Representantes del sector transporte consultados por el medio de comunicación TalCual, aseveran que hay una recuperación importante en la flota, debido a la dolarización informal que ha permitido reparar viejos vehículos que estaban fuera de servicio. Desde el Comando intergremial revelan que las unidades más jóvenes del parque automotor tienen unos cuatro años operativas, mientras que las más antiguas tienen hasta 30 años rodando.
¿Ir al trabajo en camioneta o Metro? ¿Usar Metrobús o recurrir a las unidades privadas? Estas preguntas forman parte del debate diario de más de un venezolano pues, en cualquier ciudad del país, trasladarse se convirtió en un suplicio. Lo barato puede salir caro por lo mal que funciona, y lo que está medianamente operativo ahorca el bolsillo.
Servicios públicos como el Metro de Caracas o el sistema Metrobús no están operando con calidad. El primero ha sido noticia en los últimos años por descarrilamientos de trenes, fallas eléctricas y hasta conatos de incendios; mientras que la rutas superficiales se caracterizan por su lento servicio o por la intermitencia. Cierto que su precio es un respiro para algunos, pero terminan siendo un dolor de cabeza para quien va a su trabajo o centro de estudios a contrarreloj. En ambos casos, la desidia gubernamental se traduce en evidente deterioro.
Es el transporte operado por privados lo que medianamente funciona. ¿A qué costo? De acuerdo a denuncias de usuarios, al precio que mayor convenga al conducto o colector.
Se le llama «transporte público» a los autobuses, busetas, por puestos, yips y demás tipos de unidades para el traslado superficial de pasajeros, aunque son operados por asociaciones privadas, por individuos. Lo público es, en teoría, el pasaje que se fija en conjunto con el Estado garantizando un tarifario unificado que no dependa de la competencia.
Pero lejos de existir una Gaceta Oficial que establezca el precio del viaje -que en otrora se veía pegada a las ventanas de los vehículos-, es el grito de quien cobra «pasaje al subir» el que impone la cifra: uno, dos o hasta tres bolívares, dependiendo de la distancia, si la ruta es o no expresa, la hora y el ánimo. Las autoridades reguladoras generalmente no se ven en las paradas de autobuses, así que la ley que impera es: sube el que puede pagar.
Se considera una ruta corta aquella cuyo recorrido abarca hasta 20 kilómetros aproximadamente. Por las vías de Caracas, por ejemplo, eso sería ir desde el Metro La Yaguara hasta el Metro La California, aunque en la vida real un trayecto de esa magnitud sea habitualmente dividido en dos tramos y, por tanto, sobrado dos veces. Cuando la ruta contempla una distancia mayor, se considera larga. También existen las rutas troncales, o suburbanas, que generalmente tiene un costo superior debido al difícil acceso.
La anarquía manda
El presidente del Comité de Usuarios de Transporte, Luis Alberto Salazar, asevera que los usuarios padecen los embates del déficit de al menos 60% o 70% de unidades. Afirma que el 30% restante que se mantiene en la vía lo hace, en algunos casos, a media máquina por problemas en piezas.
«Todos los usuarios salimos de casa en una disyuntiva porque no hay unidades de transporte públicos en las horas importantes y los precios que se cobran en las privadas no tienen control alguno», dice en entrevista con TalCual.
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