Desde 2020 ha aumentado la importación de los carros eléctricos en un país donde las fallas de electricidad son una constante. Particulares los traen desde Europa o EEUU gracias a una resolución de la administración de Maduro que permite la importación de vehículos usados.
En plena pandemia en 2020 y en medio de la mayor recesión económica que ha vivido el país, no deja de sorprender la llegada de carros eléctricos al mercado. Muchos podrán pensar que la venta de estos vehículos es una alternativa para incentivar el uso de las energías renovables en una Venezuela con crisis petrolera, pero justamente se promociona su uso en un momento en el cual los apagones por falta del servicio de electricidad son ‘el pan nuestro de cada día’.
En redes sociales y páginas web de varios concesionarios ubicados en Caracas, Los Teques (estado Miranda) y en Valencia (estado Carabobo) se ofertan estos automóviles en precios que varían desde 17.000 hasta 25.000 dólares. De acuerdo a la información aportada a TalCual por algunos vendedores del área, 40% de las unidades disponibles han sido adquiridas por los venezolanos.
La importación de carros usados de hasta cinco años de cualquier marca y modelo autorizada por la administración de Nicolás Maduro en 2019, dio paso al incremento de estas unidades en puertos venezolanos, en detrimento de la precaria producción de la industria automotriz nacional.
Desde hace una década, el sector ha venido decayendo en el ensamblaje y ventas debido a una serie de factores que lo han afectado profundamente, tales como una nueva política sectorial que privilegia las importaciones, los controles de precios y de cambio, la escasez de divisas, la constante devaluación y medidas gubernamentales contra el sector privado en general. Pero además, por la caída en la capacidad de compra de la población debido al proceso inflacionario y la merma de los créditos bancarios.
«Hemos presenciado el ocaso inminente de una industria que 15 años atrás vendió casi 500 mil unidades en un año de al menos 14 marcas distintas y, hace 10 años redujo su producción a 70% alcanzando ventas de unas 125 mil unidades hasta llegar a lo sumo a unas 65 mensuales. Ha sido una década en picada desenfrenada», señala el presidente de la Cámara de Fabricantes Venezolanos de Autopartes (Favenpa), Omar Bautista.
Las cifras de Favenpa revelan que durante el primer trimestre de 2021, las ventas de carros nacionales sumaron 43 unidades, lo que significa una disminución de 43% con respecto al mismo período de 2020. Mientras que entre enero y marzo se vendieron 392 vehículos importados, para un alza de 87,6% versus el pasado año.
«En el primer trimestre de 2021 se ensambló un solo tipo de vehículo y fue un camión Mack», indica Bautista.
Desde el año 2007 y con mayor énfasis desde 2015 comenzó el desmontaje sistemático de la industria y todo lo que se conoce como la red de venta y de post venta. A juicio de Julián Afonso, especialista en el sector automotriz, hoy no se observa una industria formal que atienda precisamente esa demanda que aún se da en menor proporción, por lo que «se ha comenzado a ver una suerte de concesionarios bodegones» ofreciendo carros usados.
Explica que en Venezuela, la población manejó autos con alta tecnología y que se ensamblaban en el país, hasta que la industria comenzó a ser desmantelada. Luego en 2013 se experimentó un vacío en el sector, no se conoció nada del mundo automotor ni de novedades hasta que en 2018 la administración de Maduro, obligada por las circunstancias económicas, comenzó a destrabar muchas restricciones aduanales que tenían frenada la importación. Cuando en 2020 se permite además la importar a cero arancel, se inicia con más fuerza la entrada de los carros usados.
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