En un hospital en la Amazonía brasileña, niños yanomami convalecen sobre hamacas. Los casos de desnutrición y malaria infantil en esa etnia indígena se dispararon, impulsando al gobierno a declarar una emergencia sanitaria.
AFP
En el hospital infantil San Antonio de Boa Vista, en el estado de Roraima (norte), un puñado de niños cuelgan, semidesnudos, en hamacas azules, sus brazos y piernas enflaquecidos. Uno tiene la mano vendada.
Ahí son atendidos 59 menores indígenas. De esos, 45 son yanomami y ocho de ellos están en cuidados intensivos, según el último balance difundido este viernes por la alcaldía de Boa Vista, que administra la unidad.
La gran mayoría llega en «situación de desnutrición de moderada a grave», complicada con infecciones como neumonía, malaria, o gastroenterocolitis y diarrea agudas, dice a la AFPTV Eugenio Patricio, pediatra en el hospital San Antonio.
«Por la desnutrición tienen pocas reservas para combatir infecciones, (…) que en ellos terminan teniendo una repercusión mucho más intensa llegando a ir a cuidados intensivos», añade.
Otros también son internados por picadas de serpiente.
El hospital San Antonio es el único que recibe niños hasta 12 años en todo el estado -ubicado en la punta norte de la Amazonía brasileña-, además de pacientes de las vecinas Guyana y Venezuela.
Para llegar ahí, muchos de los pacientes indígenas son trasladados por avión desde sus remotas aldeas en la selva.
«Fragilidad muy intensa»
En el caso de los yanomami -generalmente tienen ocho años o menos-, llegan en la mitad del peso ideal para su edad o incluso menos, dice Patricio. «Vienen con una fragilidad muy intensa».
El San Antonio admite los casos más graves, pero otros niños y adultos son atendidos en la Casa de Salud Indígena (Casai), también en Boa Vista.
Debido a la crisis, desde este viernes comenzó a funcionar ahí un hospital de campaña levantado por la fuerza aérea brasileña. Varias carpas verde militar se instalaron en el patio del centro de salud indígena, que es administrado por un órgano federal.
La semana pasada el gobierno del presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva reveló que 99 menores de cinco años murieron en 2022 en la Tierra Indígena Yanomami por desnutrición, neumonía y malaria, entre otras causas.
Luego de que una visita de las autoridades hallara numerosos casos de menores de esa etnia con desnutrición grave, malaria, infecciones respiratorias y otras complicaciones, el gobierno decretó la emergencia sanitaria en ese territorio protegido, la mayor reserva indígena de Brasil.
Además, la Policía Federal abrió una investigación por posible «genocidio» contra indígenas de la etnia yanomami apuntando a acciones y omisiones de funcionarios públicos y exjerarcas de la salud durante el gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022).
Las pesquisas también abarcan supuestos crímenes ambientales y desvío de recursos públicos.
Territorio bajo amenaza
La violencia ha crecido en el territorio de los yanomami, habitual escenario de enfrentamientos entre indígenas y mineros ilegales que mataron habitantes, abusaron sexualmente de mujeres y niñas y contaminaron los ríos con el mercurio que se usa para separar el oro de los sedimentos, según denuncias de asociaciones e indígenas.
El avance de la minería ilegal impulsa la proliferación de enfermedades, como la malaria, tuberculosis e incluso el covid-19, de acuerdo con expertos.
El Supremo Tribunal Federal (STF) anunció el miércoles que el gobierno de Bolsonaro, que defendió la explotación minera y agropecuaria de las tierras indígenas y cuestionó en diversas ocasiones la demarcación del territorio yanomami, incumplió decisiones de la máxima corte y proveyó informaciones falsas sobre la situación de este pueblo.
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