La noche del 11 de agosto, el presidente encargado de Venezuela, Juan Guaidó, advirtió sobre posibles medidas del régimen de Nicolás Maduro contra la Asamblea Nacional (AN), poder que también preside. El representante del partido político Voluntad Popular alertó al país y a la comunidad internacional y generó todo tipo de tesis sobre lo que horas más tarde podía decidirse en la Asamblea Constituyente (ANC), con acciones que iban desde el llamado a elecciones parlamentarias hasta la disolución del actual Poder Legislativo.
Al día siguiente, Diosdado Cabello, presidente del órgano oficialista desconocido por la oposición y gran parte de la comunidad internacional, tras las elecciones presidenciales írritas del 20 de mayo de 2018, prometió comicios a la Asamblea “prontico, más prontico de lo que ustedes (la oposición) crean”.
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Pero la ANC no tiene facultades para hacer la convocatoria. Así lo aseguró el politólogo Luis Salamanca, quien señaló:“Su estatus írrito hace que sus decisiones sean nulas. Pero en caso de que se concrete sería una usurpación de funciones respecto al Poder Electoral, situación que generaría un caos institucional si se permitiera que una Asamblea Constituyente asumiera la competencia de los demás poderes”.
No obstante, Salamanca entiende cómo se maneja políticamente el país, sobre todo cuando se trata de este tipo de instancias y su imposición en vínculos creados a favor del sucesor del fallecido Hugo Chávez. La ANC, por ejemplo, puede llamar a votar mañana mismo. “Pero ellos no pueden desconocer el plazo de cinco años que establece la Constitución para que los diputados actuales ejerzan su mandato; sin embargo, cuando digo que no pueden, es un decir, porque en la práctica ellos hacen lo que les venga en gana”.
¿Para cuándo?
Cabello no asomó fecha, pero propuso una comisión conformada por él, María Alejandra Díaz y Francisco Ameliach. Este último tiene fama de ser experimentado en la materia. En octubre de 2017, el exgobernador de Carabobo pidió adelantar las elecciones de alcaldes, previstas para el 15 de diciembre, fecha en la que terminó realizándose. Sin embargo, el ajuste en el cronograma es una realidad mientras el chavismo esté en el poder.
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El llamado a elecciones regionales, también en 2017, tenía como punto de desarrollo en el calendario la primera mitad del mencionado almanaque, pero terminaron llevándose a cabo en octubre.
Hasta el momento el Consejo Nacional Electoral (CNE) no ha revelado la fecha respecto a las parlamentarias, aunque se conoce que se ejecutarían en 2020. En palabras de Salamanca: “no existe ninguna previsión temporal para convocar a elecciones; es decir, el órgano electoral tiene las manos libres para convocar a elecciones para la fecha que a bien tengan, y generalmente son fechas que les convienen por razones políticas”.
Hasta hace unos años, en 2009, “la ley daba márgenes temporales para que los actores supieran a qué atenerse con relación a la futura elección, así no se tomaba a nadie por sorpresa ni nadie tenía ventaja; en cambio, al no haber esos lapsos para obligar a las autoridades electorales a convocar dentro de determinados periodos con antelación a la fecha y pueden usar la fijación de la fecha, como la han usado, para propósitos políticos particulares”, señaló el experto.
“Todas las elecciones después del bloqueo al referendo revocatorio (de 2016) han sido absolutamente manipuladas de manera increíble”, recordó.
Un panorama distinto
De entrada, pensar en elecciones parlamentarias antes de tiempo invita a rememorar lo de mayo de 2018, cuando Maduro se impuso a Henri Falcón en una cita caracterizada por la soledad de los centros. Según datos del CNE, más de nueve millones de venezolanos ejercieron su derecho, números para muchos manipulados por el Poder Electoral; no obstante, la trama en esta oportunidad podría ser otra, una incluso favorable para la oposición.
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Para el especialista, a diferencia del 20 de mayo el fenómeno político de Guaidó es una realidad, algo que no existía en los mencionados comicios.
“Guaidó es la clave en ese proceso porque si decide que se va a abstener, ahí sí será completa, aunque con algunos grupitos participando”, destacó.
Pero para que esto tenga incidencia se debe contar con una planificación clara y que se cumpla a rajatabla.
En principio, la oposición debe optar por una estrategia unitaria, lo que a su juicio, va a ser muy difícil porque hay sectores que no creen sino en la fuerza.
“La cosa cambiaría si se presenta el grueso de la oposición y (Guaidó) asume esa elección poniéndose a la cabeza, dirigiéndola, animando a la gente a votar y luchando para no dejar ese espacio en manos del gobierno el resultado debería ser exitoso”, indicó.
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Para el politólogo también existe la posibilidad de negarse a participar, pero también unitariamente. “Cualquiera de las dos respuestas tiene que ser unitaria para que se sienta el efecto político en el país”.
“Ese va a ser un momento muy crítico para la oposición porque hay diversas tendencias en este momento sobre qué hacer es una elección como esta. Hay uso que son electoralistas sin mirar condiciones, y hay otros que quieren que les pongan todas las condiciones habidas y por haber”, siguió.
Sin opciones
Antes de que la ANC sesionara, el rumor de la disolución de la AN tomó fuerza, pero finalmente quedó en eso, un rumor. De haberlo hecho, consideró Salamanca, el oficialismo habría caído en una acción absurda que habría atentado contra sus opciones de mostrar un rostro distinto frente a la comunidad internacional.
“Imagino que Cabello está pensando en que de esas elecciones surge una nueva Asamblea Nacional que va a funcionar de inmediato. Allí estaría, de nuevo, violándose la Constitución de manera flagrante”, sostuvo.
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“No tiene necesidad de disolver a la Asamblea Nacional porque ya la tiene neutralizada, aunque, con esta novedad de 2019, les está pegando mucho porque ha derivado en un proceso internacional, se ha creado un Estado dividido y varios poderes duales. Eso les está molestando, pero la idea de una disolución o clausura es impráctica (…) ¿cómo la ejecutas? Los diputados están ahí, alzados haciéndole frente al gobierno y el mundo los apoya”, dijo.
Las negociaciones
Si la advertencia de Cabello procede, entonces el foco político y social de Venezuela estaría puesto, en su mayoría, sobre la figura de una nueva visita a las urnas, dejando cada vez más a un lado las negociaciones entre chavismo y oposición que quedaron en suspenso tras la decisión de Maduro de levantarse de la mesa apenas se conoció que Estados Unidos congeló los activos del país.
Ese parece ser el camino, un trayecto que no luce vía de retorno vuelta atrás, según Salamanca, quien manifestó que Maduro y su grupo “no va a volver (a la mesa de negociación) o se tomará mucho tiempo en hacerlo porque perdió el incentivo para estar ahí, el cual era luchar para que les quitaran las sanciones”.
“Para Maduro, el tema de las negociaciones no es un tema serio, sino como uno que siempre ha sido manipulativo. Es para dividir a la oposición, para ganar tiempo, para mostrar ante el mundo una carta de que él cree en el diálogo y lograr alguna medida favorable para su gobierno, pero nunca ha sido para discutir el poder. Lo que necesita el país es una negociación sobre la entrega del poder y eso nunca lo ha tenido Maduro seriamente contemplado”, añadió.
Aunque, con un matiz distinto, analizó y concluyó en un tipo de negociación poderosa. “La única negociación que se puede presentar en Venezuela es una forzada, una en el momento crítico ni margen de maniobra para Maduro”.