Remis David Camblor conocía más de lanchas que de derecho, carrera que estudió y en la que se convirtió en un profesional de mucho nivel en su natal Venezuela. La pasión por el mar le hizo respirar salitre desde pequeño. Una embarcación hizo de él una forma de vida: NAVEGAR era su mejor verbo.
Por: Karla Salcedo Flores | Impacto Venezuela
Sin embargo, la pericia en el agua le jugó un revés. Les presentamos una crónica del naufragio de la embarcación Thor, propiedad de la familia Camblor, quienes, por aire y mar, con profundo desespero buscaron a cinco tripulantes que nunca aparecieron. Así sucedieron los hechos.
La mañana de ese 3 septiembre Remis David Camblor, capitán de la lancha THOR siglas AG5M-D 2921 se preparaba junto a su familia y algunos amigos para un paseo en La Tortuga, lugar que desde niño conocía. La ruta acuática era parte de sus destinos infantiles, de adolescencia, juventud y adultez. Junto a su otro amigo, a quien para proteger la identidad llamaremos Alex, planificaron, un fin de semana de disfrute y compartir familiar.
Salió con los chalecos salvavidas en THOR, existen, están, contrario a los rumores de redes sociales donde muchos se preguntan si tenían o no protección de este tipo. También había radio de comunicación, de hecho, la última vez que se le escuchó su voz fue en una conversación con Alex, comentándole que se regresaría por una falla de la lancha. Sin embargo, no se devolvió, hizo una pausa y decidió emprender de nuevo, ruta hacia La Tortuga. “Las antenas repetidoras no funcionan”, nos reveló una fuente.
Los dejaron morir
Jorge Camblor, hombre de aire y mar, piloto y capitán de profesión, rescatista (padre de Remis David) sereno, seguro y confiado en sus capacidades, lideró la búsqueda de su hijo y los otros compañeros. En exclusiva para Impacto Venezuela hoy revela muchos detalles: “Los dejaron morir; no hubo interés ni herramientas, ni equipos, ni disposición por parte del Estado venezolano de encontrarlos”.
A penas supo del naufragio, cuando Alex llegó a Carenero de vuelta y vio los carros de los Camblor allí en el sitio, supo que algo andaba mal.
El señor Camblor con gallardía y responsabilidad se comunicó con los muchos amigos que tiene en el mundo de las embarcaciones y aeronaves. Hoy agradece a varios, como, por ejemplo, Ricardo Coppola, propietario y piloto del avión que realizó el avistamiento. Francisco Pacheco, también piloto de la misma.
Aeronave Cessna C182 YV 2897, tripulación: Capitanes: Ricardo Coppola y Francisco Javier Pacheco Zuloaga. Un rescate histórico, 4 aeronaves sobrevolaban. Un buque guardacostas Patrullera PG-52 Caricare, Guardacostas de la Armada Venezolana también navegaba;pero sin duda, llegaron tarde.
Camblor padre, en una experiencia única, pudo sugerir desde otro país, con precisión y conocimiento de la zona, con diligencia, dónde podrían estar, haciendo los cálculos de la cantidad de horas y días que debían estar en el mar. Acertado. Dieron con esa mancha blanca desde el aire: allí estaban dos niños, y una Marielys Chacón fallecida con sus hijos en brazos, y Verónica Martínez, niñera de los menores, moviendo sus bracitos débiles a la aeronave que se movía en el cielo; sin más fuerzas para vivir, picada en sus piernas y nalgas por los peces, su rostro quemado por las más de 96 horas que llevó sol en el mar.
Ese martes, en horas de la tarde, se procedió a un rescate que pudo empezar el domingo a las 5:00 pm cuando la primera avioneta comenzó a sobrevolar la zona. “Los dejaron morir” repite sin cesar Jorge Camblor.
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