Es una gran traición al pueblo movilizado en las revueltas y, por eso, con ellos nada”, asegura Trujillo.
Habla de una institucionalidad “caduca” y define a la Lista del Pueblo como “de izquierda”, pero sin ser anticapitalista. No les gusta el Gobierno de Piñera ni la elite económica que ha “capturado” a Chile. Pero refuerza la diversidad que lo compone: “Estamos en contra del modelo neoliberal, tenemos electos que suscriben el marxismo y hasta el trotskismo, como la compañera María Rivera. Pero también tenemos otras convencionales como la joven abogada Francisca Arauna, de 28 años, que resultó electa en un municipio campesino, una zona del latifundio chileno, que tiene un discurso basado en el feminismo, la colaboración y la defensa del medioambiente, no de la lucha de clases”, asegura Trujillo.
Como la Lista del Pueblo se configuró en torno a las movilizaciones de la plaza Italia –Plaza Dignidad, como la rebautizaron algunos sectores–, símbolos de la protesta adhieren a esta agrupación. Como la constituyente Giovanna Grandón, que se hizo conocida como Tía Pikachu por disfrazarse como el personaje de los videojuegos. O Sensual Spiderman, un hombre clave en la configuración de este grupo, famoso por usar el traje del superhéroe.
La cantidad de independientes hace prever que en la convención chilena no habrá ninguna disciplina partidaria, ni siquiera para los 40 no militantes que llegan al órgano constituyente amparados por los partidos. Será semejante, en cualquier caso, al Congreso chileno, donde hace mucho tiempo que no se vota en bloque. Desde la instalación de la convención, sin embargo, comenzarán a configurarse nuevas alianzas internas de cara a definir las nuevas leyes.
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