El deporte virtual ha alcanzado relevancia en Venezuela con la creación de la primera Academia de e-Sports, en la que los amantes de los videojuegos pueden estudiar dentro de una universidad y ejercitar sus habilidades en esta industria con la mirada puesta en el lucrativo negocio de las competencias internacionales.
Héctor Pereira / EFE
El director de la «Academia e.Sports», Juan Sánchez, dijo a Efe que es un proyecto «bastante retador para la universidad porque (se trata de) incorporar una actividad novedosa, un poco disruptiva, dentro del ámbito académico».
El profesor, convencido de los beneficios económicos de «profesionalizar» a deportistas virtuales, explica que en la academia se busca «acelerar todo el proceso de formación en una industria que es global, pero que en el país tiene un rezago importante por todo el tema tecnológico», que incluye constantes fallos eléctricos y una pésima conexión a internet.
Esas carencias han sido cubiertas dentro de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), en Caracas, donde funciona la academia y en la que esperan recibir a los mejores «gamers» a partir de agosto, cuando arrancará formalmente la oferta educativa.
ESTUDIAR ES JUGAR
El programa de estudio está pensado en tres niveles, siendo el primero de ellos una capacitación básica para quienes deseen iniciarse formalmente como videojugadores y mejorar sus dinámicas en espacios como «League of Legends (LOL)» o «Fortnite», practicados por millones de personas en el mundo.
En el segundo nivel, prosigue Sánchez, estarán los «gamers» que completen satisfactoriamente el entrenamiento básico. «El jugador ya necesita profesionalizarse y va a obtener todas las habilidades y herramientas necesarias para pasar a ser jugador profesional», asegura.
Una vez subidos estos dos peldaños, el estudiante, ya en nivel senior, accederá a asesoría sobre el funcionamiento de los clubes y las formas de lucrarse como deportista virtual, pues, indica el docente, hay múltiples formas de obtener rentabilidad con los conocimiento adquiridos.
«Si tú quieres entrar en esta industria, tienes que profesionalizarte porque ya la competencia no es local, la competencia es global», subraya el profesor, que hace un llamamiento a cambiar el paradigma según el cual los videojuegos son solamente ocio, y empezar a verlos como «una forma de vida».
VISIÓN DE NEGOCIO
La meta de la academia no es conferir títulos en licenciaturas o ingenierías, sino certificar a videojugadores y hacer fluir el conocimiento sobre las ventajas de la industria entre todas las carreras universitarias, en modelos de gerencia, en la docencia y la vida de cada persona que muestre interés por estas plataformas.
«El modelo educativo está cambiando (…) porque los tiempos están acelerados, hay otras formas de autocapacitación o de capacitación de ciclos más cortos y, bueno, la universidad se está adaptando a esas nuevas necesidades», argumenta el docente.
Con esta visión de estudiar menos tiempo, pero más intensamente, también planean formar a narradores deportivos especializados en el mundo «e-sports», en el que, remarca, «hay un reglamento, hay un réferi, hay unos torneos, hay un modelo de competencia», por lo que deja de ser simple recreación y se aborda como un entorno competitivo.
Se trata, insiste, de «introducir cambios de visión para entender que los videojuegos son una oportunidad de formación para los chicos» y un camino hacia el provecho financiero en el corto plazo.
CALENTANDO MOTORES
Aunque las clases formales comenzarán en agosto, la academia ya abrió sus puertas para que estudiantes de la UCAB participen en competencias, intercambien aptitudes y se nutran de la experiencia colectiva dentro de una sala moderna, con luz tenue y pantallas gigantes.
«No es que me dedique 100% al LOL. Es, más bien, un hobby que es para matar el tiempo cuando estoy fastidiado», dice, al término de una campaña, Daniel Madrid, un estudiante de Ingeniería Informática que formó parte de este fogueo en el que no participaron mujeres, una brecha que esperan solventar una vez comiencen las actividades regulares.
Consultado sobre la posibilidad de cursar estudios en la academia, el futbolista de 21 años se muestra cauteloso y prefiere esperar a ver la evolución de estos programas. «Si hay que crear un equipo, pues yo estoy ahí a la orden», aclara.
La buena noticia, rescata el profesor, es que los chicos ya están jugando y «ya están logrando tener posiciones en torneos internacionales», lo que pone a la academia en indiscutible ventaja frente a otros modelos de formación que requieren mucho más tiempo entre la parte escolar y la capitalización de los conocimientos adquiridos.
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