En las comunidades aledañas a los campos petroleros de Punta de Mata y Jusepín localizados al noroeste del estado Monagas, el exceso de quema de gas natural es una onda de vapores tóxicos que gana terreno año a año. Hasta 1600 millones de pies cúbicos de este valioso hidrocarburo son incinerados y expulsados a la atmósfera a través de los mechurrios de Pdvsa Gas, unas gigantescas antorchas que liberan al ambiente 40 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono (CO2) y otros compuestos que dañan la salud y la atmósfera. Expertos apuntan que si Venezuela llegara a vender el exceso de gas natural, podría ganar hasta 1500 millones de dólares al año.
Betania Franquis | Crónica Uno
Sordos hay en todos lados y es un hecho estadístico; pero en los sectores Colombia, Jusepín y parte de Punta de Mata, al noroeste del estado Monagas, oriente de Venezuela, ocurre un fenómeno singular: los pobladores no pueden escucharse unos a otros aunque no padecen de sordera ni están aislados, gritan para comunicarse. Viven demasiado cerca de unas ruidosas “antorchas» que les impiden oír con claridad y cuyos gases también les agrietan y queman la piel.
Cuando no los asfixia un calor sofocante, los enceguece una humareda que los obliga a resguardarse en sus hogares. Incluso en los caseríos más remotos, un manto de tizne ensombrece las nubes y mancha la ropa de sus habitantes, pues desde hace al menos una década lidian con las consecuencias de respirar el aire contaminado y saturado de partículas nocivas que emana de los mechurrios, unas columnas metálicas de hasta 20 metros de altura en las que se queman por día hasta 1600 millones de pies cúbicos de gas natural.
Aunque la incineración de este combustible fósil es de vieja data en la zona, los volúmenes de quema de gas natural por barril de petróleo producido se han incrementado desde 2016, con pérdidas millonarias para el país y efectos para el ambiente y la salud. En reportes de la firma de consultores Gas Energy Latin America, se afirma que para finales de 2019 sólo se aprovechó 40 % de este valioso recurso natural, necesario para el uso doméstico e industrial.
El otro 60 % del gas que sale de los pozos junto con el petróleo ni se trata ni se utiliza, sino que se envía a los quemadores para ser expulsado a la atmósfera.
En las plantas petroleras de cualquier parte del mundo los mechurrios son un mecanismo de seguridad que quema los líquidos inflamables y gases liberados por las válvulas que protegen los equipos en las plantas de producción, lo que los convierte en una estructura necesaria para mantener los niveles de productividad y evitar accidentes.
La nube tóxica
El cielo nocturno monaguense parece un coro de luciérnagas. Su luminosidad irregular es una mancha refulgente sobre el mapa, al menos eso fue lo que captó la Nasa Worldview en 2019 cuando capturó vía satélite una imagen de la zona norte del estado oriental.
Lo que captó la Nasa Worldview en 2019 cuando capturó vía satélite una imagen de la zona norte del estado oriental
El show de luces que refleja la gráfica no es otra cosa que la exacerbación de una nube tóxica que emite radiación y que cada día gana más y más terreno a medida que aumentan los millones de pies cúbicos de gas natural que se queman por día.
Rubén Pérez, consultor asociado y especialista en petroquímica de Gas Energy Latin America, indicó durante un foro auspiciado por la Asociación Venezolana de Procesadores de Gas (AVPG) el 3 de junio de este año, que a finales de 2019 la quema de gas natural alcanzó los 2700 millones de pies cúbicos por día, lo que equivale a la producción total diaria de Colombia y sitúa a Venezuela por encima de grandes naciones productoras de gas.
El experto apuntó que Venezuela, en el contexto mundial, ha escalado a unas de las primeras posiciones como uno de los países con aires contaminados, debido al volumen de quema de gas natural. Mientras en 2017 el país se ubicaba en el séptimo puesto, para finales de 2019 quedó solo por debajo de Rusia, Iraq, Irán y Estados Unidos que acumulan una quema de 20.000 millones de pies cúbicos de gas natural al año.
Eso sin contar las emisiones de gas directo que se fugan por más de 3000 kilómetros de tuberías que, de acuerdo con Pérez, presentan roturas y surten a solo 14 % de hogares en todo el país, según cifras reveladas en noviembre de 2019 por el Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA).
Aunque en los inicios de la industria era casi imperceptible, actualmente la densa humareda de vapores tóxicos abarca radios de más de 40 metros con partículas que se acumulan sobre la vegetación y producen necrosis en las plantas, es decir, la muerte prematura de los tejidos de la vegetación por acción de las toxinas.
Juan Carlos Sánchez, jefe del grupo de investigaciones ambientales del Instituto de Tecnología Venezolana para el Petróleo (Intevep), explicó que uno de los signos que evidencia el deterioro de los mechurrios y el mal manejo de ellos es la intensa humareda negra que se visualiza en el cielo monaguense.
El también planificador ambiental detalló que estos quemadores están diseñados para eliminar a través de la combustión 99,9 % de las sustancias nocivas. Sin embargo, si la mezcla de aire y gas que llega a ellos no está calibrada, el rango de eficacia de los mechurrios disminuye hasta 95 % de su capacidad. El resultado de esas fallas hace que se escape a la atmósfera un humo oscuro con mal olor que contiene partículas y restos de hidrocarburo que se depositan sobre la vegetación, y disminuye progresivamente la capacidad respiratoria de las personas que están alrededor
La contaminación generada por estos desperfectos técnicos puede evitarse pero la falta de inversión en nuevas maquinarias y en mantenimiento impiden que el personal pueda solventar los problemas ambientales derivados de la quema. Sánchez detalló que el gas natural que se concentra en los campos de El Furrial, Anaco y Punta de Mata sale simultáneamente de los pozos y, junto con el crudo, pasa a unos separadores.
Negocio quemado
Lo reglamentario durante este proceso de obtención del gas es limpiar el hidrocarburo, eliminar el azufre que contiene y comprimirlo para enviarlo a un gasoducto, y de allí a las empresas petroquímicas y grandes industrias con mayor demanda. De esta forma se evitaría el desperdicio, la quema y podría además obtenerse ganancias por exportación de gas natural, una fuente de riqueza natural que aumentaría el flujo de caja del Estado.
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