Se acerca un 5 de julio extraño. Un desfile militar en el que la Fuerza Armada está obligada a demostrar que está cohesionada, que tiene un solo mensaje, que tiene un solo propósito, que tiene un solo mandato. Este no será un desfile cualquiera. El mensaje será clave. La puesta en escena. La tribuna, las caras, los gestos, y la disciplina. Una Fuerza Armada obligada que nada se salga del libreto.
Por: Juan Carlos Zapata | Konzapata
Pero no es así. La Fuerza Armada no se encuentra en situación cómoda. Hay problemas. Las costuras no están bien atadas. Lo que proyecta como imagen es la de un mundo con fisuras, y en el que cualquier cosa puede ocurrir de un momento a otro.
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No será este un 5 de julio común, rutinario y usual. El desfile que se desarrolle no expresará lo que ocurre en lo interno de la Fuerza Armada. El componente militar viene de pasar por un 30 de abril y por un 24 de junio. Todo extraño. Todo complicado. El 30 de abril de la mega conspiración. El 30 de abril de la sospecha. Un evento que sembró dudas en torno al generalato más cercano a Nicolás Maduro. El que respalda y le da soporte a Maduro. Quedó la sospecha de hasta qué punto el generalato estuvo implicado en la mega conspiración. Porque se conspiró desde el Sebin. Se conspiró desde el DGCIM. Se conspiró desde el Palacio de Miraflores. Se conspiró desde el centro de mando. Se conspiró en cuarteles. Y luego vino el 24 de junio. El acto del Día del Ejército en la madrugada. Y otra conspiración. Otro complot. De civiles y militares. De oficiales de distintas fuerzas. Y este otro evento trajo como consecuencia la acusación y detención de más militares. Y vino el caso del capitán Rafael Acosta Arévalo. Vino la tortura. Vino el asesinato. Vino el repudio mundial. Porque todo ocurre ante los ojos del mundo. Las evidencias de la tortura quedaron expuestas y admitidas por el régimen, por la Fuerza Armada. Y el caso del capitán revolotea sobre esa Fuerza Armada que desfilará este 5 de julio. Y este es otro elemento que apunta a que este 5 de julio tampoco es normal. Que no será un desfile cualquiera.
Ahora parece que los eventos no se detienen. Que todo pasa en la Fuerza Armada. Que el descontento se apodera de los hombres de armas. Y cuando los eventos se suceden, uno detrás de otros, ya la Fuerza Armada no es entonces un cuerpo confiable para el poder, para el dictador, para el régimen de turno. La desconfianza pasa a ser un elemento de primer orden. Como ahora. Y como ahora que los militares siguen escuchando el discurso desde la oposición que le dice que Maduro no defiende a nadie, que Maduro mata a los militares, que Maduro es el enemigo verdadero de la Fuerza Armada, que hay que defender la Constitución, que hay que restablecer la democracia. Y oyen desde el chavismo militar disidente que Maduro es el jefe de un grupo criminal, que hasta su hijo está metido en negocios, en corrupción, que Maduro es el responsable del gran desastre, que ha mancillado la Patria, que la ha convertido en jirones de Patria, y que es el momento de restablecer el orden. Y escucha desde el chavismo civil disidente que Maduro no es chavista, que Maduro traicionó el legado de Hugo Chávez, que es tiempo de dar el paso, que es tiempo de dejarlo solo, que es tiempo de volver al proyecto original.Y es una Fuerza Armada que escucha que hasta los boliburgueses se rebelan porque ya Maduro es un estorbo.
No hay manera de que este 5 de julio sea igual a otros. De un lado se ha convocado una marcha. Del otro estará el desfile. Y los militares que desfilan estarán pensando en los otros militares purgados, estarán pensando en el general Raúl Baduel, y en el general Miguel Rodríguez Torres, y pensarán en la centena de militares metidos en las cárceles del régimen, y pensarán que hasta se han construido cárceles especiales, de máxima seguridad, para “alojar” militares, compañeros de armas, y estarán pensando en los militares que se fueron al exilio hace años, o los que se fueron en fecha más reciente, en otro evento más próximo como el del 23 de febrero en la frontera. Y pensarán que en todo este año la situación ha sido movida. Y sigue movida. Y pensarán que la cuerda terminará reventando. Y cuando ello ocurra, se preguntarán, ¿de qué lado estaré yo? Y pensarán que este 5 de julio, Día de la Fuerza Armada, con cuál pueblo estarán celebrando. A cuál pueblo ha convocado el general Vladimir Padrino López a celebrar el día de la Patria. En qué condiciones está ese pueblo que se va, que se ha ido, que se sigue yendo, por millones, y esos millones son mi gente, pensarán los militares, son los primos, son los amigos, los vecinos, una hermana, un hermano, un tío, un primo.
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Son en verdad, muchos elementos con los que se puede señalar que este 5 de julio no es normal. No esusual. Que hay una Fuerza Armada en tensión. Mirándose. Revisándose. Preguntándose. Por los amigos. Y los enemigos. Dónde están. Cuáles son. Y cuando una Fuerza Armada se encuentra en tal situación, un desfile, por mucho entrenamiento, por mucha puesta en escena bien cuidada, puede descarrilar. De pronto, alguien pierde el paso, y allí comienza, puede empezar, el próximo evento. De modo que por estos días Nicolás Maduro se habrá multiplicado en tiempo y atenciones a la Fuerza Armada. Observando cada gesto de la jerarquía. Midiendo cada movimiento. Manipulando a unos contra otros. Vigilando a unos con otros. Poniendo los servicios secretos en máxima alerta. Porque puede estarle ocurriendo lo que al dictador de El otoño patriarca cuando pensaba que la Fuerza Armada ya no era “el sustento de su poder…sino al contrario…su enemigo natural más temible”.