La nueva área de celdas de castigo, que fueron construidas en el subsótano de la sede principal de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), ubicada en Boleíta de Caracas, es irónicamente llamada “La Casa de los Sueños”.
Por Sebastiana Barráez / Infobae
Aunque la Dgcim no reúne las condiciones físicas ni legales para mantener a detenidos como una cárcel, más allá de un centro de reclusión provisional, allí han enviado a algunos de los más destacados oficiales de la Fuerza Armada venezolana, algunos civiles acusados por el caso de los drones, los pemones del asalto al batallón de selva del estado Bolívar, además del ex juez coronel Ramón Alí Peñalver Vásquez, teniente coronel Carrasco, entre otros.
El alto impacto psicológico, por el encierro en espacios reducidos, es una tortura brutal contra quienes están detenidos en esos aterradores sótanos de la Dgcim. Todos presentan deterioro muscular y óseo, dolores de espalda, lumbares y de los huesos. “Los presos ahí resultan afectados por problemas renales, pero se niegan a que se les atienda por eso”, revela uno de los médicos que ha podido chequear a unos pocos de los detenidos.
No se les permite ver al oftalmólogo, al odontólogo y mucho menos a especialistas como neurólogos o urólogos. “Ellos deberían ser chequeados en la tensión diariamente”.
Duermen casi en el piso, porque las colchonetas son muy delgadas y las literas son de concreto. Están proliferando los hongos de piel y la escabiosis o sarna. Aunque el baño es casi siempre una vez a la semana, los bajantes en las duchas no sirven, lo que causa acumulación de suciedad y con ello micosis en los pies.
El general de brigada Nelson Morales está padeciendo de pulmonía. A quienes han presentado problemas hipertensivos, se les ha agravado, como es el caso del capitán de navío Luis Humberto De La Sotta Quiroga, del general de división Pedro Naranjo y el teniente coronel Igber Marín Chaparro.
Hace meses fueron cambiados todos los custodios, a excepto de los torturadores, que siguen siendo fieles a sus perversas acciones, por lo que son premiados con limosnas económicas. Entre los nuevos carceleros llegaron algunos muy jovencitos a quienes les ha resultado atroz lo que sucede allí con los detenidos.
“Esto da miedo –confiesa para Infobae un joven que apenas ha superado los 20 años-, estoy muy arrepentido de que me haya tocado ese lugar. Y no solo yo, hay varios que dicen lo mismo. Hay gente muy mala, si usted viera cómo tratan a esos presos, sobre todo a los que también son militares y los enviaron al complejo de celdas nuevas. Los pobres familiares pasan horas solicitando información y hay que negárselas porque esas son las órdenes”.
Cuando le pregunto si no hay nadie ahí que reclame ese trato inhumano, su rostro es de asombro. “Nadie se atreve a decir nada. ¿Cómo se le ocurre? Los castigos pueden ser muy feos. Por lo menos yo no me atrevo, ya lo que quiero es irme. Uno tiene miedo hasta de mirar. ¿Usted sabe lo que es La Pecera?”.
Le explico que sí sé qué es y también por qué le dicen así, que varias veces hemos publicado eso. “A ese lugar llegan a las visitas de los presos, luego de pasar por la revisión. Ahora a algunos lo están encapuchando porque no quieren que vean a los nuevos que van llegando. Usted sabe que hay varios de la Guardia de Honor presidencial que los trajeron porque dicen que estaban planificando un golpe contra el Gobierno”.
Por otra parte le pregunto a un oficial del Ejército, quien hasta hace unas semanas estaba en la Dgcim, quienes dan las órdenes de tortura. “No sé quién da esa orden. Ahí la mano derecha del Director (MG Iván Hernández Dala) es el mayor (Alexánder Enrique) Granko Arteaga, jefe de la Dirección de Asuntos Especiales (DAE), ese tiene más poder que los generales. Mi general (Carlos Enrique) Terán Hurtado es muy simpático con algunos familiares y a veces sale a prevención, yo no creo que las órdenes de tortura vengan de él, aunque eso a uno nunca se lo dicen”.
El infierno
El oficial califica a la Casa de los Sueños como “Ese lugar es un infierno. Ahí la gente tiene que volverse loca”. Tiene dos niveles; en la planta alta hay 14 celdas y un área de baños con seis duchas. La planta baja tiene dos celdas, una oficina y un salón. Todo eso está en el ala oeste del sótano 2 del edificio de la Dgcim en Boleíta Norte, más exactamente donde está el estacionamiento.
Hace un croquis de cómo son las celdas, que tienen 2.50 x 1.90 mts. Tiene la litera de cemento, la poceta o reterete a un lado de la litera y un pequeñísimo lavamanos. “Eso es un trato muy indigno sobre todo para los militares que en realidad no han cometido delitos más que no obedecer las órdenes de este Gobierno”.
El croquis de las nuevas celdas de torturas de la Dirección de Contrainteligencia a las que llaman “la Casa de los Sueños”.
Explica que hay comunicación directa de Telesur con la Dgcim. “Esa relación es muy estrecha. Los funcionarios van de un sitio a otro, lo mismo que los de Telesur vienen a la Dgcim. Ese trabajo se hace de manera coordinada”.
Explica que a los detenidos no les permiten las llamadas telefónicas, negándoles ese derecho, como muchos otros. Lo grave de eso es que hay detenidos, cuyos familiares están en el interior del país, que pasan meses sin ningún tipo de comunicación, sobre todo los de familias muy humildes. “Algunos de esos detenidos tienen meses sin recibir visitas porque la familia no tiene dinero ni siquiera para el pasaje. Hay gente ahí que jamás ha recibido una visita ni una llamada porque nadie sabe que están ahí”, nos comenta el ex funcionario de Inteligencia.
A los recluidos en la Casa de los Sueños no les permiten ningún tipo de electrodoméstico, tampoco leer ni escribir, porque no hay permiso para libros, libretas ni lápices o lapiceros. Es clara la intención de reducirlos al nivel primitivo.
Les permiten bañarse una o máximo dos veces por semana, lo que se ha convertido en un peligroso problema de higiene, ya que hay hasta cuatro personas por celda, cuando apenas hay espacio para dos. La puerta de la celda siempre está cerrada, tratando de crear estados de violencia o paranoia entre los presos.
No les permiten respirar aire puro, tampoco recibir sol y mucho menos hacer ejercicios, lo que es muy peligroso para la vida de algunos de ellos; la mayoría sufre de hipertensión, ansiedad, problemas de circulación y diabetes. Ese cuadro se ha agravado, porque las malas condiciones de ventilación que hay en el lugar por ser un sótano, les está causando serios problemas respiratorios. Además el prolongado encierro y las condiciones de hacinamiento han ido generando problemas en la psiquis de los detenidos, con cuadros depresivos. Cuando los trasladan, por diversas razones, los esposan y encapuchan.
Ese es el lugar que por alguna perversa razón llama la Casa de los Sueños en lugar de la casa del terror o las pesadillas.
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