“El hambre creciendo impune durante 10 años, menguando a niños que ya enterramos, que se tuvieron que ir (diáspora de cinco millones de personas) o que dejaron de crecer (según Cáritas, un tercio de los niños sufre retardo en el crecimiento y rezago cognitivo)”, acusa Susana Raffalli, una de las principales expertas en nutrición del país.
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Expropiaciones de empresas y nacionalizaciones en el campo, la consiguiente caída de la producción, la disminución de la oferta alimentaria que acabó convirtiéndose en escasez, la dependencia de las importaciones y el proceso inflacionario que todavía aterra a los venezolanos se fueron sumando como factores claves para llegar al hambre de hoy. Todos ellos incluidos en un esquema de corrupción que devoró decenas de miles de millones de dólares y que ha llevado a Estados Unidos a sancionar a tres hijastros de Nicolás Maduro; a quien creen es su testaferro (el empresario colombiano Alex Saab); al general Carlos Osorio, quien estuvo al frente del Ministerio de Alimentación, o al exministro Freddy Bernal, entre otros muchos.