Nicolás Maduro, antes de que la gente salga a la calle, señala desde ya que se trata de guarimbas, lo cual de entrada significa descalificar cualquier manifestación, sea esta de maestros, jubilados, enfermeros. Sea de jóvenes o ancianos.
Por Juan Carlos Zapata – Konzapata
Maduro aprovechó la crisis en Ecuador para arremeter contra el FMI. Pero el paquetazo de Maduro en estos últimos años es peor que el del FMI. En Venezuela hay hambre. En Venezuela la contracción económica es histórica. Como histórica la hiperinflación. En Venezuela no hay inversión pública. Y la moneda nacional, el bolívar, desapareció, dando paso a una dolarización de facto. En Venezuela no hay atención sanitaria. En Venezuela las empresas no valen, los bancos no valen, los ahorros en bolívares no valen, las viviendas no valen. En Venezuela la vida tampoco vale nada. En Venezuela la producción petrolera ha caído a mínimos y la empresa estatal, PDVSA, ha sido prácticamente destruida, pero Maduro no aumenta la gasolina, la regala, por puro cálculo político. En Venezuela los servicios públicos, agua y electricidad, funcionan a medias y por eso tampoco se cobran, y no se cobran para que no explote el estallido social como en Ecuador como en Chile.
Ante este cuadro, Maduro advierte que, cuidado, conque a alguien se le ocurra protestar. Para reprimir, Maduro cuenta con la Guardia Nacional y la Policía Nacional. Cuenta con grupos paramilitares. Cuenta con la policía política. Cuenta con el espionaje cubano. Aquí está un primer elemento destacado por los expertos para explicar por qué en Venezuela no hay estallido social. No se debe a que no existan condiciones objetivas sino al miedo de la población ante un seguro ataque represivo, sin medida, que, como muchas veces, deje un saldo de cientos de muertos, miles de heridos, aporreados, maltratados, magullados y miles de encarcelados.
En 12 días de protestas en Ecuador se registraron ocho muertos. Igual número se suma en Chile a pesar de la arremetida, la violencia y la destrucción contra el metro, edificios públicos y propiedad particular ocasionada por los manifestantes. En un lapso igual, Maduro hubiera multiplicado los muertos. El régimen no discrimina entre mujeres y niños. Ni siquiera se para en mientes con los indígenas, contra los que arremetió en febrero en la frontera con Brasil con saña y crueldad. Maduro se mira en ese espejo.
Maduro le teme al estallido. El estallido lo puede barrer, o en todo caso tendría que sostenerse en el poder a costa de una gran represión, peor que la que llevó a cabo en protestas anteriores.
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