La minería ilegal es sólo la punta del iceberg en el Arco Minero del Orinoco de Venezuela. En los túneles de las minas hay personas, incluso niños, trabajando en condiciones similares a la esclavitud, mientras que las mujeres, algunas menores de edad, quedan en manos de mafias que las prostituyen y las venden por gramos de oro. Así lo afirma el último informe de la Universidad Católica Andrés Bello.
Daniel Gómez –ALnavío
“Puede afirmarse que existen diversas formas de esclavitud moderna en el estado Bolívar”. Lo dice un reciente informe de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) titulado De lo laboral a lo sexual.
Hablar del estado Bolívar es referirse al Arco Minero del Orinoco, el cual ocupa el 14% del territorio de la región. Esta es una de las zonas más prometedoras de Venezuela. Una fuente inmensa de minerales y metales preciosos que bien podría ser El Dorado, pero que ahora mismo es prácticamente un infierno.
Venezuela está sumergida en una crisis económica sin precedentes. La hiperinflación, disparada en todo el territorio, es el triple de grave en Bolívar. Literal porque en ese estado el precio de la cesta básica es tres veces superior respecto a la media del país. Esto ha impactado directamente en la calidad de vida de los habitantes, quienes sufren hambre, falta de electricidad, carencia de agua potable, enfermedades que se creían desaparecidas y un sinfín de penurias que han disparado las actividades ilícitas.
Se puede intuir que la minería ilegal es la actividad principal en Bolívar. Pero esto es sólo la punta del iceberg.
El informe de la UCAB asegura que estas minas “son campos de trabajos forzados” donde los venezolanos sufren condiciones similares a la esclavitud. “Neoesclavitud”, lo llaman.
Las mujeres, las más afectadas
Esta neoesclavitud golpea especialmente a las mujeres. Ellas son el 74% de las víctimas, mientras que el 26% restante son hombres. Otro dato llamativo es que el 25% de las mujeres afectadas son niñas y adolescentes.
El informe precisa que la forma de explotación más común en las mujeres sería la sexual. Estas son captadas bajo el engaño de trabajos asociados a labores domésticas: cocina, lavado, atención de comercios… pero realmente las quieren para la prostitución.
Este testimonio de una de las mujeres citadas habla por sí solo: “Me dijeron que necesitaban a una mujer para que lavara y cocinara, y cuando llegué allá me querían era para que fuera mujer de uno y otro”.
Precisa el informe que las edades de estas mujeres son “muy cortas”. Y lo son porque “los mineros no tienen reparo en reconocer que prefieren entre sus gustos las mujeres más jóvenes, alegando el ‘tiempo de utilidad’, entre más jóvenes son, más tiempo tardan en ponerse feas”. Por lo anterior, es común ver cómo adolescentes suelen ser víctimas de explotación sexual.
La trata de personas es otra de las lacras que sufren las mujeres. La UCAB documenta el caso de una adolescente indígena de 12 años. Esta fue sacada de su casa bajo el supuesto de acompañar a una niña con problemas cognitivos a cambio de financiarle los estudios. Le dijeron que a la niña a la que acompañaría le haría bien estar en contacto con alguien de su edad. La muchacha indígena aceptó, y desapareció. Pasaron seis meses sin que se supiera nada de ella hasta que un grupo de familiares se enteró de que fue vendida en las minas por 12 gramos de oro.
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