La oposición mayoritaria posiciona la consulta popular como el máximo evento movilizador de este año, que tiene como objetivo un llamado de ayuda a la comunidad internacional. “Solos no podemos”, han dicho los organizadores y el mismo Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional. Mientras, analistas consideran que la participación en ese evento y la estrategia que se aplique después incidirán en su impacto en el escenario político.
Entre el 6 y 12 de diciembre, la oposición venezolana ha convocado a participar en la consulta popular, un evento promovido desde la Asamblea Nacional (AN) y 37 partidos políticos en rechazo a las parlamentarias que se desarrollarán en esas fechas. Bajo una plataforma multimodal, con fase virtual y presencial, se ofrece a la ciudadanía responder tres preguntas con modalidad de respuesta simple (sí o no) que autorizarían al parlamento y el gobierno interino solicitar mayor apoyo de la comunidad internacional para lograr un cambio político.
Hasta ahora, la consulta se plantea como un evento básicamente virtual gracias al uso de la aplicación de la empresa norteamericana Voatz. Aunque se plantean dificultades para la participación, debido a los problemas de luz, telefonía y de acceso tecnológico, los organizadores han dispuesto un día (12 de diciembre) para que las personas se trasladen hasta los “puntos de libertad”.
Esta tampoco es la primera consulta que hace la oposición en los últimos cinco años. Tiene sus orígenes dentro de los artículos 70 y 71 de la Constitución, al igual que el plebiscito convocado el 16 de julio de 2017. También cuenta con un número igual de preguntas que ese anterior evento convocado por la oposición, y se espera que movilice aún más personas que las 7,2 millones que participaron en ese entonces. Ese número fue incluso poco menor a los 7,7 millones de votos que obtuvo la oposición en las legislativas de 2015, donde se logró la mayoría del parlamento.
La politóloga y consulta política de campañas Yaldimar Ruíz destaca que para esta consulta popular se está ante un escenario totalmente distinto al de 2017, pues ese plebiscito fue un éxito estratégico por la cantidad de votos, pero terminó careciendo de un sustento que provocará impacto en el país debido a que las preguntas fueron formuladas sin base. Y este mismo escenario podría repetirse de nuevo.
“Sabemos que a partir de ese evento la desafección política de la población aumentó, mientras la crisis política se agudizaba. Lo que representó la consulta popular para 2017 fue totalmente distinto, pues veníamos de la ruptura del orden constitucional por las sentencias del TSJ. Pero pasamos a un 2018 donde la población se desesperanzó al no haber estrategias, y nuevamente se recuperó un poco la confianza con la juramentación de Guaidó en enero de 2019”, recuerda Ruíz.
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