La guerrilla colombiana, desde hace años, ha regado la sangre de militares venezolanos en una guerra que no le pertenece a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB). Antes de la llegada de Hugo Chávez al poder, el Ejército venezolano combatía a los irregulares colombianos que siempre ambicionaron instalarse en el territorio.
Por Sebastiana Barráez | Infobae
La revolución bolivariana les ha permitido a los guerrilleros cumplir un sueño que creyeron inalcanzable, el control del territorio en la frontera. Así el ELN y las FARC se han extendido en esa franja de terreno.
El militar venezolano siempre asumió que la defensa del territorio y la soberanía era la razón de ser de la institución militar, más allá de que se lo indicara el ordenamiento legal, aunque en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela del año 1999 está establecido con claridad.
Con un discurso disfrazado de “patriotismo”, la verdad es que nunca antes se había violentado de tal manera la Constitución al permitírsele a los grupos guerrilleros que permearan el territorio venezolano, se instalaran abiertamente, tomaran control de determinados sectores y manejaran sus negocios, incluyendo contrabando y narcotráfico.
Hoy en día la guerrilla colombiana controla parte importante del territorio fronterizo, algunas de sus armas son las que adquirió la Fuerza Armada Bolivariana, ejercen autoridad en diversos territorios, igual que lo hacen los paramilitares. La diferencia es que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), asumen que esa parte del territorio venezolano les pertenece y que ellos ejercen liderazgo sobre la población fronteriza.
Los antecedentes de la actuación de la guerrilla contra militares venezolanos están en la historia, como aquella horrenda masacre que el ELN consumó sobre infantes de Marina en Cararabo, cuyos cadáveres presentaban una grotesca escena, por las mutilaciones y torturas; tenían hasta 17 impactos de bala. A algunos le cortaron la garganta para extraerles la lengua y dejarlas colgadas como corbatas. Hubo cuerpos a los cuales les cortaron los genitales y se los colocaron tapando la boca. Dos de los cuerpos presentaron cortes en canal como las reses en los mataderos. A uno de los marinos, aun estando con vida, le metieron una granada fragmentaria dentro del pantalón.
Pero si aquello que sucedió hace 26 años, fue terrible, la reacción de la sociedad civil fue de respaldo a la Fuerza Armada y repudio a la guerrilla colombiana. Recientemente se ha librado una guerra entre la FANB y las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) contra una facción de las FARC, que están divididas; de ello van varios militares muertos.
Lo lamentable es que no hay apoyo masivo de la población civil hacia el luto que embarga a la familia militar. Aunado a ello, causa rechazo el discurso de las autoridades militares y civiles tratando de ocultar que ha sido guerrilla colombiana la responsable de esas muertes.
Veamos parte de la historia de la muerte de militares a manos de los grupos FARC y ELN en los últimos años.
Las bajas militares
31 de marzo 2021: a la altura del sector Ripial, municipio Páez del estado Apure, son asesinados el sargento Segundo Jesús Alexander Vásquez Pérez, plaza del 931 Batallón de Infantería Reforzado Santiago Mariño; y el sargento primero Andiel Isturiz Sojo, perteneciente a la octava Brigada Comandos del Mar.
21 de marzo 2021: en el Ripial del estado Apure, una mina antipersonal, sembrada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-Gentil Duarte), al mando de alias Farley, causa la muerte del Mayor Edward Ramón Corobo Segovia, segundo Comandante del 991 Batallón de Fuerzas Especiales Tcnel. Eliécer Otaiza, así como del Primer Teniente Yonathan Miguel Duarte, Comandante del Pelotón del 923 Batallón Caribe Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre.
El 19 de septiembre de 2020, las FARC, al mando de alias Farley, asesina a unos kilómetros de La Victoria a cuatro militares: SM/3ra. (Ej) Gabriel Alexander Pérez Silva, plaza del Batallón Cedeño 921 Fuerte Yaruro, S/2do (Ej) Reiber David Chirino Reyes, del 992 BFE José Gregorio Monagas, 1TTE (Av) Augusto David Linares Delgado, del GFE-20 y Tte (Av) Miguel Ángel Mora García, del GFE-29.
En junio del 2019, el ELN reunió a los habitantes del Catatumbo, estado Zulia, les dio tres minutos para desocupar y se apropió de quince fincas, expulsando a productores de palma aceitera del sector Caño Motilón y Caño 14. Luego, en febrero 2020 llegaron los paramilitares Los Rastrojos, hicieron los mismo en el sector El Guayabo, reunieron a los productores y les ordenaron toque de queda y horas después empezó el plomo cerrado entre guerrilleros y paramilitares.
El 9 de febrero de 2019, el fiscal general de Colombia, Néstor Humberto Martínez, advirtió que Jorge Eliécer Jiménez, alias Jerónimo o Arturo, así como Fabián Guevara alias Ferley, “se encuentran refugiados en el municipio de La Victoria, en el estado Apure en Venezuela”. El Gobierno venezolano lo negó, las autoridades militares también.
