Es el hijo del dictador de Venezuela, pero “Nicolasito” o Nicolás Maduro Guerra dice que su vida “no comienza siendo el hijo del presidente”. “Mi infancia transcurrió con un padre que era chofer del metro bus y con una madre secretaria”, responde a quienes lo atacan por sus privilegios.
Sostiene que el poder es una “circunstancia” a la que no aspiró. “Es la vida que me ha traído aquí”, dice.
Flautista profesional y licenciado en Economía que se jacta de ser “el más joven” de los dirigentes del chavismo sancionados por Washington, “Nico”, como lo llama su papá, ha vivido semanas de una frenética campaña por una curul en La Guaira, un estado bañado por las aguas del mar Caribe a unos 40 minutos de Caracas.
El político de 30 años rechaza los cuestionamientos a la legitimidad de las votaciones, que el líder opositor Juan Guaidó, sus aliados y gran parte de la comunidad internacional tildan de “farsa”. Asegura que “son las mismas condiciones” de 2015, cuando la oposición obtuvo la mayoría legislativa, aunque las nuevas autoridades electorales no fueron designadas por el Parlamento, como corresponde, y, entre otras reformas, el número de escaños fue aumentado de 167 a 277.
“Vamos a solucionar con la nueva Asamblea Nacional los problemas que tengamos. La oposición, la derecha extremista, no tiene plan para el país”, provoca
Aupado por una multitud en una calle de Maiquetía, población donde se ubica el principal aeropuerto del país, prometió “consumirse” como servidor público. “¡Prohibido fallar!”, exclamó entre aplausos.
Admite que hay chavistas descontentos por la crisis económica, pero sostiene que el chavismo “está en la calle encarando los problemas”. Las sanciones de Estados Unidos contra Venezuela “han complicado la situación”, remarca Maduro Guerra, quien tuvo su primera hija con apenas 15 años, una experiencia, que, afirma, lo hace pensar en la necesidad de campañas para prevenir el embarazo precoz.
En entrevistas con medios internacionales, “Nicolasito” no se ahorró definiciones sobre los planes del chavismo para después de las elecciones del domingo. Dijo que el gobernante partido socialista de Venezuela consideraría reformar la ley petrolera del país, así como otras leyes económicas, en caso de que se retome el control del parlamento.
También agregó que el gobierno espera comprometerse con la administración entrante del presidente electo Joe Biden en Estados Unidos, pese a que Washington y Caracas cortaron relaciones diplomáticas luego de que el presidente Donald Trump ampliara las sanciones a Venezuela para presionar la renuncia del mandatario venezolano.
“Dentro del partido se ha discutido, y tenemos información que no puedo decir, en este momento, pero pareciera que hay buenas conversaciones de respeto, nosotros pedimos es respeto”, añadió.
La administración de Trump y docenas de otros países no reconocen a Maduro como el líder legítimo de Venezuela porque accedió al poder a traés de una elecciones fraudulentas en mayo de 2018.
El país petrolero no ha conseguido salir de la recesión y, por el contrario, la caída de la producción parece haberse profundizado, acelerando todavía más una inflación que organismos internacionales consideran la más alta del mundo. Pero muy probablemente, después del domingo el poder de la familia Maduro siga creciendo en Venezuela.
Con información de EFE, AFP, Reuters
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