El Alto Representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, está a un paso de dar al traste con el acuerdo político que suscribrió con el régimen de Nicolás Maduro para enviar una misión internacional de observación para las elecciones regionales y municipales del próximo 21 de noviembre. Caracas ha exigido a Borrell que pida disculpas por su “infausta declaración” durante su participación en el ‘Nueva Economía Fórum’ en Madrid, a la que calificó de “injerencista”.
Ante las críticas de que una misión de la UE solo reforzará a Maduro, el jefe de la diplomacia europea aseguró que “lo que legitimará o no al Gobierno de Venezuela es el informe de la misión europea”. Palabras mayores que desataron la cólera del chavismo que lo acusó de incumplir el convenio y los amenazó con no permitir su entrada al país si no rectifican inmediatamente. El Alto Representante se mantiene aún en silencio.
“Señor Borrell, así no. Si es así, mejor no venga. Si vienen a violentar los estándares de la ONU y el convenio que ustedes mismos firmaron, mejor no vengan”, dijo Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional venezolana y jefe de la delegación chavista que negocia en México junto a la oposición venezolana mejores condiciones electorales. Mientras tanto, el Alto Representante guarda silencio.
Tibieza con Maduro
El dirigente político y líder del partido político de ‘La Causa R’, Andrés Velázquez, puso en entredicho la nueva crisis diplomática entre el bloque comunitario y el país sudamericano: “Pienso mal de los reclamos de Maduro a Borrell, de lejos huelen a farsa. Todos hemos visto el comportamiento complaciente de Borrell y el Gobierno español con la tiranía de Maduro. Como dicen en mi pueblo: ‘me vas a cortar con esa hojilla de cartón’”.
La desconfianza por su extraña gestión con el tema venezolano está latente desde el año pasado cuando ABC publicó que el jefe de la diplomacia había pactado con la dictadura venezolana el envío de una delegación oficial a espaldas de Bruselas y que ni siquiera la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, estaba al corriente.
Borrell, que ha mostrado tibieza con el Gobierno de Venezuela y ha insistido en blanquear unas elecciones que no reúnen las garantías mínimas según la oposición, defendió a capa y espada que «si toda la oposición se presenta a estas elecciones, incluidos los partidos que apoyan a Juan Guaidó, presidente de la última Asamblea Nacional que la UE reconoce como legítima, entonces creo que tenemos que acompañarles porque es una mayor garantía para ellos».
También dejó caer un mensaje a los norteamericanos que cuestionaron primero la estrategia política de España en Iberoamérica y a los que Borrell ha desoído en sus últimas críticas sobre el proceso electoral en Venezuela: «Sé que a los americanos no les ha entusiasmado la idea», reconoció, pero «tenemos que tomar decisiones sopesando ventajas e inconvenientes».
La misión europea volverá a observar unas elecciones en Venezuela después de 16 años –la última en 2005– y estará presidida por la socialista portuguesa, Isabel Santos, que trabajará de la mano con once expertos electorales que se desplazarán a Caracas en los próximos días. Posteriormente, se sumarán otros 62 observadores técnicos, más otra treintena cuando se acerque la fecha electoral.
En las elecciones participarán algunos sectores de la oposición con la tarjeta de la MUD (Mesa de la Unidad Democrática), aunque varios de sus dirigentes, como Juan Guaidó, advirtieron a la comunidad internacional de que los comicios no serán «libres», por eso es necesario el acompañamiento de la Unión Europea.
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