La crisis del país obligó a muchos a tomar la decisión de emigrar en busca de calidad de vida y lograr desde el exterior ayudar a sus familiares. Pero el sentimiento ha hecho que algunos tengan que regresar, mientras que a otros las emergencias no le dan más opción que volver.
Para muchos venezolanos, migrar implica sacrificar la posibilidad de compartir con sus seres queridos para buscar en otras tierras la calidad de vida que en su país se ha ido deteriorando con el pasar de los años. El sentimiento de estar lejos de la familia es un peso que gran parte de los migrantes cargan siempre con ellos. Así como extrañar cada rincón del país, su clima, playas, cultura y comida, por lo que algunos han tomado la decisión de regresar a Venezuela con la intención de quedarse o de visitar a sus parientes.
Alejandro Fernández, de 27 años de edad, viajó desde Chile a Venezuela en medio de la pandemia para visitar a su familia que vive en Guatire, estado Miranda. Un viaje que no estaba planificado, pero que sentía la necesidad de hacer en esa oportunidad.
Tenía la intención de ver a mi familia, además de evaluar la situación del país. Yo veía que en las redes sociales había muchas personas publicando que la situación estaba mejor, que todo se había dolarizado”, dijo Fernández en entrevista para El Diario.
Alejandro voló desde Santiago de Chile hasta Bogotá, Colombia. Ese viaje le costó menos dinero que si hubiese optado por tomar un vuelo directo a Venezuela; además de que por motivos de la pandemia no hay vuelos directos entre ambos países.
“Cuando llegué a Bogotá fui al terminal de autobuses para optar por uno que me llevara a Cúcuta y desde allí poder cruzar la trocha hacia Venezuela, porque el Puente Internacional Simón Bolívar estaba cerrado”, contó.
El viaje de Bogotá a Cúcuta tarda alrededor de 14 horas. Por ello, Alejandro decidió comprar un pasaje de autobús para viajar en la noche y así poder descansar en el camino, en el que se mantuvo ansioso porque sabía que ya faltaba menos para ver a sus padres y hermanos.
El primer choque con una realidad que él no conocía ocurrió cuando llegó a la frontera de Cúcuta con San Antonio, estado Táchira. Allí comenzó a notar las irregularidades que abundan en ese tramo.
Al cruzar empezaron los problemas. Vi a un grupo de personas que tenían un fajo de billetes en las manos, junto a un cartel en el que se leía ‘Gobierno Bolivariano, normativa para el paso de las trochas’. Pero no leí bien porque yo solo quería pasar rápido”, recordó.
Cobro de “vacunas”
Los abusos contra quienes viajan de Colombia hacia Venezuela, vía terrestre, inician desde la frontera. Allí, personas sin ningún tipo de identificación revisan las maletas de los ciudadanos para luego cobrar 15 dólares o más para que puedan continuar con su viaje.
“Cuando ya estuve en San Antonio se me acercaron los trocheros, quienes te preguntan hacia dónde vas y te ofrecen tarifas para trasladarte, porque el transporte está restringido. Ellos te dicen además que conocen a tenientes que viajan hacia Caracas, Valencia o Maracay, y cobran un puesto que no baja de los 120 dólares”, detalló Alejandro, aún indignado por la situación.
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