El contrabando de papas colombianas hacia Venezuela no es nuevo, pero la preocupación crece entre los productores y asociaciones del campo, pues la competencia se considera desleal. Además, hay que sumarle los riesgos sanitarios.
Por El Tiempo | Colombia
Diariamente, según la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (Fedeagro), al país ingresan por las trochas de la frontera alrededor de 20.000 kilos de papa colombiana, ya sea en forma de semillas o del rubro en sí. Mucha llega contaminada con lo que se conoce como “la verruga negra”.
Esta “enfermedad” en la papa es literalmente una verruga que se expande, generando pérdidas y sumando más calamidades a los productores venezolanos.
“Muchos productores cayeron en ese contrabando que al no tener sus debido permisos fitosanitarios no hay control en aduana y hemos padecido la enfermedad”, le dice a EL TIEMPO Celso Fantinel, presidente de Fedeagro.
Fantinel añade que “este tipo verruga está ahora dañando los suelos” y esto porque “las cosas se hacen mal con los convenios que se firman muy a la ligera”.
Para Fedeagro, no se trata solo de fijar impuestos y aranceles, sino de prestar atención a lo sanitario porque se trata de hortalizas, de tubérculos perecederos y que transmite enfermedades al suelo, el mayor activo que tiene el agricultor, enfatiza.
Contrabando y costos
Llevar papa desde Colombia a Venezuela es rentable. Según los estudios de Fedeagro, la papa colombiana tiene un costo de producción 30% más bajo que la venezolana.
En cuanto a producción, es más o menos igual, de 20.000 a 22.000 kilos por hectáreas, pero como el consumo parece haber caído en Colombia, antes de perder, los productores prefieren venderla en Venezuela.
Para ilustrar en números, el mercado es así: producir la semilla de papa colombiana puede tener un costo de 25 dólares el saco de 50 kilos, incluso hasta 20, mientras que la venezolana tiene un valor de 35 dólares. La diferencia es que es papa lavada y por eso el precio es mayor. La no lavada se ubica en los 28 dólares.
“Se habla de que entran alrededor de unos 10.000, 20.000 y hasta 30.000 kilos semanales”, asegura Fantinel, quien alega que, además, se conjuga la baja en el consumo y lo decaído del poder de compra real del venezolano.
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