PDVSA, la petrolera estatal de Venezuela, tiene hasta noviembre para aprovecharse de las exenciones de Estados Unidos, que permiten que algunas empresas reciban petróleo venezolano. No es un trabajo fácil. En algunos casos PDVSA tiene que valerse de su obsoleta flota para realizar las exportaciones, pagar los costos de flete, cambiar el nombre a sus cargueros, e incluso la bandera. Todo para librarse de las sanciones de Washington.
Daniel Gómez –ALnavío
Los tanqueros Colón y Parnaso, propiedad de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), están surcando el océano Atlántico con 1,2 millones de barriles de crudo pesado. Aunque zarparon en septiembre, no encendieron sus trasmisores de ubicación hasta el martes, cuando los detectó la consultora Refinitiv. Los datos muestran cómo al menos uno de estos barcos, el Colón, sigue la ruta que en septiembre empleó el Máximo Gorki para entregar dos millones de barriles a un cliente no revelado en Emiratos Árabes Unidos.
Estos movimientos forman parte de las maniobras que está haciendo PDVSA para esquivar las sanciones de Washington. Maniobras que van desde el empleo de sus propios petroleros y cobertura de los costos de flete, hasta el cambio de nombre y de bandera de sus embarcaciones.
El carguero Colón, por ejemplo, anteriormente era conocido como Arita. Y el Máximo Gorki como Ayacucho. De hecho, este último era la joya de la corona de Venezuela. Y lo era porque hace cuatro meses dejó de ser venezolano y ahora navega bajo la bandera de Rusia. El 27 de mayo fue inscrito en Moscú en el Registro Internacional de Buques para convertirse en el tanquero más grande que navega con bandera rusa.
Tampoco era habitual que PDVSA recurriera a su propia flota para realizar exportaciones. Sus barcos, al igual que la industria petrolera de Venezuela y el propio país, han sufrido las dos décadas de mala gestión del chavismo, ahora agravada por el bloqueo de Washington.
Esto ha llevado a PDVSA, además de ofrecer sus propios barcos, a cubrir “los costos de flete en varios de sus acuerdos para transportar el petróleo venezolano debido a las sanciones”, informaron fuentes conocedoras a la agencia Reuters.
Apurando las exenciones de Washington
Lo cierto es que ahora la petrolera venezolana está ajetreada. En septiembre sus clientes comenzaron a programar los últimos cargamentos. Los últimos porque entre octubre y noviembre finalizan las exenciones de Washington, las cuales permiten a algunas empresas seguir recibiendo petróleo venezolano.
Esto provocó que en septiembre PDVSA registrara su mayor número de exportaciones desde abril. El mes pasado partieron de los puertos venezolanos 24 cargueros que transportaron una media de 690.000 barriles por día.
De acuerdo a documentos oficiales de la petrolera, más del 40% de las exportaciones fueron hacia la India, seguidos de los envíos a otros destinos de Asia y Oriente Medio. Mientras tanto, las exportaciones a Europa se mantuvieron estables en torno a los 60.000 barriles por día.
El problema de la gasolina
Para alguien ajeno al rendimiento histórico de PDVSA estos números son bajos. Valga como dato que, en el tercer trimestre de 2020, a pesar del alza de septiembre, las exportaciones de crudo venezolano promediaron 503.000 barriles diarios. El nivel más bajo en 70 años.
Esta situación es todavía más grave si se tiene en cuenta que Venezuela aumentó las importaciones de petróleo en septiembre a 156.000 barriles por día de condensado, gasolina y diésel. Prácticamente el triple del volumen recibido en agosto.
Estas importaciones tienen como objetivo resolver el problema de la gasolina, el cual se está convirtiendo en el verdadero enemigo del gobierno de Nicolás Maduro. La escasez de combustible en los últimos meses, sumada a los innumerables problemas que sufrían los venezolanos, ha provocado que la Venezuela profunda y pobre se alce contra el gobierno.
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