En dos semanas los venezolanos irán a las urnas para elegir presidente. La campaña electoral, sin embargo, no ha girado en torno a una oferta muy evidente de políticas de Gobierno. La principal promesa campaña opositora del candidato Edmundo González Urrutia, acompañado del liderazgo María Corina Machado —impedida de participar— es la urgencia de lograr cambio para la reconstrucción de un país en escombros. La del chavismo, con Nicolás Maduro como abanderado, está centrada en la amenaza que supuestamente encarna la promesa opositora. En la narrativa oficial se intenta configurar la idea de que la permanencia de Maduro en el poder por otros seis años es la única garantía de estabilidad y de paz para Venezuela.
El País | Florantonia Singer
“¿Quién derrotó la guerra económica y el desabastecimiento?”, decía en estos días Nicolás Maduro a sus seguidores en un mitin para que la gente le respondiera lo que esperaba; es decir, su nombre. “¿Quién derrotó el Dólar Today”, continuaba en referencia al nombre de uno de los marcadores del dólar paralelo que aún hoy se sigue usando para las transacciones de una economía dolarizada informalmente. El candidato-presidente ha convertido las peores consecuencias del modelo económico implantado por el chavismo en su relato de campaña. Superados los años de hacer filas para comprar comida y medicamentos, producto de los controles y expropiaciones, también los de la represión violenta de las manifestaciones en su contra, es decir, los primeros años de su Gobierno, una de las ofertas de Maduro parece que es haber sobrevivido a sí mismo y al colapso del modelo económico y social del chavismo.
Pocas veces el mandatario habla en concreto de lo que va a hacer si es elegido para un tercer mandato de seis años, sino de lo que ha hecho para mantenerse en pie. La campaña oficial habla de futuro y esperanza y la imagen de Chávez ha vuelto a aparecer. Los lineamientos estratégicos para lo que viene están contenidos en el Plan de la Patria 2025-2031, que se desprenden de la hoja larga de ruta que alguna vez trazó Hugo Chávez para implantar el socialismo bolivariano. 25 años después de la revolución, este sigue siendo el principal objetivo, de acuerdo con los documentos colgados en las webs del Gobierno y del Partido Socialista Unido de Venezuela.
Este plan se conoce ahora como “Las 7T” de Maduro. Las presentó por primera vez a inicio de este 2024 en un discurso ante el Parlamento. “Me atrevo hoy a lanzar el plan de las siete transformaciones, el plan de Las 7T, que guarde coherencia absoluta con el proceso histórico”, dijo entonces. Luego, las entregó encuadernadas al Consejo Nacional Electoral cuando inscribió la candidatura. Las siete transformaciones en cuestión son: 1) un nuevo modelo económico nacional; 2) la independencia plena cultura, educación, ciencia y tecnología; 3) la seguridad y defensa para la unidad e integridad territorial; 4) la protección y desarrollo social; 5 La transformación política y del poder popular y nuevos métodos de gobierno revolucionario; 6) enfrentar la emergencia climática mundial y salvaguardar la Amazonía venezolana; y 7) la geopolítica de paz e integración.
En la última década, la economía de Venezuela se contrajo a un tercio de su tamaño, producto de la centralización que inició Chávez y profundizó Maduro. En el último tramo de su Gobierno, el heredero de la revolución, se ha dedicado a aplicar reversa a algunas de esas políticas, produciendo una liberalización de la economía obligada en medio de la presión de las sanciones económicas internacionales que comenzaron a aplicarse en 2017 y, más concretamente, con el veto al petróleo venezolano en 2019. Con todo, para 2031, el chavismo se propone sentar las “bases económicas y materiales para la transición humanamente gratificante hacia el socialismo bolivariano”. Otro de los postulados de su propuesta es lograr una “sociedad igualitaria y justa garantizando la protección social del pueblo”. También se habla de la “descolonización ética, moral y espiritual”, de “independencia y soberanía”, de “blindaje contra la guerra económica logística, del sistema financiero y de la distribución y producción”. Una vez más, el chavismo que aspira a superar 30 años en el poder promete una refundación con la creación de un “nuevo Estado Popular y Revolucionario”.
Transición en construcción
El programa de la sobrevenida candidatura de Edmundo González Urrutia está todavía en el proceso de construcción, señalan fuentes de su equipo. El diplomático, de hablar pausado, pasó de ser candidato tapa, un cuida puestos para ser sustituido, en marzo pasado, a recoger todo el caudal de apoyo de Machado y movilizar gente en todo el país en sus actos de campaña pocos meses después.
El candidato trabaja en los lineamientos para un Gobierno de unidad nacional con el que busca la conducción de una transición política pacífica, real y duradera, lo que posiblemente ocupe la totalidad de sus esfuerzos si llega a ser electo presidente el 28 de julio y toma posesión el 10 de enero de 2025, como establece la Constitución.
Desde hace varios años, la oposición viene haciendo un amplio trabajo de diagnóstico y análisis de las reformas que Venezuela debería emprender si ocurre un cambio político. Distintos sectores académicos, técnicos, políticos y gremiales han contribuido a la construcción del llamado Plan País. El programa de González Urrutia se apoya en las ideas del Plan País cruzadas con las del programa que Machado presentó en 2023 llamado “Venezuela, tierra de gracia”, enfocado en “lograr la libertad, la democracia y la prosperidad”. Un conjunto de especialistas también ha contribuido con el programa de Machado. Los lineamientos van desde la reforma de un Estado hacia uno más ágil, federal y descentralizado hasta la implementación de programas sociales de emergencia, la privatización de la industria petrolera y aprovechamiento del gas y energías limpias, entre otros planes, ubicados dentro del espectro político más liberal de Machado. Como lo es para Maduro, a su manera, la economía —el principal dolor de cabeza de los venezolanos, una de las razones por la que se atreven a irse caminando hasta Estados Unidos— es un eje central del programa opositor. Machado habla de una “estabilización expansiva” para eliminar la pobreza y propiciar el crecimiento de la clase media. La posibilidad de las que las familias rotas por la migración tengan condiciones para reunirse de nuevo en el país es otra de las reiterativas promesas opositoras con las que más conecta la gente en sus mítines.
En entrevistas y encuentros con sus seguidores, González Urrutia ha hablado que se centrará en medidas de recuperación económica, social e institucional. También ha hablado de procesos de amnistía en un país con un enorme saldo de violaciones de derechos humanos que incluso se investigan en la Corte Penal Internacional. “En todas las transiciones y crisis políticas, existen acuerdos de amnistía y justicia transicional. Todos los países que han pasado por situaciones como la nuestra lo han terminado otorgando, por lo que no descarto que podamos tomar una medida similar en Venezuela”, dijo en una entrevista a CNN.
Los candidatos Maduro y González Urrutia han llegado a la recta final de la campaña con una importante diferencia en las preferencias. El chavismo no ha logrado hacer despegar su limitada aprobación de poco más del 25% del electorado. El opositor, en cambio lo duplica en la mayoría de las encuestas. Más allá de las preferencias políticas y la oferta programática, incluso más allá de la euforia que ha despertado el liderazgo de Machado que recuerda al Hugo Chávez de 1998, los venezolanos van a las elecciones en Venezuela en busca de algo radicalmente distinto y opuesto a los últimos 25 años de chavismo.