Aunque han sido más visibilizados los destrozos y hurtos en la UDO Sucre, la Universidad de Oriente (UDO) ha sido víctima de la criminalidad en todos sus núcleos. De los 32 “incidentes” que la organización Aula Abierta ha cuantificado en las cinco sedes durante la cuarentena, al menos nueve se registraron en la UDO Bolívar.
Los maleantes se han robado documentos, equipos, cableado, las mesas de granito y ahora hasta los techos de zinc. La comunidad de “la casa más alta” de Bolívar introduce denuncias a la Fiscalía religiosamente.
Más que un robo común se trata de un desmantelamiento progresivo. Así lo ha manifestado a Efecto Cocuyo su decana María Coromoto Casado.
“Ahí ya no roban por robar, se meten, rompen y dañan”, dijo Casado. También informó que ha incrementado los hurtos en la cuarentena, que comenzó en Venezuela el 17 de marzo por la pandemia del coronavirus.
Aula Abierta ha sido insistente en que a raíz de la cuarentena nacional las universidades públicas se han visto más expuestas al vandalismo, al no contar con un mecanismo de defensa de los estudiantes universitarios ni un sistema de vigilancia efectivo por la falta de recursos otorgados por el Estado.
En su último informe la organización contabilizó 112 ataques desde el inicio de la cuarentena al corte del 5 de junio, de los cuales atribuyó 32 a UDO, es decir el 29 % de los actos vandálicos.
De acuerdo con las denuncias de la organización estudiantil Adelante UDO, al menos nueve de esos 32 actos criminales han afectado al núcleo Bolívar, específicamente en la sede del sector La Sabanita, Ciudad Bolívar, donde se instruyen los cursos básicos y las cinco carreras de ingeniería.
Sin embargo “diariamente (los vándalos) se meten a algo”, según la decana.
Nueve ataques en tres meses
Adelante UDO dijo que en el primero, el 31 de marzo, atacaron a los vigilantes de la sede, lo cual ha desanimado a estos trabajadores a asistir a la sede.
Este es el reporte:
🔰El 31 de marzo intentaron acceder al tercer piso del edificio de Cursos Básicos, en respuesta al impedimento de uno de los vigilantes los criminales hicieron uso de la violencia física.
El 24 de abril los criminales forcejearon su entrada a la Biblioteca de Ciencias de La Tierra.
7 de mayo: robaron la Biblioteca Central del núcleo Bolívar.
14 de mayo: rompieron la acera de la universidad para robar el neumático de un vehículo que estaba asegurado con un candado.
15 de mayo: desmantelaron el Departamento de Minas y robaron sus laboratorios.
28 de mayo continuaron los robos “en otros departamentos” del edificio del Ciencias de la Tierra.
30 de mayo entraron a las instalaciones de Deporte y Básico. Robaron equipos deportivos como pesas y una mesa de ping pong, así como el cableado.
3 de junio el robo fue doble. Asaltantes robaron las encimeras de granito de los mesones del comedor de La Sabanita y desmantelaron los techos de zinc.
La nueva práctica que notó el movimiento estudiantil, afiliado al partido Acción Democrática, es la destrucción del piso de su institución para extraer los cuadros de cerámica.
Al acecho de San Simón
De acuerdo con la decana Casado el problema de La Sabanita es el barrio vecino, San Simón, donde los niveles de pobreza y criminalidad son altos. Este barrio no tiene un acceso propio, ya que está rodeado de una quebrada y comparten la salida del edificio de Ciencias de la Tierra.
Pero lo que había comenzado como robos comunes a todas las universidades, como el hurto de aires acondicionados se ha convertido un “desmantelamiento” en el cual “se llevan rejas, escritorios y hasta archivos”, denunció Casado. Sobre los últimos, el propósito del robo es extraer el material metálico de estos documentos académicos.
“Se robaron hasta los techos de zinc y los vecinos denuncian que están usándolos para una iglesia en construcción”, reveló la autoridad académica.
Casado imagina que si allanaran todas las casas del barrio San Simón, la policía encontraría los bienes hurtados de la universidad. De hecho, el pasado 8 de junio el núcleo pudo recuperar microscopios, tubos de ensayo y un pendón para video beam, que habían sido sustraídos de La Sabanita.
Estos problemas son menos frecuentes cuando la comunidad universitaria está activa. No solo se trata de que el flujo de personas impide que los maleantes se escabullan, sino que con los operativos médicos que la universidad brinda al barrio “colaboran bastante”.
“Mientras no tengamos la universidad funcionando debemos contar con vecinos activados”, para impedir la delincuencia.
Añadió que “en condiciones normales” la UDO Bolívar contó con la asistencia policial que resguardaba la sede de La Sabanita, sin embargo “por las circunstancias en el estado no pueden prestar un punto” desde el 2018. Ahora la policía visita la universidad durante sus patrullajes, pero este esfuerzo inconstante es insuficiente.
Sin vigilantes
Casado explicó que el problema de la vigilancia es que es difícil para la universidad monitorear si sus trabajadores se encuentran o no en sus sitios de trabajo. Cuando el vigilante no asiste y la universidad se entera, la única represalia que puede tomar es la de descontar los días no trabajados del pago mensual.
Durante tres años la UDO Bolívar contó con una compañía de vigilancia privada que fue muy efectiva, pero hoy en día la universidad no tiene como pagarla.
Ahora “los vigilantes ponen como excusa que no hay efectivo ni transporte. Siempre hay una excusa”, comentó.
Las organizaciones defensoras de derechos universitarios atribuyen este hecho a que el pago a los vigilantes es muy bajo para motivarlos a trabajar, y también es necesario que se empleen más trabajadores y equipos para el reforzar los mecanismos de seguridad.
Esto no es una decisión de la UDO ni de ninguna otra universidad pública, sino se debe a la asfixia presupuestaria del estado que solo garantiza un mínimo ingreso para en funcionamiento de las casas de estudio.
Alan Tafur, estudiante de este núcleo y cabecera de Adelante UDO agregó que la desmotivación no es únicamente salarial. El riesgo que corre el personal de seguridad al enfrentarse con la violencia del barrio también es un factor que influye en su ausencia.
Además, Tafur aseguró que se trata de un “ataque sistemático y organizado” que no han sufrido otras universidades de Oriente cercanos a zonas peligrosas. Por este motivo Adelante UDO responsabiliza directamente a las autoridades regionales, el gobernador Justo Noguera Pietri y el alcalde de Ciudad Bolívar, Sergio Hernández.
“Nos están destruyendo la universidad, el último foco de luz que nos queda, que es el de la casa más alta de Oriente”, expresó.
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