Los años de oro pasaron a ser de cartón, ya que la tercera edad en Venezuela no puede darse el lujo de estar en casa descansando y disfrutando de lo hecho durante todo una vida laboral. la crisis y la migración cambiaron el patrón etario en materia laboral, pues los adultos mayores deben salir a la calle y reinventarse para seguir generando ingresos que ayuden a completar los gastos junto con la pensión, que no les alcanza para nada.
Mirian Martelo, de 68 años vende en las aceras de Quinta Crespo ropa usada que compra de segunda mano y algunos artículos que le regalan para completar sus gastos, ya que no cuenta con apoyo familiar.
“Anteriormente trabajaba en un módulo de Barrio Adentro y de joven trabajé para algunas empresas y por eso tengo mi pensión, pero no alcanza. Me toca trabajar así porque tampoco lo contratan a uno por la edad. Aquí ya tengo tres años vendiendo lo que me regalan o lo que logro comprar de segunda mano”
Otro caso semejante es el de Jorge Páez, quien al igual que muchos de su edad debe recurrir a las ventas en la calle para conseguir algo más de dinero que le permita garantizarse la comida.
“Uno trabaja acá para completar gastos, el dinero no alcanza y a pesar de que uno tiene la pensión y a veces caen bonos no puedo dejar de trabajar, yo no tengo hijos ni familia que me ayuden, trabajé muchos años en la Alcaldía de la Guaira pero el sueldo se me iba en pasaje”.
Otro inconveniente que deben sortear es las autoridades, ya que por estar en vía pública no está permitido el comercio informal y deben mantenerse atentos debido a que algunos solo pasan y avisan y otros les decomisan lo que venden, sin importar que sean personas adultas.
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“La policía a veces deja trabajar y otras veces no, pero es nuestro día a día, no hay que ser malagradecido porque hay algunos que pasan y solo nos dicen que recojamos pero otros nos quitan la mercancía sin importar que somos viejos”, indico Páez.
Rafael Cortez es nuevo en la zona. Comenzó recientemente como vendedor ambulante vendiendo la ropa que dejaron sus hijos y nietos luego de emigrar.
“Mis hijos y nietos se fueron a Colombia, yo vivo solo con mi esposa. Ella no puede trabajar, recién le asignaron una pensión por discapacidad y yo tengo la mía pero con eso no vivimos, ni siquiera podemos comer una semana entera, por eso mis hijas me dijeron que mientras ellas consiguen para ayudarnos podía vender toda la ropa que había en casa de ellas y de los niños. Por eso estoy aquí, porque es lamentable llegar a casa sin nada”.
En las calles de Caracas se ve desde hace tiempo infinidad de personas mayores vendiendo chucherías, comida y objetos personales, al igual que en las tiendas, donde logran ser aceptados para desempeñarse como vendedores o cajeros.
Sonia Beltrán, quien hasta 2010 fue propietaria de una tienda de electrodomésticos tuvo que salir nuevamente al ruedo laboral debido a que no posee una pensión y sus hijos trabajan del día a día. “Tengo seis meses trabajando en la tienda, tuve que salir a buscar algo de ingresos porque en casa somos tres y mis hijos trabajan por día, desde 2010 tuve que cerrar mi local por la crisis y bueno, uno lleva el pan, el otro los huevos y el otro el queso y así vivimos el día a día”.
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