Del núcleo duro que acompañó al difunto presidente Hugo Chávez y que aún se mantiene en la dirección nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el sociólogo Elías José Jaua Milano quizás es el único que en la actualidad no ejerce funciones de gobierno en la primera línea de la revolución chavista.
Por Pedro Pablo Peñaloza / Runrun.es
Sin embargo, aunque está fuera, sigue adentro. Y leal a Nicolás Maduro. Desde esa posición, publicó el 29 de marzo un artículo donde propuso una “taima” en el conflicto político venezolano para enfrentar la pandemia del coronavirus, incluyendo en su planteamiento una agenda de trabajo entre el Ejecutivo y “todas las partes de la caotizada Asamblea Nacional”.
A través de un cuestionario enviado por correo electrónico, Jaua Milano expone su opinión sobre la iniciativa de sectores de la sociedad civil que coinciden en solicitar una “tregua” a las partes, y responde si esa “taima” que defiende puede obligar a posponer las elecciones parlamentarias originalmente previstas para este año.
Ahora bien, ese necesario acuerdo no puede ser el resultado de la intimidación o el chantaje del gobierno de los Estados Unidos de América y sus expresiones extremistas en Venezuela. Un acuerdo democrático y duradero debe ser el resultado de la voluntad de lograr un consenso entre todos o al menos la mayoría de los actores políticos sobre los temas en agenda, en el marco de la Constitución de la República Bolivariana y en ejercicio de nuestro derecho a la autodeterminación nacional.
Desistir de las vías violentas e inconstitucionales para derrocar al gobierno, renunciar al uso de las sanciones económicas y de la amenaza militar de potencias extranjeras, y recuperar su capacidad de tomar decisiones sin injerencia externa.
¿Y qué debería hacer el gobierno de Maduro para facilitar ese acuerdo?
Facilitar y concretar los acuerdos que en materia de procesos electorales se han venido discutiendo con sectores de la oposición, incluso, diría yo, de manera unilateral.
Los voceros del gobierno señalan que tienen la situación bajo control y que el país cuenta con toda la infraestructura y los insumos necesarios para enfrentar la pandemia. ¿Esto es así? ¿Cree que podrían hacer frente y superar esta situación sin necesidad de un acuerdo político con la oposición liderada por Juan Guaidó?
El gobierno constitucional del presidente Maduro ha demostrado tener la capacidad de controlar las consecuencias sanitarias de la pandemia, mediante una actuación oportuna, responsable y apegada a los protocolos dictados por la Organización Mundial de la Salud. Igualmente, ha contado con una importante cooperación internacional de gobiernos amigos y organismos multilaterales.
Respecto a la oposición, en verdad yo no sé si se puede hablar de una oposición liderada por Guaido, yo más bien la catalogo como la oposición subordinada a las directrices de la Casa Blanca. Pero sin duda, se requiere un acuerdo que nos incluya a todos los actores políticos, para superar las consecuencias de la pandemia sobre una economía de por sí ya afectada por el conflicto político, que también ha vulnerado los derechos sociales
A un cuadro marcado por la crisis social y económica, la caída de los precios del petróleo y las sanciones, ahora se incorpora la pandemia del coronavirus. ¿Cree que todos estos factores sumados pueden desestabilizar al gobierno?
Hasta ahora no ha sido así.
Henrique Capriles Radonski, miembro del llamado G4 (Primero Justicia, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo y Voluntad Popular), propuso que Ejecutivo y Legislativo llegaran a un acuerdo por el tema del coronavirus. ¿Nadie en la dirección del PSUV coincide con esta idea? ¿No haría falta que alguna voz del PSUV exprese públicamente su apoyo a una iniciativa similar para allanar el camino a un pacto?
El presidente del PSUV, Nicolás Maduro, respondiendo a la propuesta de Capriles, expresó públicamente su disposición a llegar a un acuerdo nacional humanitario. Yo comparto lo dicho por el Presidente.
Maduro respondió a Capriles Radonski planteando una especie de gran mesa de diálogo en la Nunciatura, fórmula que ya fracasó en el pasado, y terminó convocando un Consejo de Estado con el diputado Luis Parra. Si el éxito de un eventual acuerdo en buena medida depende del apoyo de la comunidad internacional, ¿por qué no tender puentes con las autoridades legítimas del Parlamento -encabezadas por Guaidó- para construir un plan que tenga el financiamiento y respaldo de las potencias y organismos mundiales?
Entiendo que el gobierno va a dialogar con quien quiera hacerlo y tenga la voluntad de llegar a un acuerdo nacional.
¿El gobierno de Maduro y el PSUV aceptarían un apoyo económico administrado por organismos internacionales como la ONU, y bajo la supervisión y contraloría de la sociedad civil y el Parlamento venezolano?
No tengo información al respecto.
En estas condiciones, que incluso han impedido avanzar con la designación del nuevo Consejo Nacional Electoral, ¿cree que es posible convocar este año las elecciones parlamentarias o desde ya debe considerarse la posibilidad de aplazar ese proceso para 2021?
De acuerdo con la Constitución, el 5 de enero de 2021 debe instalarse un nuevo Parlamento, previo unas elecciones directas, secretas y universales. Eso es lo único seguro, hasta ahora.
¿Qué Venezuela puede quedar tras la pandemia del coronavirus? ¿Cómo visualiza el futuro del país a corto y mediano plazo?
Venezuela, en medio de la pandemia del coronavirus, ha demostrado tener capacidad profesional, niveles de organización popular y una población con conciencia del cuido de la vida en común.
Más allá de esta coyuntura sanitaria, tenemos una plataforma agrícola, industrial y científica instalada; pública, comunal y privada que fue modernizada y expandida durante el periodo del gobierno del comandante Chávez. Nuestro recurso petrolero está ahí, no ha desaparecido, ni debemos entregar el control de su explotación a nadie. Venezuela posee como nación una cultura democrática y una vocación de paz verificada en estos duros años de confrontación, mucho más allá de la impostura de mucho dirigentes que nos quieren llevar a una guerra fratricida.
Esos elementos, y muchos otros, me permiten afirmar que se despejará el horizonte y habrá buen porvenir para nuestra patria en esta tercera década del siglo XXI, rumbo al 2030. Así será, lo veremos.
Con información de Por Pedro Pablo Peñaloza / Runrun.es
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