«Alentó al presidente Saied a adherirse a los principios de democracia y derechos humanos que son la base del gobierno en Túnez», dijo.
Blinken también prometió el apoyo de Estados Unidos a la economía de Túnez y a la lucha contra el covid-19, un factor clave en las protestas que estallaron en todo el país y llevaron a Saied el domingo a destituir al primer ministro y suspender el parlamento.
El gobierno de Joe Biden, que considera la promoción de la democracia una prioridad, expresó anteriormente su alarma sobre la situación en el lugar donde nació la «Primavera Árabe» en diciembre de 2010.
«Estamos preocupados por los acontecimientos en Túnez», afirmó la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki. «Instamos a la calma y apoyamos los esfuerzos tunecinos para avanzar en línea con los principios democráticos».
Preguntada durante una rueda de prensa sobre si Washington creía que se trataba de un golpe de Estado, dijo que se trata de una «definición legal» que examina el Departamento de Estado.
Estados Unidos está obligado por ley a cortar la asistencia directa a los gobiernos que llegaron al poder derrocando a los líderes democráticamente elegidos.
Esa normativa ha llevado en ocasiones a Washington a recurrir a eufemismos cuando no quiere frenar la ayuda, como cuando el entonces jefe militar de Egipto, Abdel Fatah al Sisi, derrocó a un gobierno islamista elegido en 2013.
«Túnez no debe desperdiciar sus logros democráticos. Estados Unidos continuará estando del lado de la democracia de Túnez», dijo el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price.
Agregó que Estados Unidos estaba «preocupado» por el cierre de las oficinas de los medios de comunicación e instó a «respetar escrupulosamente la libertad de expresión y otros derechos civiles».