Un período de al menos 72 horas deben invertir los venezolanos en estados como Lara, para poder surtirse de gasolina, aún cuando en la entidad se aplica el plan pico y placa que en teoría, garantizaría el suministro. Ese tiempo invertido en una cola implica que cada conductor pierde 24 horas de sueño, a razón de ocho horas diarias, y los tres días de trabajo, lo cual pasa factura a la salud de los conductores pero también a las empresas que en ocasiones no cuentan con la plantilla completa del personal.
María B. Jordán | La Prensa de Lara
Hay personas que se van a las colas de gasolina con tres días previos a que le corresponda su turno según el terminal de placa, con el fin de asegurar un puesto para poder equipar combustible, el segundo día esperan que sean marcados con un número en el parabrisas o le entreguen algún ticket que les garantice la cola, mientras que finalmente el último día es el más esperado, pues si llega la gandola surten, pero de lo contrario pierden los tres días en la cola.
Trabajar, descansar, dormir como debe ser y hasta comer de una manera digna, son actividades cotidianas que una persona que está en la cola para surtir combustible deja de hacer. Si se saca la cuenta, de los tres días que pierden (equivalente a 72 horas), 24 horas corresponden al horario laboral, que serían 8 por día, pero que igual faltan los tres días porque no pueden moverse de la cola. Mientras que las horas de sueño, que corresponden a ocho diarias multiplicadas por los tres días, son 24 horas que no duermen ni descansan.
Todos los casos no son iguales, hay unos que corren con suerte y solamente tardan dos días cuando mucho, solo van a la cola un día antes que le corresponda según el terminal de la placa, mientras que otros logran surtir hasta el mismo día si se van de madrugada. El punto es que, bien sea cualquiera de los casos, una persona deja de dormir y trabajar en la búsqueda de tan solo 40 litros de gasolina. Hay casos en los que las personas no mueven sus carros hasta por una semana o hasta que logran surtir, pues los tanques se quedan secos y no se pueden regresar.
«Nosotros hacemos la cola, pero en esos días no podemos trabajar» sustenta Freddy Montilla, quien se encontraba ayer en la cola para la estación de servicio Churún Merú, ubicada al este de Barquisimeto. Él junto a las demás personas se fueron desde el lunes en la tarde para que los marcaran y regresaron ayer bien temprano para equipar, corriendo con la suerte que la gandola de combustible si llegó.
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