El interés de la dictadura chavista por impulsar movimientos afines en las democracias europeas es más que evidente. En la exclusiva que hoy revela ABC se informa de que el Gobierno de Hugo Chávez, con Nicolás Maduro en el cargo de ministro de Exteriores, financió con tres millones y medio de euros al Movimiento 5 Estrellas, partido fundado por el cómico Beppe Grillo, mediante un envío al consulado de Venezuela en Milán. El partido de Grillo, con un fuerte planteamiento fundacional de grupo antisistema, llegó al poder en Italia en coalición con el partido ultraderechista Liga Norte y antes y después de este acuerdo mantuvo una posición proclive a la dictadura bolivariana implantada en Venezuela. Había que ser leal al dinero recibido.
Estos nuevos datos se acumulan a los ya conocidos sobre la generosidad financiera de la Venezuela bolivariana para crear partidos y, si la cosa prosperaba, gobiernos satélites, a la vieja usanza soviética. Se ha tratado de una estrategia bien definida por el régimen chavista para infiltrarse en las vidas políticas no solo de los países de la región, sino también de algunas democracias europeas, con la finalidad de frenar las condenas a la restricción de libertades y derechos de los venezolanos. Es una faceta más del carácter ilegítimo del Gobierno de Caracas, implicado en turbias relaciones con movimientos terroristas como Hizbolá, en la extensión de redes de narcotráfico dirigidas por su cúpula militar y política, y en operaciones financieras delictivas, de las que puede dar buena cuenta Alex Nain Saab, calificado como testaferro de Nicolás Maduro en negocios con Irán y otros países aliados de Caracas, y recientemente detenido en Cabo Verde.
Venezuela siempre ha querido sustituir a Cuba en la extensión de un plan de desestabilización de la democracia en Iberoamérica y de intoxicación en Europa, donde nunca faltan aliados en la extrema izquierda y entre los “tontos útiles” que tanto se prodigan en los ambientes progres de la izquierda que, sin fundamento alguno, se las da de ilustrada. Sin ir más lejos, el Gobierno español sirvió de recepcionista a la vicepresidenta de Maduro en su escala ilegal en el aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid.
La financiación de partidos europeos por regímenes ilegítimos, como lo es el venezolano, es un escarnio inaceptable que debería avergonzar a sus dirigentes y condenarlos a la marginación en el juego democrático. Mientras la izquierda siga pensando que los dictadores socialistas son “de los suyos”, seguirá incurriendo en un acto de complicidad con sus crímenes contra la libertad, incompatible con los valores de la democracia parlamentaria.