Miguel Rojas leyó su primer libro cuando tenía solo cuatro años, una edad en la que la mayoría de los preescolares empiezan a leer sílabas. Aún conserva la edición de “Atlas del cielo, un viaje entre estrellas y planeta para conocer el universo”.
Carolina Alcalde | Voz de América
Desde que era muy pequeño, Mary Ramos notó que su hijo, Miguel Rojas, tenía una “inteligencia extraordinaria”: aprendió a leer de manera autodidacta a los tres años y medio, utilizaba palabras poco convencionales, mostraba interés por los dinosaurios, gran pasión por la astronomía y ganas de aprender cada vez más.
Meses atrás, Miguel fue acogido como miembro de Órbita CI 130, un programa que reúne a niños y jóvenes con “altas capacidades, alto rendimiento y/o superdotación”.
A través de este programa tuvo la oportunidad de participar en una campaña internacional de búsqueda de asteroides, organizada por el International Astronomical Search Collaboration (IASC), con la iniciativa de la Universidad Hardin-Simmons.
“Esto era lo que Miguel necesitaba, ellos tienen diferentes orientaciones y Miguel por supuesto se fue al área de la astrofísica, ciencias planetarias, aeronáutica”, afirma su madre en conversación con la Voz de América, desde su hogar en Barquisimeto, estado Lara, a unos 400 kilómetros al oeste de Caracas.
El nombre de este adolescente de 13 años, que cursa el primer año de bachillerato, ha empezado a aparecer en los titulares de medios de todo el mungo por haber descubierto el asteroide bajo el código de identificación 2021 GG40. Así aparece en el certificado expedido por la IASC y el Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawái, con el auspicio de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés), al que la VOA tuvo acceso.
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