Los venezolanos han esperado este domingo las declaraciones de la líder opositora, María Corina Machado, y del candidato ganador, Edmundo González, como si se tratara de un exorcismo ante el golpe emocional que ha supuesto el exilio del diplomático. «Un día triste para la democracia de Venezuela», ha reconocido sin anestesia Josep Borrell, el canciller de la Unión Europea.
Por DANIEL LOZANO – EL MUNDO DE ESPAÑA
La primera en aparecer ha sido Machado, quien meditó durante horas sus palabras, sabedora de su trascendencia: «Es necesario para nuestra causa preservar su libertad, su integridad y su vida».
Fuentes opositoras han asegurado a EL MUNDO que González comunicó previamente a Machado su deseo de exiliarse en España, pese a que durante la semana tanto su abogado como la propia líder habían negado tal posibilidad. «El régimen desató una brutal ola de represión en contra de todos los ciudadanos, calificada como terrorismo de Estado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la cual incluyó todo tipo de ataques contra el presidente electo y su entorno. Su vida corría peligro y las crecientes amenazas, citaciones, orden de aprehensión, incluso los intentos de chantaje y de coacción, demuestran que el régimen no tiene escrúpulos ni límites en su obsesión por doblegarlo», ha detallado Machado.
Según el Foro Penal, la cifra de presos políticos asciende a 1.793, cuando antes del 28-J eran 350 los recluidos en las mazmorras del régimen. Entre ellos destacan 59 menores de edad y 225 mujeres. Al menos ocho de ellos poseen la doble nacionalidad española y venezolana, pero se teme que, con el recuento final, la cifra ascenderá a los dos dígitos. Las fuerzas militares, policiales y paramilitares mataron a tiro limpio a 25 personas tras el 28-J, la mayoría de las clases populares.
Pese a todo ello, la lucha sigue, ha asegurado la líder opositora y Edmundo «será juramentado como presidente constitucional de Venezuela y comandante en jefe de la Fuerza Armada Nacional» el 10 de enero del año que viene, día de la toma de posesión presidencial.
«Que esto quede muy claro a todos: Edmundo luchará desde afuera junto a nuestra diáspora y yo lo seguiré haciendo aquí juntos a ustedes», ha remachado la líder opositora.
«Resultaba estratégico para preservar la voluntad popular que Edmundo González representa mantenerlo en libertad y con plena capacidad de movimiento», ha ahondado la Plataforma Unitaria.
Con parecidas palabras se ha pronunciado Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA): «Edmundo González hizo solamente lo que correspondía en esta oportunidad. Venezuela definitivamente no necesita ni un solo preso político más, ni un solo torturado más, no necesita ni una víctima más de violaciones sistemáticas de derechos humanos. Sabemos lo que son las cárceles del régimen y sabemos la triste naturaleza humana de la cadena de mando de la represión dictatorial».
El mensaje de María Corina y del resto de dirigentes se ha enfrentado a un tsunami lleno de emociones. Lágrimas a la medianoche, desesperación, desasosiego, decepción y un rebote con nuevos bríos han conformado el estado de conmoción nacional al darse a conocer una noticia que nadie esperaba en el país petrolero. «La obligación moral es resistir», ha subrayado el dirigente Pedro Urruchurtu, que lleva seis meses haciendo eso mismo, resistir, en la legación diplomática de Argentina.
«¿Es momento para preocuparnos? Sí. Pero sobre todo para ocuparnos en la tarea que tenemos por delante. Oigo y leo voces y letras llenos de pesimismo. No las comparto, para nada. Es momento para seguir luchando en todos los espacios hasta lograr que se acepte el resultado electoral. Ese es hasta el final, que se vaya Maduro. ¡Mano, mi fe está intacta!», ha clamado el dirigente Juan Pablo Guanipa apoyado en un símil futbolístico usado para impulsar a la selección Vinotinto. Guanipa huyó de milagro de la persecución que le sometieron los agentes de Maduro al acabar la última marcha opositora. Peor suerte corrió otro dirigente, Biagio Pilieri, embestido incluso por un vehículo policial hace una semana. Desde entonces se encuentra incomunicado, tras ser acusado de terrorismo.
«Esto constituye un golpe emocional, aunque racionalmente pudiera ser predecible. Que Edmundo estuviera en Venezuela generaba la percepción de que su heroísmo era señal de fortaleza del triunfo electoral. Nadie quedó exento de la persecución del régimen, incluyendo niños, adolescentes, personas enfermas, adultos mayores. El miedo se apoderó de gran parte de la población«, ha explicado el experto electoral Jesús Castellanos, quien destacó que el nombramiento del duro del régimen, el capitán Diosdado Cabello, al frente del Ministerio de Interior hizo aumentar aún más si cabe el temor.
¿Se trataría entonces de un triunfo del régimen? Para Castellano sí «en este momento», ya que consigue el objetivo perseguido. Pero se trataría de un hecho que no cambia la realidad del 28J, «pues pese a que Edmundo esté en España, sigue siendo presidente electo y existen suficientes pruebas de ello«.
La apuesta del chavismo es que el exilio pase factura a González Urrutia, como ya sucediera con la pérdida de apoyo sufrida por otros exiliados, como Juan Guaidó. Y ello pese a que quien fuera presidente encargado aguantó casi cuatro años en Venezuela y sufrió 32 notificaciones de la Fiscalía, incluso entró y salió dos veces el país.
«Querían forzar el exilio de Edmundo González porque es el presidente electo y tenerlo en el país era una presión constante. Lograron lo que querían. Y es un golpe muy, muy grande para muchos. Para millones. Mi admiración y respeto eterno a quienes han liderado», ha argumentado el politólogo Walter Molina.
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