En el sector B de Core 8, en Puerto Ordaz, llevan más de tres años sin el servicio de aseo urbano. Los vecinos conviven, desde entonces, entre zamuros y perros que se disputan por los desechos en plena avenida, pero durante la cuarentena la situación se ha escapado de las manos.
Por Laura Clisánchez / Correo del Caroní
En la segunda entrada de Core 8, por ejemplo, ya no son los vecinos quienes dan la bienvenida, sino la hilera de zamuros que con el batir de sus alas dispersan el humo que sale de la basura quemada que se acumula en la parada de autobús. El crecimiento del basurero los ha llevado al hartazgo y a exigirle al alcalde Tito Oviedo que, de una vez por todas, restituya el servicio municipal.
Las condiciones de insalubridad se agravaron hace 40 días, cuando inició el confinamiento. Los vecinos lo atribuyen a que los equipos de recolección particulares que pertenecen a empresas como la Siderúrgica del Orinoco (Sidor) o Alcasa tampoco pasan.
Oscar Landaeta lleva 5 años trabajando en la barriada como vendedor de vidrios ahumados, y asegura que nunca ha visto un sistema de aseo de la Alcaldía que llegue a la comunidad, por lo que, al no haber otra opción, los residentes deben tirarla en la entrada de la calle. La parada de autobús es el punto donde se une la humareda con la putrefacción de los desechos.
Las Teodoquildas, Las Amazonas, todos al suroeste de la ciudad y sus alrededores tampoco tienen donde botar la basura.
“Este es un punto de referencia, lo echan aquí porque es donde más se ubica la basura, no hay transporte para recogerla, ese humo afecta a la gente que se para ahí”, manifestó Landaeta, quien también es representante comunal. “Sería bueno que el alcalde supervisara y enviara camiones para que recolecten la basura”, aspiró.
“Este problema tiene los mismos años que tiene el alcalde (Tito Oviedo), el Core 8 también existe, tenemos un basurero aquí, vienen, hace un parapeto y no vuelven más nunca”, expresó Oscar Torrealba, otro miembro del consejo comunal.
El vertedero de desechos de Cambalache fue clausurado en octubre del 2014, y desde entonces, han surgido botaderos improvisados en distintos puntos de la urbe; unido la falta de un sistema de recolección de basura continuo, esto hunde a varias comunidades del municipio Caroní en la insalubridad.
Santiago González, una de las personas que lleva toda su vida viviendo en la zona, está preocupado por la cantidad de desperdicios que hay en las calles, y por el bote de aguas negras que deteriora aún más la carretera de la entrada del sector B, pues asegura que, si llega a ocurrir una emergencia, los carros no podrán ni pasar.
“El aseo disque viene, pero nunca viene, entonces tiene uno que, a juro, sacar la basura del fondo y la única opción que tenemos es zumbarla ahí mismo porque no podemos esperar que venga un camión que lleva un año o dos que no pasa. ¿Cómo hacemos nosotros con la basura en el fondo de la casa?”, expresó González.
El anciano de 63 años señaló que es imposible acumular de dos a tres sacos de basura semanales en el fondo de una casa, con un sistema de saneamiento colapsado.
Bote de aguas negras
A la basura acumulada se le suma el bote de aguas negras en la entrada de la comunidad, y en una zanja de la cancha principal. Dirigentes comunales señalan que este problema particular lleva 2 años continuos.
“Se le ha echado cemento y escombros, pero eso no dura mucho, es para resolver por los momentos. Es una mala vista, la gente se consigue con unos huecos, los carros no pueden pasar bien”, expresó Landaeta.
Coromoto Sifontes, miembro del consejo comunal Los vencedores, denunció que esta fuga de agua que luego se estanca y se une con la basura, está causando sarna en los niños cuando estos salen a jugar a la cancha. “Claro, ahorita con esta pandemia no los hemos sacado tanto, pero no podemos tener a los niños jugando porque les sale sarna”, manifestó.
El consejo comunal está dispuesto a entregar todos los materiales necesarios para tapar la fuga, siempre que Hidrobolívar acuda al llamado para repararlo. “Nosotros mismos podemos conseguirles comida, que traigan la cuadrilla para trabajar que entre todos los vecinos buscamos cómo darles la comida para que nos ayuden, estamos en espera desde hace tiempo, antes de la cuarentena”, expresó.
Son comunes los casos de dengue en el sector, y que incluso ha llegado a haber dengue hemorrágico. “Las plagas que salen de esa zanja nos pican y pican a los niños, en la noche ya no se puede estar aquí”, expresó.
Otro factor que profundiza el deterioro de servicios básicos es la incapacidad de los consejos comunales para ponerse de acuerdo. Mientras tanto, las aguas negras recorren todo el asfalto, mientras los carros que logran entrar al sector salpican a los transeúntes que ya llevan rato aspirando el humo que emana de la basura quemada mientras esperan el transporte público y espantan a los zamuros.
Vivir del basurero
Antes de la cuarentena, Francisco Jiménez vivía de la albañilería. Es uno de los vecinos que, si bien se queja por las condiciones de insalubridad del sector, se ha visto obligado a escarbar en la basura para ver qué consigue que pueda vender y así no solo generar ingresos durante la pandemia, sino costear la caja del Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP), que ronda los 300 mil bolívares. “Justamente van a pedir los reales para mañana, por eso es que estoy aquí recogiendo esto, parece que va a llegar un frío también”, dijo.
Ahora el basurero es una de las fuentes de ingresos de este anciano de 66 años. “Lo que consiga aquí yo lo vendo, no me puedo quedar en la casa, ¿la comida dónde la consigo, pues?”, expresó.
No hay trabajo y tampoco hay efectivo. Otra forma de ganarse el pan es ofrecer su servicio de recolector de basura: busca los desechos en las casas en una carretilla, y la vierte en el botadero improvisado que cada vez hunde más a la barriada en la podredumbre por falta de políticas de saneamiento eficientes.
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