Ricardo López Murphy es un destacado economista y político argentino. Fue ministro de Defensa, de Economía y de Infraestructura y Vivienda durante la presidencia de Fernando de la Rúa y preside la Fundación Cívico Republicana.
Hace escasos días, López Murphy viajó a Chile para intervenir en la Universidad de la Fundación para el Progreso y pronunciar una charla sobre el devastador efecto del populismo socialista en Venezuela. A continuación, se exponen los extractos más destacados de su intervención, reseñados en Libertad Digital:
En Venezuela se jugó con los recursos de la sociedad siguiendo el capricho del gobierno. Se expropiaban negocios en directo y en televisión, como si se tratase de algún tipo de comedia macabra. El resultado fue un colapso de la inversión privada, una tasa de inflación insoportable que llega al absurdo de un millón por ciento, un saqueo a la propiedad de las familias y empresas y una desarticulación de cualquier fórmula mercantil de intercambio de bienes y servicios. En ese clima, el funcionamiento de una economía y una sociedad termina quebrando. La gente huye, se destruye su futuro de tal manera que no hay otro camino que el exilio, porque cala la sensación de que nunca se podrá arreglar, que mañana siempre será peor. Esa idea ha calado.
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La debilidad institucional ha hecho que se destruya el Estado de Derecho, que se arrase por completo con el imperio de la ley. De ahí ha surgido un clima de violencia insoportable, con decenas de miles de homicidios. Ese grado de anarquía es muy preocupante y complica la transición y la vuelta a un modelo civilizado de democracia.
El populismo latinoamericano pudo enmascarar su quiebra estructural gracias a los altos precios de las materias primas, pero solo fue un espejismo. La ilusión de crecimiento se quebró rápidamente y, en los años siguientes, la inflación se disparó y el desabastecimiento se convirtió en la norma.
La culpa nunca es de su sistema. La inflación se debe a los buitres especuladores. El desabstecimiento se explica por el bloqueo. El colapso de los servicios básicos es parte de la guerra económica. La falta de empleo es culpa de las malvadas empresas. Siempre hay un chivo expiatorio, el relato no asume en ningún momento cualquier tipo de error o de carencia.
La reconstrucción es extremadamente compleja, porque se ha destruido el capital social, el capital humano, el capital económico… Para articular la transición, el primer objetivo es acabar con la violencia. Es preciso garantizar de nuevo el imperio de la ley. Sin esa estabilidad, no hay manera de que Venezuela vuelva a funcionar. Por otro lado, hay medidas económicas que son urgentes, el fin de la inflación debe ser una prioridad absoluta. También será necesario construir una explicación, un relato de cada medida adoptada. Hay que decir claramente qué ha ocurrido y por qué hay que optar por medidas completamente distintas.
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El sistema que tanto hablaba de “justicia social” era realmente un mecanismo de saqueo, lo vemos en la enorme fortuna que han amasado los llamados boliburgueses. Todo ese dinero se generó de forma corrupta y se sacó del país. Y, mientras tanto, la sociedad venezolana se ha instalado en un colectivismo de zombies. El clima de ideas que se ha fomentado promueve un igualitarismo primitivo, se cultiva el espíritu tribal y se desalienta cualquier forma de individualismo o cualquier conducta de libertad.
Con información de La Patilla