El nivel de crisis en el ensamblaje automotriz de Venezuela es “severo”, según un vocero del sector. Una cadena de normativas oficiales y el control cambiario dificultan la reanimación del rubro. La pandemia puso la guinda al desplome.
Gustavo Ocando Alex | Voz de América
Un camión Mack fue el único vehículo ensamblado en Venezuela en los primeros meses del año. Una década atrás, esos niveles alcanzaban cifras cercanas a las 24.000 unidades. Tal caída no se debe exclusivamente a la pandemia, advierte un vocero del sector automotriz.
La situación actual del sector de ensamblaje industrial de vehículos y de sus mercados conexos es “severa”, según Omar Bautista, presidente de la cámara venezolana de fabricantes de autopartes, conocida como Favenpa.
Sus cifras demuestran un desplome categórico: entre enero y marzo de 2020, antes de la pandemia, se ensamblaron solo 86 vehículos; en el mismo período de 2011 se había hecho lo propio con 24.223 unidades vehiculares.
“Prácticamente, se acabó el ensamblaje de vehículos en Venezuela. Apenas se ensambló un vehículo, un Mack, en Tejerías, estado Aragua (centro del país). Las otras compañías están paralizadas, inactivas. Son siete ensambladoras tradicionales”, detalla, en entrevista con la Voz de América.
De acuerdo con el gobierno nacional, en 2019 había 34 ensambladoras, de las cuales 20 eran públicas o mixtas con Irán, China y Bielorrusia, y 14 privadas.
En marzo de 2019, el presidente Maduro celebró públicamente que Venezuela fuese capaz de ensamblar 210.000 automóviles cada 12 meses. Entonces, aprobó 20 millones de euros para crear el Fondo Especial Rotatorio para el Plan Nacional de Compra de Vehículos e hizo votos para que la industria automotriz del país arrancara “con fuerza” de la mano de esa estrategia.
Venezuela ensambló apenas 107 vehículos el año pasado, cuando hace una década logró armar 105.000, empero. “La caída es casi total”, remata Bautista.
Atribuye el colapso a “la pésima administración de políticas públicas” del gobierno de Nicolás Maduro. El sector, urgido de divisas para operar, se vio notoriamente perjudicado por la agudización de la escasez de moneda extranjera, en 2015, asegura. En el país, está vigente desde 2003 un control de cambio que los empresarios privados critican por discrecional e insuficiente.
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