Luis Felipe Ortega Bernal, alias “Garganta”, es el jefe del grupo del Ejército de Liberación Nacional (ELN), que el 4 de noviembre de 2018 mató a tres sargentos de la Guardia Nacional, que respondía a los nombres de: Alfredo Antonio Zolano Guevara, Robert José Artahona Díaz Apure y José Jean Pierre Martínez Bolívar. También resultaron heridos diez militares venezolanos: Teniente Coronel Williams Bastidas, Capitán José Alexander García; los Sargentos Segundo Rafael Tovar Geraldo, Carlos Betancourt, Angelo Antonio Vargas Palenzuela, Abraham Agustín Solano Venta, José Ricardo Tinedo Ramírez y los Sargentos primero Josué Cañizales Suarez, Cristóbal José Rivero Oduver y Carle de Jesús Laya Ortega.
En noviembre 2020 alias Garganta, quien permaneció dos años detenido, aunque con privilegios, en Policía Militar de Fuerte Tiuna y después en el Centro de Procesados Militares de Ramo Verde, quedó en libertad.
El 5 de agosto de 2018, al estallar una mina antipersonal en el Catatumbo, resultaron heridos tres militares del 121 batallón de infantería motorizada Venezuela: primer teniente Junior Javier Hernández Viloria (promoción 2014), sargento mayor de tercera Julio Cesar Soto Amaya (promoción 1er Núcleo de Formación de Tropas Profesionales año 2007). El sargento segundo Brayan Alexander Acosta Fruto, fue trasladado al Hospital Militar de San Cristóbal, pero falleció por shock hipovolémico por amputación traumática de ambas piernas, con parada cardiorrespiratoria complicada con hipoxia cerebral.
El 25 de julio del 2018, el Teniente Roberto Carlos Ulpin González, era plaza del 992 Batallón de Fuerzas Especiales G/J José Gregorio Monagas, fue asesinado, por el Ejército de Liberación Nacional (ELN), en Caño 14, municipio Catatumbo, estado Zulia. La Región de Defensa Integral (REDI) Occidental, en el estado Zulia, específicamente la 12 Brigada de Caribes, se guardó de identificar a la organización guerrillera que lo asesinó y se limitó a identificarlo como “grupo generador de violencia”, término que inventó el Gobierno de Hugo Chávez en tiempos en los que Andrés Izarra era ministro de Comunicación.
Por ese hecho fueron capturados en el sitio, tres guerrilleros, de quienes la Fuerza Armada dio ninguna información oficial ni emitió comunicado alguno. Entre las armas les encontraron un fusil R-15, 2 fusiles Galil y una escopeta Cal 12mm, además dos explosivos tipo minas y dos detonadores eléctricos con los que pretendían volar el puente.
La comisión logró rescatar a dos de los obreros de las fincas de la zona que los elenos mantenían retenidos. El entonces comandante del Ejército, mayor general (Ej) Jesús Rafael Suárez Chourio, se limitó a publicar, en la página web del componente, una nota de duelo, con formato preestablecido en la que destaca “el sensible fallecimiento” del teniente.
“Lo que nos dijeron a la familia es que no preguntáramos mucho, todo lo desaparecieron, ni siquiera se nos permitió vestirlo, mucho menos hubo documentos, detenidos o investigados”, relató a Infobae su hermano sargento primero retirado Jeferson José Bravo González.
En el mes de febrero de 2017, cerca de 60 hombres tomaron por asalto el Puesto de Comando Fluvial (PCF), en el sector El Suspiro del estado Amazonas. Portando fusiles AK-47, R-15, pistolas y granadas de mano sometieron a los cuatro efectivos militares que estaban en el lugar, los amarraron y los amordazaron: S3 José Daniel Oliveros, S1 Elis Saúl Orfila Carreño, S1 Jorge Alí Miranda Molina y la S1 Grismar Milanyela Torres Castillo. Se identificaron como miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), destrozaron el Puesto, se llevaron los teléfonos celulares de los militares, tres fusiles AK-103, con sus tres cargadores y treinta cartuchos. Dijeron que, si querían que les devolvieran las armas, les entregaran los detenidos y dos embarcaciones con su respectiva carga que el Comando DF- 632 les había incautado.
El 10 de marzo de 2012, en el sector Baritalia, Las Cruces, del municipio Junín (Táchira), el ELN asesinó al primer teniente Jackson Alejandro Ruíz Niño y al sargento segundo Nelson Gómez Ortega, del 211 Batallón Ricaurte de Rubio; resultó herido el sargento primero Juan Pereira Amaya. Según radiograma número 52-941-00020/0507 los oficiales fueron “para cumplir labores de inteligencia y corroborar información sobre posible desplazamiento de grupos armados”.
El 13 de diciembre de 2003, en el sector Novilleros, a solo 8 kilómetros de Rubio, municipio Junín del Táchira, fueron asesinados 3 Guardias Nacionales. El 15 del mismo mes fueron asesinados 4 Guardias Nacionales en Santa Bárbara del Zulia y posteriormente, el 17 de septiembre de 2004, en el municipio Páez del estado Apure, fueron asesinados por hombres de las FARC comandados por “alias Misael”, un Suboficial, cuatro Infantes de Marina y una ingeniero de Pdvsa.
Antes del 2003 hubo más militares asesinados por parte de la guerrilla colombiana, siendo quizá el más emblemático y atroz, el ocurrido la noche del 25 de febrero de 1995, cuando una patrulla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) llegó al Puesto Naval Manuel Echevarría. Ese día la guerrilla le asesinó a la Fuerza Armada ocho infantes de marina, dejó cuatro heridos y hubo desaparecidos.
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