La escalada en el conflicto político y diplomático que mantienen Venezuela y Argentina parece no tener límites. El procesamiento del gendarme argentino Nahuel Gallo, falsamente acusado por el Gobierno de Nicolás Maduro, ha disparado las tensiones previas ya existentes entre Caracas y Buenos Aires a niveles nunca vistos.
«Las investigaciones realizadas por los cuerpos auxiliares de justicia venezolanos revelan que la cadena de mando del grupo de terroristas enviados (en el que incluyen a Gallo) desde Argentina aparece la propia ministra Burlich (sic, el apellido de la titular de Seguridad es Bullrich)», hizo público el jueves la Fiscalía General de la República en un comunicado.
El Ministerio Público chavista también ha incluido en su supuesta investigación a Gerardo Werthein, canciller del Gobierno de Javier Milei.
Gallo cayó en manos de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) cuando pretendía atravesar la frontera terrestre entre la colombiana Cúcuta y la venezolana Ureña. Su mujer, venezolana, y su hija residen temporalmente en Puerto la Cruz por la enfermedad que sufre la suegra de Gallo. El gendarme argentino, que trabaja en la frontera con Chile, portaba incluso una carta de invitación aprobada por las autoridades chavistas, con la que su familia pretendía evitar problemas.
«Ocultaba su verdadero plan criminal bajo el ropaje de una visita sentimental», inventó el fiscal general Tarek William Saab para sostener las acusaciones.
La realidad es que Gallo, detenido el 8 de diciembre, ya forma parte de la lista de rehenes extranjeros, cuyos canjes han proporcionado a Maduro varias victorias personales, como la liberación de sus dos narcosobrinos, condenados en EEUU, y del magnate Alex Saab, su presunto testaferro. Entre ellos también figuran los dos turistas vascos, José María Basoa y Andrés Martínez, acusados también de ser espías y terroristas al servicio del Centro Nacional de Información (CNI) tras ser apresados en el Amazonas.
La ministra argentina respondió en las últimas horas muy duramente al procesamiento de Gallo y a las acusaciones en su contra: «Gallo es víctima de un secuestro político y ustedes, mafiosos del régimen de Maduro, son los verdaderos criminales. No nos intimidan. Caerán, y cuando así sea, enfrentarán a la justicia por sus crímenes contra la humanidad. No habrá rincón en el mundo donde puedan esconderse».
Argentina considera que las acusaciones contra Gallo «son una gran mentira y una gran falacia», algo en lo que coincide plenamente con la mujer venezolana del gendarme, quien además ha denunciado amenazas en su contra. «Saben que es mentira, todo es un circo», constató María Alexandra Gómez, quien, desde el primer día, asegura que la intención de la pequeña familia era pasar la Navidad juntos después de varios meses de separación.
Gómez además se autoinculpa por varios comentarios que envió a su pareja por WhatsApp tras el megafraude electoral del 28 de julio, en los que se quejaba de la situación que vive su país. Los agentes de la DGCIM requisaron el teléfono celular del gendarme argentino durante su interrogatorio en la frontera.
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