El chavismo recuperó este domingo la Asamblea Nacional de Venezuela en unas elecciones marcadas por el boicot de los principales partidos y líderes de la oposición y por una masiva abstención.
Con una participación del 31%, más de 40 puntos porcentuales por debajo de las parlamentarias de 2015 ganadas por la oposición, la coalición oficialista logró más de 3,5 millones de los 5,2 millones de votos para lograr un total de 67,6% de los apoyos, según los datos del Consejo Nacional Electoral del país sudamericano.
Desde 2015 la Asamblea era el único poder controlado por la oposición, que decidió no participar igual que en las presidenciales de 2018 porque considera que no hay condiciones justas para la contienda electoral.
El líder opositor Juan Guaidó, que el 5 de enero dejará de ser el presidente de la Asamblea Nacional, lo que le permitió desafiar a Maduro desde enero de 2019, habló de «fraude» y aseguró que la abstención fue incluso menor que la anunciada por el CNE.
Reacciones
«La dictadura se evidencia. Luego del chantaje, el secuestro de partidos, censura, fabricar resultados, infundir terror; Anuncian lo dicho: un fraude con 30% de pura falsedad, que no le son suficientes ni para mostrarse en público (Ni ellos celebran, se saben solos)», escribió Guaidó en Twitter.
«Vamos a nuevo ciclo triunfal», celebró Nicolás Maduro, que había incluso dicho que dejaría el cargo en caso de una derrota que nadie esperaba por el boicot de los principales partidos de la oposición.
Los primeros rivales del chavismo obtuvieron en las elecciones de este domingo poco más del 17% de los votos.
La jornada se celebró sin sobresaltos y en Caracas la poca afluencia de electores era evidente, según vio el enviado especial de BBC Mundo a Venezuela, Daniel García Marco.
«Cambia la situación del país con una Asamblea Nacional distinta a la que propició invasiones», celebró el triunfo el oficialista Diosdado Cabello, uno de los principales candidatos para dirigir el nuevo Parlamento a partir del 5 de enero.
Cabello ya dirigía la Asamblea Nacional Constituyente dominada por el chavismo que suplió el papel del Parlamento opositor, al que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), cercano al Ejecutivo, consideró en desacato e impidió así ejercer sus funciones.
Nadie gana
Análisis del enviado de BBC Mundo a Venezuela, Daniel García Marco
«Mañana seguiremos en lo mismo», me dijo Flor el domingo junto a un centro de votación en Caracas.La mascarilla que usa por la pandemia servía para ocultar su cara de decepción, como la de muchos venezolanos, más ocupados en lograr unos dólares en esta temporada prenavideña y en hacer la colas para lograr gasolina que entusiasmados por unas elecciones parlamentarias sin competencia.
El chavismo, como era de esperar, ganó ampliamente, pero la escasa participación del 31%, como se anticipaba en los centros de votación en Caracas, aplacan cualquier triunfalismo pese a que el oficialismo recupera el único poder que estaba controlado por la oposición.
Gobernar Venezuela en las actuales circunstancias no es fácil, el chavismo sigue sin encontrar formas de detener la hiperinflación y conseguir más ingresos ante la caída del sector petrolero y las sanciones y siente el descontento, incluso entre los que antes eran más militantes.
Estados Unidos y la Unión Europea tampoco reconocerán a la nueva Asamblea Nacional, por lo que continuarán los problemas de acceso a los mercados financieros y petroleros y las dudas sobre la legitimidad democrática del país.
Y la oposición, una vez que pierda formalmente el Parlamento el 5 de enero, deberá ocuparse de nuevo de reunificarse en torno a una estrategia que deje de estar tutelada por Donald Trump, quien pronto dejará su lugar en Washington a Joe Biden.
Las parlamentarias, por lo tanto, no parecen destrabar ninguno de los problemas que sufre Venezuela desde hace años, aunque puede que la llegada de Biden, un nuevo aire en la oposición y un eventual reconocimiento de las dificultades por parte del chavismo abran un espacio para concesiones y para aliviar la situación en el país.
¿Consecuencias?
La esperada victoria le dará el control político total al chavismo en el duelo político que mantiene desde hace años con la oposición.
Podrá redactar leyes que ahonden en la apertura económica que defiende la Revolución Bolivariana en los últimos tiempos en busca de ingresos, pero la nueva Asamblea seguirá sin contar con la legitimidad de decenas de países, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea.
Por lo tanto se espera que continúen las sanciones y que no haya acceso a mercados internacionales a la espera de que la apertura económica vaya acompañada también de la política, según reclaman al gobierno de Maduro.
Venezuela atraviesa una profunda crisis económica con la tercera hiperinflación más prolongada de la historia y una dolarización de facto que alivia a ciertos sectores al mismo tiempo que ahonda en las desigualdades.
Por su parte, la oposición que cuenta con más respaldo deberá de nuevo revisar su estrategia toda vez que el desafío de Guaidó como presidente interino no logró el objetivo de sacar a Maduro del poder.
El liderazgo de Guaidó, que defiende la «continuidad administrativa» de la Asamblea Nacional de 2015, queda en entredicho a partir del 5 de enero, cuando se constituya el nuevo Parlamento, ahora dominado por el chavismo.
«Después de estos fracasos habrá que replantear alternativas reales», avanzó este domingo en Twitter Henrique Capriles, excandidato presidencial opositor.
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